30/7/10

La argucia del alcalde de Tokyo


Un terremoto que vivía en las islas Fidji siempre había tenido ganas de conocer Tokyo. Un día recibió una carta de su primo Manolo que vivía en dicha ciudad y lo invitaba a pasar unos días en su casa. El terremoto se puso en marcha inmediatamente. Enterado el alcalde de Tokyo, salió a su encuentro antes de que el terremoto pudiera llegar a la ciudad y le dijo:


- Hola, señor Terremoto, soy el alcalde de Tokyo.


- Hola señor alcalde. Es un honor conocerle, -dijo el terremoto alegremente, al tiempo que sacudía las orejas y provocaba la caída en masa de un bosque cercano.


- Verá, señor Terremoto. -dijo el alcalde- Ha llegado a mis oídos la noticia de que se dirige a Tokyo. ¿Es cierto?


- Sí, -dijo el terremoto-, es cierto, voy a visitar a mi primo Manolo.


- Pues bien -contestó el alcalde-, lamento comunicarle que su viaje es inútil.


- Pero ¿por qué? Yo quiero conocer Tokyo, siempre he tenido ganas de ver esa bellísima ciudad. Me han dicho que tiene unos edificios espléndidos. Además, muchos de ellos son antiterremotos, -arguyó el terremoto-. Y no puedo rechazar la invitación de mi primo Manolo. Se pondría hecho una furia. Bueno es él para esas cosas.


- Oh, bien. Vayamos por partes. Primero, como alcalde que soy, gracias en nombre de Tokyo por lo de bellísima. Es cierto que tenemos buenos edificios, y estamos orgullosos de nuestra ciudad. Ejem. Y no tengo nada que decir a lo segundo: también es verdad que la mayoría de los edificios modernos son antiterremotos. Con respecto a lo tercero, su primo Manolo, hay un pequeño problema.


- ¿Cual?


- Ya no vive en Tokyo.


- Pero, pero, eso no puede ser -dijo el terremoto-, aquí tengo su carta.


El terremoto revolvió en sus bolsillos y sacó un papel doblado que extendió delante del alcalde. Decía así:


Tokyo, 18 de julio de 2010.

Querido Ángel:Te escribo unas líneas para invitarte a pasar unos días en mi casa de Tokyo. Sé que siempre has querido visitarlo así que ahora podrás verlo a tus anchas. Ven. Una afectuosa sacudida de tu primo Manolo,


Debajo había una firma muy rara, como una eme muy larga y apretada con los picos muy agudos. Después de leerla, el alcalde dobló la carta y se la devolvió al terremoto.


- Sí. Todo esto está muy bien pero como le decía, señor Terremoto, Manolo ya no vive en Tokyo. Esta carta es antigua. Un productor de cine americano le ofreció un contrato multimillonario y ayer mismo dejó la ciudad. Se fue a vivir a Los Ángeles.


El alcalde mostró al terremoto un periódico de la mañana.


- Aquí lo tiene, -le dijo-. En primera página.


El terremoto miró el periódico y después al alcalde de hito en hito.


- Oh, bueno, en fin, -dijo avergonzado-, tendrá que disculparme... pero no sé leer japonés.


- ¡Cielos!, desde luego, desde luego, ¿cómo he podido ser tan descortés? ¡Qué falta de tacto! Por supuesto que no sabe leerlo. Es usted quién debe disculparme a mi. Perdóneme, por favor, se lo leeré yo mismo. Acomódese.


El terremoto se sentó y el alcalde oyó derrumbarse una montaña cercana. Tragó saliva, extendió el periódico y leyó con voz clara:


“Manolo Mercalli, el famoso terremoto, abandona nuestra ciudad.

Nuestro querido conciudadano, el terremoto Manolo Mercalli se va de Tokyo. La pasada semana el conocido productor de Hollywood John Richter y el representante de nuestro querido terremoto local, Manolo Mercalli, llegaron por fin a un acuerdo. Como saben nuestros lectores, en los últimos meses Richter había hecho varias ofertas económicas a Manolo que este había rechazado sistemáticamente. Pero el pasado jueves por fin hubo entendimiento entre ambas partes, y Manolo firmó un multimillonario contrato que lo convertirá en la próxima gran estrella del cine americano.

