30/1/11

Cristofué

El Cristofué (Pintangus sulphuratus), es un ave venezolana característica, de cabeza negra y blanca, dorso verdoso y pecho amarillo; también se la llama pechoamarillo. Es algo mayor que una alondra. Se alimenta de semillas, insectos e incluso colibríes pequeños; y también huevos y pichones de otros pájaros a los que ataca con brutalidad y violencia. Es un pájaro muy activo. Su canto suena así: “Cristofué, Cristofué”. Y de ahí su nombre.


La pregunta que suscita este pájaro, de la familia de los Tyrannidae, a todos los ornitólogos y aficionados a las aves del mundo es la siguiente: Cristo fue. Sí, de acuerdo, ¿pero qué fue exactamente? Y esto puede responderse más o menos. Cristo fue muchas cosas: fue Hijo de Dios, fue hombre, fue un predicador judío, los musulmanes lo consideraron un profeta, los Monthy Phyton un radical prosionista en su famosa película “La Vida de Brian”. Y otros lo consideraron un mago; e incluso un impostor. Además Cristo fue (también) azotado, crucificado, besado (por Judas), abandonado (por Dios), enterrado y resucitado entre otras muchas cosas más. O sea, que fue casi de todo.


Yo he oído el canto del “Cristofué”, al que los brasileños llaman “Bemteveo” -según ellos el sonido que hace es este- y sinceramente, no puedo aportar ninguna luz sobre este asunto. No se entiende esta discrepancia fonética entre “bemteveo” y “cristofué”. A mi no me suena ni a una cosa ni a la otra. Claro que yo soy ateo. Lo de los brasileños -bemteveo-, me podría caer algo más cerca... pero tampoco lo capto.


Los ingleses creen que el escribano cerillo, en este caso un pájaro europeo, canta con la siguiente secuencia silábica: “A-little-bit-of-bread-and-no-cheese”, una frase muy bonita y divertida, pero ininteligible en español. Tras haber oido a más de un escribano cerillo español en vivo, yo no he percibido que dijera esa frase en concreto. ¿Se debe a que no soy políglota? ¿No lo entiendo bien? ¿Se referirán tan solo los ingleses a los escribanos cerillos ingleses? Sería muy propio de ellos. ¿Debería de pensar yo en inglés? ¿Son los escribanos cerillos ingleses más listos que los españoles? ¿Qué está pasando?


Cristo fue. Esto podemos aceptarlo como cierto y no hace falta que nos lo diga este pequeño pajarillo sudamericano, aunque puede que tampoco esté de más que lo haga de vez en cuando. A mi, la verdad es que no me importa, ¿qué quieren que les diga? Y a los creyentes les gusta oirlo. Así que ¡qué más da! Pero eso sí: seguimos sin saber qué es lo que fue Cristo exactamente, y el pájaro no lo aclara. Que Dios nos proteja.

24/1/11

La vaca marina


En una isla vivía una vaca. Era una vaca enorme y no paraba de comer hierba. Comía hierba constantemente. Como la isla era pequeña la hierba se acabó. Entonces la vaca tuvo que hacerse a la mar. Navegando por el océano se cruzó con un yate. La gente del yate la vio y el capitán dictaminó:


- Es una vaca marina.


Y todos los pasajeros decían señalándola:


- Mirad, mirad, una vaca marina.


Lo que más odiaba la vaca era que la llamaran vaca marina, porque ella era una vaca normal y no una vaca marina. Así que siguió nadando desdeñosa sin hacer caso del yate. Además tenía hambre y necesitaba otra isla. Más adelante encontró a un pescador.


- Hola, pescador -le dijo-. Estoy cansada de nadar, ¿podrías llevarme un rato en tu barca?


- ¿No serás una vaca marina? -contestó el pescador-. Porque si lo eres no te quiero en mi barca. No transporto vacas marinas.


- Oh, no. Claro que no. Soy una vaca normal. Solo estoy buscando una isla con hierba para quedarme en ella.


- Está bien, sube. Hay una isla cerca con mucha hierba buena. Si te gusta, puedo dejarte en ella.


