Un perro saxofonista de jazz iba tocando tranquilamente “Rapsode in Blue” por la plaza mayor de Chinchón (Madrid), cuando se tropezó con un inglés. No había nadie más en los alrededores. El perro dejó de tocar y dijo educadamente:
– Buenas tardes, caballero. Perdone que le moleste, ¿podría decirme qué hora es, por favor?
– Por supuesto. Con mucho gusto, –contestó el hombre con amabilidad al tiempo que sacaba un hermoso reloj de bolsillo del chaleco–. Faltan exactamente diez minutos para las dos, –añadió.
– ¡Cielos, qué tarde es! –dijo el perro.
Y se fue con la música a otra parte.
2 comentarios:
Una vez coincidí con uno que coleccionaba calcetines de colores ... de rayas y topos, sin embargo detestaba los de rombos. ¿Por qué sería?
el perro llegó tarde. Le advertí de que sólo podría reservarle el puesto hasta menos veinticinco.
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