Según ha podido saber este periódico, el contrato contempla al menos la realización de una película anual durante los próximos seis años. El primer título de esta serie será “Seísmo”, al que seguirán “Seísmo 2”, y las coproducciones hispano-portuguesas “Lisboa 1755” y “Temblores do Chiado”.

Desde esta redacción nos hacemos eco del sentir de todos nuestros conciudadanos y despedimos a Manolo con pena, ya que es alguien muy apreciado aquí. Sin embargo, esperamos ansiosamente verle en las pantallas y le deseamos suerte, con la seguridad de que tendrá todo el éxito que se merece.”


- Oh, vaya, -dijo el terremoto-, ahora tendré que volver a casa.


- Lo siento mucho, -dijo el alcalde-, ha hecho usted un viaje tan largo...

29/7/10

Hágase la luz


(Estas dos conversaciones telefónicas -auténticas aunque parezca increíble, juro que no he añadido casi nada– se produjeron en España en el año ¡2008! Por supuesto, con dos operadores distintos.)


– ...

– Fenosa, buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?

– Hola, buenos días. Quisiera cambiar el titular y la cuenta de pago de un servicio.

– ¿Es usted el titular?

– No.

– Muy bien. ¿Me dice la dirección?

– X

– ¿Y el titular actual?

– XY

– ¿Por qué quiere cambiar el titular?

– ¿Cómo que por qué? ¿Qué importa eso? Sólo quiero cambiarlo.

– Lo siento, pero para hacer el cambio necesito un motivo.

– Verá... es un poco largo de explicar. Mi mujer y yo nos hemos separado. La titular del servicio era ella, pero ahora el piso es mío y quiero cambiarlo a mi nombre. Y también hay que cambiar, lógicamente, la cuenta de pago. Sobre todo para que no lo siga pagando ella.

– Bien. Tiene que enviarme usted la sentencia de divorcio.

– ¿Cómo?

– Como lo oye.

– Eh... bueno, vamos a ver, creo que no lo ha entendido bien. No hay ningún divorcio. Yo no he dicho eso. Sólo que nos hemos separado.

– Pues entonces tiene que enviarme el acta de separación.

– ¿Quiere decirme que para cambiar el titular de la luz tengo que enviarle un acta de separación? No hay ningún acta de separación. Esto es delirante. Pero ¿qué importa eso? Y si fuera mi hermana, ¿qué?, ¿me pediría el libro de familia? ¿Qué quiere decir?

– Oiga, no se ponga usted así. Yo solo le digo lo que hay. Las cosas son como son.

– ¿Las cosas son como son? Mire, se lo voy a contar de otra manera. Yo vivía con una persona en mi casa que tenía la luz a su nombre. Ahora esa persona ya no vive conmigo, así que quiero poner la luz a mi nombre. Además, ¿a ustedes qué más les da si estoy casado, separado o aun no he hecho la primera comunión, si van a seguir cobrando la luz igual?

– En ese caso tiene que llamarnos ella para darse de baja.

– Pero... Esto es absurdo. ¿Cómo van a saber que es “ella”? Podría ser cualquiera haciéndose pasar por “ella”.

– Para eso se graban las conversaciones.

– (!) Sí, desde luego. Alucino, señorita. Se graban para que si algún día alguien tiene la santa paciencia de oirlas se desternille oyendo las idioteces que son capaces de decir ustedes. Buenos días.


(cuelga)


.......................................................


(segunda llamada, esta vez hecha por XY. O sea “ella”.)


– ...

– Fenosa, buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?

– Hola, buenos días. Quisiera cambiar el titular de un servicio y la cuenta de pago.

– ¿Es usted la titular?

– Sí.

– Muy bien. ¿Me dice su nombre?

– XY

– ¿Y la dirección?

– X

– ¿Cuál es el nuevo titular?