La vaca subió a la barca y pronto llegaron a la isla que había dicho el pescador. A la vaca le gustó bastante y decidió quedarse. Le dio las gracias al pescador, saltó de la barca y nadó hasta la orilla. Después se instaló en la isla y empezó a comer hierba. Pero la hierba dijo:


- Esta vaca es muy peligrosa. Acabará comiéndose toda la hierba de la isla. Ya hizo lo mismo con la isla vecina. Tengo que hacer algo.


Así que una noche mientras la vaca dormía, la hierba la cogió por sorpresa y la arrojó al mar. La vaca, que tenía un sueño muy profundo, fue flotando arrastrada por las corrientes toda la noche, hasta que arribó a las costas de Irlanda. Un fornido campesino pelirrojo la recogió y la llevó a su casa. Le dijo a su esposa:


- Sarah, he encontrado una vaca muy buena en el mar. La he puesto en el establo. La llamaremos “La Vaca Marina”.

Pez espátula (gastronomía)


Este poliodóntido de agua dulce es un manjar exquisito, pero difícilmente podrá degustar usted su carne o sus huevas parecidas al caviar a menos que viva en las orillas del Yangtsé.


La mención al Yangtsé me recuerda una escena preciosa de una película de Spencer Tracy y Katharine Hepburn, aunque me vaya del tema. Una escena en la que ambos se enamoran, creo. En ella Spencer y Katharine acaban de conocerse y la Hepburn, una joven rica, culta, mimada y educada desde niña en el extranjero pero totalmente ignorante acerca de la cultura americana, dice: “Me crié bajando por el Yangtsé”. A lo que Tracy responde: “No conozco el Yangtsé, ¿se parece al Mississippi?” Y Katharine, sorprendida, contesta rotunda: “No lo sé. No conozco el Mississippi”.


Siempre me ha encantado esta escena. No sé por qué... Tal vez por el pez espátula.

La col ilegal

Un astrónomo que vivía en un castillo en la isla de Hierro tenía tres hijas; la mayor se llamaba Paca, la segunda Esmeralda y la tercera Inés. El astrónomo estaba siempre muy ocupado mirando las estrellas, y anotando ecuaciones muy raras en una libreta. Era muy, muy despistado, y no prestaba atención a sus hijas así que estas hacían lo que les daba la gana.


Paca se pasaba todo el día hablando por teléfono con Obesio, un príncipe vecino que era culturista; Esmeralda estudiaba leyes, y la pequeña Inés tenía que hacer la compra, dar instrucciones a los empleados y atender las visitas, pues como ya habéis visto, sus dos hermanas no hacían nada de nada. Inés también se ocupaba de la huerta, en la que cultivaban berros, alcachofas, coles y otras hortalizas, lo que constituía gran parte de su alimentación, pues el astrónomo y sus hijas eran casi vegetarianos estrictos. Un día llamaron a la puerta del castillo. Inés fue a abrir y se encontró con una berengena gigante.


- Buenos días, soy la sargento Berengena de la policía de inmigración. Quisiera hablar con el señor de la casa.


- El señor de la casa es mi padre, -respondió Inés-, pero está muy ocupado mirando las estrellas. Si puedo ayudarle yo...


- Verá -dijo la policía Berengena-, hemos recibido una denuncia que les atañe a ustedes.


- ¿Una denuncia?


- Efectivamente. Nos han dicho que esconden ustedes en su huerta una col lombarda de la variedad Dmitri. Pues bien, esa clase de col es ilegal aquí, en la isla.


- ¡Cielos! -exclamó Inés-, no lo sabía. Acompáñeme, por favor.


Inés llevó a la berengena gigante a la huerta y se dirigió a la col:


- Col lombarda, este señor dice que eres ilegal. ¿Es cierto eso?


La col, muy compungida, confesó.


- Sí, es cierto. Llegué a la isla arrastrada por la corriente, montada en una tabla de planchar. La verdad es que al principio pensé en entregarme a las autoridades, pero encontré este huerto tan bueno... pensaba ganar algo de dinero y más adelante traer a mi marido y a mis hijos y arreglar nuestra situación. Pero ahora todo ha terminado, ¡oh no!


Y se echó a llorar.


-Vamos, vamos, no te pongas así -dijo la cebolla echándole un brazo por encima para consolarla.


Entonces intervino el grelo.


- Venga, señora policía Berengena, la col no ha hecho daño a nadie. Es una col buenísima. Si no fuera una col sería un pedazo de pan.


- Lo siento mucho -dijo la policía Berengena-, pero tengo órdenes. He de detenerla y llevarla a la cárcel. Esta col debe ser congelada hasta nuevo aviso.


- ¡Desalmado, secuestrador! -empezó a gritar el berro muy exaltado desde el fondo de la huerta.


- Oiga, no nos ha enseñado usted su documentación -añadió el repollo muy serio-, ¿cómo sabemos que es una policía de verdad?


Y la alcachofa:


- Es cierto, no hemos visto su placa.


La policía Berengena empezó a ponerse nerviosa e Inés decidió intervenir. Le susurró al oído:


- De acuerdo, de acuerdo, señora Berengena; no vamos a tener una col ilegal aquí, eso por descontado. Tiene usted razón. Pero necesito algo de tiempo para arreglarlo. Ya ve como se está poniendo el resto de la huerta. Un escándalo no nos conviene ni a usted ni a mi. Por favor, acompáñeme al castillo y trataremos los detalles de este asunto tan enojoso en privado.


La berengena accedió y acompañó a Inés al castillo. Una vez allí, Inés, que pensaba que aquello era muy grave para resolverlo ella sola, llamó a su padre y a sus hermanas. El astrónomo bajó del observatorio todavía con cinco o seis estrellas pegadas al pantalón y dijo:


- ¿Qué pasa, Inés? Ya sabes lo poco que me gusta que me distraigan de mi trabajo.


- Verás, papá, esta berengena dice que nuestra col lombarda es ilegal y que tiene que llevársela. ¿Qué podemos hacer?


En ese momento llegó el novio culturista de Paca.


- Buenas tardes, señor astrónomo. Buenas tardes, Inés.


- Buenas tardes, Obesio -dijo Inés-, ¿vienes a ver a Paca?


- Sí, pensábamos ir al cine.


- Por favor Obesio, espera un momento -dijo el astrónomo.


- Desde luego señor, lo que usted diga -contestó Obesio, que siempre trataba de ser muy educado con el padre de Paca.


El astrónomo miró a la berengena de arriba a abajo mientras se pellizcaba el mentón. Inés supo que su padre estaba pensando, pues siempre se pellizcaba el mentón así cuando tenía que resolver algún problema difícil. Lo cierto es que la policía era una berengena magnífica y de gran tamaño, con la piel tersa y brillante de un bonito color morado. Entonces el astrónomo dijo:


- Qué podemos hacer ¿eh? Bueno, pues ya lo sé: berengenas fritas con queso. Hace mucho tiempo que no las comemos. ¿Qué te parece, Inés?


Inés dijo “¡genial!”. El astrónomo gritó “¡Obesio, ayúdame a sujetarla!” y se abalanzó sobre la berengena. Obesio lo secundó. La berengena intentó resistirse pero Obesio era muy fornido y la redujo. Una vez atada y silenciada la berengena policía, Inés se metió en la cocina para preparar la cena pero en el último momento abandonó la idea de las berengenas fritas... e hizo una Mousaka de chuparse los dedos.


Fin del cuento.


PD: La lectura de este cuento puede acompañarse, obviamente de una Mousaka, o bien de la relectura de aquellos famosos versos (s. XVI) del sevillano Baltasar del Alcázar: “Tres cosas me tienen preso / de amores el corazón / la bella Inés, el jamón / y berengenas con queso.”


Caracoles gigantes

Los caracoles gigantes fueron unos montruos terribles de la antigüedad. Eran más temidos que los dragones. Algunos de dichos gasterópodos asolaban pueblos enteros, y los hombres del medievo les tenían verdadero terror. Pocos caballeros se atrevían a luchar con ellos: resultaba muy tedioso.

El País de Hierro

En el País de Hierro la administración pública rechina constantemente, por lo que es necesario engrasar a los funcionarios cada cierto tiempo.