– Un momento que se lo paso.

– Hola.

– Hola. ¿Es usted el nuevo titular?

– Sí.

– ¿Me dice su nombre?

– XXY

– De acuerdo ¿Y la nueva cuenta de pago?

– 0011 5493 2540 5512

– De acuerdo, señor XXY. Ya está todo. ¿Desea algo más?

– No. Muchas gracias. Adiós.

– Adiós. Que tenga un buen día.

27/7/10

Los niños del aire


Los niños del aire siempre dicen la verdad si se les hace la pregunta adecuada. Esta clase de niños son muy delicados, casi volátiles, y requieren mucha atención. Si se les lleva la contraria se echan a llorar desconsoladamente; y si por casualidad llegan a resfriarse, pueden morir de un simple estornudo.

25/7/10

Un gigante raro


Un gigante tenía un jardín. Era un gigante raro. El jardín era muy bonito y todos los niños querían jugar en él. Sin embargo, el gigante (esto es lo raro) sólo dejaba entrar a los niños si eran muy pequeños o si se llamaban Jesús u Óscar. Nadie sabe por qué.

El cerdo bisílabo y el buho alejandrino


Cuando se le hace una pregunta al Cerdo Bisílabo éste responde invariablemente quizás, tal vez o puede; pero nunca sí o no. Por el contrario el Buho Alejandrino habla siempre en hemistiquios heptasílabos.


Si estos dos animales se encuentran, son totalmente incapaces de entenderse.

20/7/10

Bibendum


Bibendum. ¿Quién no lo conoce? Un tipo hecho de llantas que apareció en el mundo hace más de cien años. Entonces ni existían las llantas. Casi ni siquiera había coches... como no fueran de caballos. Era un marciano. Literalmente. Alguien venido de otro planeta. Después, una vez que se hubo instalado entre nosotros, este tipo orondo se inventó unos mapas de Francia y una guía gastronómica (la de sus amigos) y con el tiempo la convirtió en la mejor del mundo (la de sus enemigos).


Bibendum. Para los diseñadores gráficos –yo lo soy–, una maravilla. Lo creó de la nada un tal O’Galup al que contrató un millonario loco. Al principio era una mascota, pero hoy su propietario tal vez obtenga más dinero con él que con cualquiera de sus otros productos. Así es la vida: “Manducemus et bibamus, cras enim moriemur” que dijo San Pablo. O lo que viene a ser lo mismo: “Comamos y bebamos, que nos vamos a morir”. Bibendum. ¡Salud!


NOTA: Siguiendo la moda de los tiempos (este personaje siempre fue un “moderno”) recientemente Bibendum se sometió a varias liposucciones y tratamientos de belleza, así como a un intensivo entrenamiento a cargo de un preparador físico personal. A resultas de ello actualmente ostenta una figura mucho más atlética. La ilustración lo muestra con su antiguo aspecto.

Un rey tenía una hija

Un rey tenía una hija. Vale, es posible que un principio así, tan conocido, induzca al lector a abandonar la lectura de este cuento, pero no debe hacerlo: muchos cuentos empiezan de la misma forma y después cambian. El caso es que este rey amaba a su hija con locura y cuando la muchacha se hizo mayor le preguntó:


– Hija mía, dime con quién quieres casarte pues ya estás en edad de hacerlo.


Como era una niña mimada y papá siempre le conseguía todo, contestó:


– Quiero casarme con el más fuerte del mundo.


Así que el pobre rey se las vio y se las deseó para encontrar al futuro marido de su hija. Primero llamó a sus ministros y les pidió consejo. De entrada descartaron a Arnold Swarzenegger, a Van Damme y a todo ese tipo de gente, porque no eran fuertes ni nada. Enseguida concluyeron que lo de aquellos tipos no era fuerza de verdad, sino bobadas. Después se pusieron a pensar hasta que llegaron a la conclusión de que el más fuerte del mundo era el sol. Como el rey creyó que a su hija le gustaría, fue a ver al sol y le dijo:


– ¡Oh sol! Tengo una hija que desea casarse con el más fuerte del mundo. ¿Quieres ser su esposo?