19/1/11

Santa Tecla


Santa Tecla es una santa rarísima; no se entiende muy bien por qué la hicieron santa. Hace unos años los informáticos españoles intentaron convertirla en su patrona, pero no sé si con éxito.


Siendo tan solo una jovencita recién casada, Tecla abandonó el domicilio conyugal. No fue un caso de malos tratos ni nada de eso. Su marido, Zamiro, era un buen tipo. Pero Tecla un día oyó predicar a San Pablo y se largó tras él. Así de simple. Hasta su madre se lo echó en cara. El caso es que la juzgaron por eso y la condenaron a la hoguera. Una condena excesiva, sin duda. Y desacertada además, porque al igual que otras muchas santas y santos Tecla era ignífuga y la cosa no salió bien: no ardió. Entonces la echaron a las fieras pensando que con eso acabarían con ella, pero tampoco funcionó: las fieras se mataron entre sí.


Cualquiera que haya visto un par de documentales de naturaleza de la BBC presentados por David Attenborough (”sssh, no hagan ruido, el tigre podría despertarse”) se dará cuenta enseguida al leer lo anterior de que la simple presencia de la santa en la arena provocó a las pobres bestias un estrés terrible, que hizo que se atacaran unas a otras y se despedazaran. Lo que nos lleva a la conclusión de que Tecla no podía ser tan buena como decían sus partidarios. Es más, después de lo de las fieras la arrojaron a un foso lleno de cocodrilos y los inocentes saurios murieron en el acto. En cualquier caso y aun dejando estas hazañas ¿zoológicas? aparte, que se sepa esta santa no hizo nada especial salvo hacer turismo con San Pablo por Antioquía (tonta no era).


En A Guardia, Pontevedra, se la venera el segundo domingo de agosto en una fiesta pantagruélica. Dura todo el día y desde la mañana a la noche los cientos de tambores de las cofradías de marineros que en ningún momento dejan de sonar, atronan el aire por todo el pueblo. Y el suelo tiembla. Se parece algo a Calanda, de lejos. La fiesta se llama Fiesta del Tecla (Tecla es la santa, pero también el maravilloso monte y el castro celta que coronan la villa de A Guardia sobre el mar).


Pues bien, la fiesta consiste en lo siguiente: el día señalado todos los habitantes de la localidad y una increíble multitud de foráneos, convenientemente cargados de botellas y garrafones de vino tinto, suben al monte de Santa Tecla a primera hora de la mañana vestidos de blanco purísimo y bajan por la noche de color morado intenso, tras haber bailado durante horas bajo cataratas de vino. Nunca he entendido por qué eso a nadie le parece milagroso.


NOTA: Lo de las cataratas de vino es literal: los mozos sostienen sobre su cabeza con ambas manos garrafones de vino boca abajo, mientras las mozas, alegremente, bailan con ellos.

13/1/11

Ñam-ñam (botánica)


No se trata de una onomatopeya, sino de un pueblo antropófago que vivió en la región del Zaire.


Los Ñam-ñam, además de alimentarse de carne humana, padecían prosopagnosia, por lo que a veces eran incapaces de identificar los rostros de sus semejantes y también se los comían, creyendo que eran extranjeros.

12/1/11

Abeto (gastronomía)


Los antiguos habitantes de Islandia empleaban la corteza de esta conífera para elaborar cerveza, y su leña para alimentar a los caballos. Puede que esta fuera la razón por la que aquellos nobles equinos padecieran constantemente fuertes dolores de estómago. La cerveza en cambio, era buena.


Los abetos proporcionan madera, aceites medicinales y por supuesto, son muy apreciados en navidad. Pero ¡cuidado!, son de entendederas estrechas; nunca se ha visto un abeto con dos dedos de frente. Si usted tiene uno en casa, ándese con ojo. Estos hermosos árboles suelen estar tan preocupados por el viento, la humedad del suelo y el tiempo que hará mañana, que resulta imposible explicarles nada, pues no prestan atención a lo que no les interesa.

10/1/11

Hipérico (botánica)


También llamado corazoncillo y hierba de San Juan, el hipérico (Hypericum perforatum) es una planta común que se da en todo el sur de Europa. Tiene mil virtudes. Diego de Torres, catedrático de la universidad de Salamanca en el siglo XVIII, tuvo un ejemplar de esta planta de casi setenta centímetros de altura, que decía la hora con la exactitud de un reloj.


El hipérico es inteligente y políglota, y un gran conversador, por lo que si se tiene uno en casa lo mejor es dejarlo en paz. El nombre perforatum alude a los diminutos orificios que parecen tener sus hojuelas si se miran al trasluz.

Pigmeos y grullas


Leo en una hermosa traducción de las fábulas de Babrio, hecha por Javier López Facal y publicada en Gredos, una referencia a los Akka, el pueblo de pigmeos del Zaire que guerreaba contra las grullas. Y no puedo por menos que pensar que en esa contienda terrible habría en ambos bandos a menudo bajas; y también héroes.


Los Akka, que ya eran conocidos por Homero y Aristóteles, fueron redescubiertos en 1870 por el naturalista y explorador alemán Georg Schweinfurt, que intentó sumar un ejemplar de esta raza a sus colecciones zoológicas sin éxito, pues no eran tan pequeños como parecían y no cabían en las cajas de especímenes que llevaba Schweinfurt en aquella ocasión.


La nota de Javier López Facal a pie de página y de tan sólo unas líneas, es en sí misma un diminuto y bellísimo cuento que casi merece una edición aparte. Aquí está.



Adenda.

Como saben quienes siguen este blog, no suelo contestar a los comentarios. Pero un lector agudo y amigo, Javier de Navascués, me ha hecho notar con acierto, que el texto parece sugerir que en algún sitio se puede leer la nota de López Facal y no es así. Perdón. Esa no era mi intención, sobre todo porque la nota de López Facal... es mucho mejor que mi cuento. Pero ya que Javier (en este caso de Navascués) me ha pillado, aquí va la nota.


"Homero (Ilíada III 4 y ss) dice que antes del invierno las grullas huyen hacia el sur, a las corrientes del Océano, y siembran la muerte entre los pigmeos. Hecateo localizó a los pigmeos en el sur de Egipto y junto con los historiadores de tema indio elaboró este mito: parece ser que los pigmeos se disfrazan de carneros o se montan sobre cabras y carneros y atacan a las grullas para proteger sus campos, llegando incluso a asaltarles los nidos para destruir los huevos. Existen otras versiones del mito. Heródoto (s. 32.6) entre líneas y sobre todo Aristóteles (HA 597a) sostienen que el origen del mito puede haber sido los enanos de África Central. Los antropólogos modernos han confirmado la veracidad de este asunto: los Akka, tribu de enanos al oeste del lago Alberto, junto al río Aruwimi, afluente del Congo (República del Zaire) suelen cazar grullas, y estas parece ser que le hacen frente. Este tema, el de la Geranomaquia aparece con frecuencia en el arte griego: véase, por ejemplo, el vaso François. Cf. n. 6 de la Vida de Esopo.”

Albrizia Julibrensis (botánica imaginaria)


Árbol caducifolio muy alegre que no alcanza más de ocho metros de altura y normalmente tiene aspecto de arbusto poco desarrollado. Las hojas son bipinnadas, salvo orden en contra. Las flores, en capítulos, vienen al final de las ramas. Sin embargo a veces no vienen y entonces no hay forma de diferenciarlas de las del agapanto precoxis, lo que ha constituido durante años un motivo de preocupación para los botánicos, pero un hecho carente de interés para el resto de los mortales.


La Albrizia fue muy apreciada en la Edad Media, donde se la consideraba de buen augurio si aparecía por sí sola a la puerta de casa. Entonces además, había que darle de comer. La Albrizia canta bien normalmente; y aun mejor si se la riega todos los días con unas gotas de licor café (el mejor es el de Entrimo, Ourense) disueltas en vino. Es una planta besucona y si se quiere que se dé bien, hay que seguirle la corriente. Y besarla, claro.

9/1/11

Rabo de gato (botánica)


El rabo de gato (Sideritis angustifolia) es una planta que florece en primavera y cuyo aspecto, por lo general, depende de la clase de gato.

3/1/11

Los niños perdidos


Todos los niños japoneses son buenos. Eso se les nota enseguida, no hay más que verles la cara. Lo malo es que se pierden a menudo. Cuando alguien encuentra un niño perdido en Tokyo, debe llevarlo enseguida a la Oficina de Objetos Perdidos y dejarlo allí hasta que vayan a reclamarlo sus padres. Los niños esperan pacientemente en la oficina todo el tiempo que haga falta y no protestan, ni se quejan.


La Oficina de Objetos Perdidos de Tokyo es enorme. Es la más grande del mundo y tiene cuatro pisos, uno de ellos dedicado en exclusiva a los niños perdidos. Es una oficina bien organizada, pero hay tantos y tantos niños que los padres que van en busca de su hijo muchas veces acaban llevándose otro distinto, porque se cansan de buscar. Pueden pasar días si quieren verlos a todos.


Un niño perdido famoso fue Ta-Kao. Pasó tanto tiempo en la Oficina sin que nadie fuera a reclamarlo que al final se quedó a vivir allí y llegó a ser el gerente. Otro caso bien conocido en todo el Japón fue el de Gong-Li, una niña de seis años que se perdía todos los jueves a las cinco. Esta niña llegó a tener su propio programa de televisión: “Encontrad a Gong-Li”, un concurso muy popular que se mantuvo en antena con gran éxito durante años.


Pero sin duda, la historia más extraordinaria de cuantas se tiene noticia en la Oficina de Objetos Perdidos de Tokyo es la del Niño Duplicado. Ocurrió en 1998. Unos padres estaban pasando el fin de semana con su hijo en un parque de atracciones y lo perdieron. Desolados, cogieron un taxi inmediatamente, fueron a la Oficina de Objetos Perdidos y para alegría de ambos lo encontraron allí sano y salvo. Pero sorprendentemente el niño no estaba solo: tenía un hermano gemelo que era exacto a él.


Los padres estaban atónitos. Siempre habían creído que su hijo era único. Llamaron a todos sus familiares para que fueran a ver aquello. Enseguida se presentaron los abuelos, los tíos, primos, primas y otros parientes más lejanos. Incluso se acercó hasta allí el jefe del padre, que era un alto directivo de Sony y siempre estaba muy ocupado. Todos comprobaron con asombro que, efectivamente, los niños eran gemelos idénticos. Hasta tenían el mismo nombre.


A raiz de aquello hubo una investigación judicial que trascendió al terreno político. El caso fue primera plana en la prensa durante varios meses y el ministro del interior tuvo que dimitir por presiones. El propio Ta-Kao, por entonces director de la Oficina fue destituido, acusado de DIOP (Duplicación Irresponsable de Objeto Perdido), aunque este extremo nunca pudo probarse del todo. Al final los padres acabaron por llevarse ambos niños a casa. Y los abuelos quedaron encantados.

1/1/11

Magia de verdad


Seguramente usted no cree en la magia. Yo tampoco. No creer en la magia es lo normal. Y lo lógico, además. Ahora bien, le sugiero el siguiente experimento sencillo. Póngalo en práctica si puede. Cualquier día que vaya usted viajando en coche por Castilla y vea -algo normal en ese paisaje- un cernícalo en los aledaños de la carretera, detenga el coche. Apáguelo. Salga y siéntese tranquilamente a mirar al ave. Encienda un cigarrillo si eso contribuye a tranquilizarlo y le permite una observación más relajada. Fíjese en el pájaro. Fíjese bien. Note como está detenido en el espacio, en el aire. Detenido como un dibujo. En un punto fijo. Sin mover ni una sola pluma. Mire el reloj si quiere. Cuente mentalmente los segundos y piense en serio, mientras lo observa, en ese animal salvaje y brutal, con plumas y garras, que parece pintado en el cielo ajeno a los vaivenes del mundo, inmóvil y perfecto. ¿No es eso magia? ¿Magia de verdad? Estar detenido, flotando en el éter, mientras el reloj y nosotros seguimos andando y envejecemos. ¡Dios mío!, ni siquiera los ángeles están así.


Eso es magia. Magia de primera. Y está a su alcance.


Ahora vuelva al coche, arranque y váyase a su casa. ¿Le espera su hijo pequeño allí? También eso es magia.