– Lo siento –contestó el sol con una sinceridad digna de elogio–, pero no soy el más fuerte del mundo. Para qué engañarte. La nube es más fuerte que yo, pues me tapa e impide que pasen mis rayos a través de ella.


El rey fue a buscar a la nube y le dijo:


– ¡Oh poderosa nube! Tengo una hija que desea casarse con el más fuerte del mundo. ¿Quieres ser su esposo?


– En realidad hay alguien más fuerte que yo –dijo la nube–. El viento, que me trae y me lleva de un lado a otro sin que yo pueda hacer nada para evitarlo.


El rey fue a hablar con el viento.


– ¡Oh viento! Mi hija quiere casarse con el más fuerte del mundo. ¿Quieres ser su esposo?


– Me gustaría mucho –dijo el viento–, tu hija es muy guapa. Pero he de confesarte que no soy el más fuerte. La montaña es más fuerte que yo, ya que por mucho que me esfuerce no puedo atravesarla ni moverla.


Todo esto, si uno es un poco listo ya se veía venir. Es bastante predecible, pero atención: lo bueno es el final. El rey fue a la montaña y dijo lo de siempre. La verdad es que era un rey bastante paciente, pero ya estaba empezando a cansarse de la misma matraca. La montaña le contestó:


– Lamento decepcionarte, rey, pero no soy el más fuerte. El topo es más fuerte que yo. Excava sus túneles dentro de mí y yo nada puedo hacer. Aunque me veas con tan buen aspecto por fuera, estoy hecha un queso gruyére por dentro. Podría derrumbarme ahora mismo.


Entonces el rey fue a buscar al topo y le dijo:


– ¡Oh insectívoro diminuto! Mi hija quiere por esposo al más fuerte del mundo. ¿Te casarías con ella?


– Sí –dijo el topo–, pero mi casa es muy pequeña. ¿Cómo voy a hacer para que viva aquí?


– Eso no es problema –contestó el rey, feliz por fin.


Y así acaba el cuento.



NOTA ACLARATORIA

Aunque este cuento está bien, contado de esta forma puede sonar un poco absurdo. ¿Por qué al rey no le importó que la madriguera del topo fuera tan pequeña? La clave está en un suceso acaecido mucho tiempo atrás que el cuento no aclara. En realidad el rey no podía tener hijas, y de hecho no las tenía. Un buen día entró una topilla en palacio. Al rey le cayó simpática y la adoptó. Después, un mago benevolente convirtió a la topilla en una hermosa niña y esta pasó a ser la hija del rey. Cuando el rey encontró al topo, que era el esposo perfecto para su hija, no tuvo más que pedirle al mago que la devolviera a la forma anterior, cosa que el mago hizo enseguida porque el mago estaba allí para lo que mandara el rey. Y punto. Por eso esta nota. A veces las cosas si no se explican del todo no se entienden bien. Hala. Fin.

Tres países curiosos


En el País del Sol Negro durante el día es de noche y viceversa. A los visitantes les cuesta tanto acostumbrarse a esta peculiaridad meteorológica que es corriente, sobre todo en la capital, ver en pleno día a numerosos grupos de turistas que transitan por las calles del centro vestidos aun por error con pijama y zapatillas. Algunos incluso con gorros de dormir.


Un hecho similar se produce en el vecino País de la Playa, en el que se suele ver a extranjeros despistados que pasean por el casco histórico tranquilamente, o visitan los museos provistos tan solo de un bañador y unas chancletas.


En ambos países las autoridades han tomado la determinación de no llamar la atención a los turistas por estos motivos, pues saben que son solo consecuencia de un despiste, y que la cosa no va más allá, pues no hay mala intención. Y a fin de cuentas... el turismo es el turismo.


Existe un tercer país limítrofe con los dos citados anteriormente, que es el País de la Ducha, pero no vamos a hablar de él aquí.

El negocio del cuervo


Un cuervo con dones proféticos estaba tan harto de que los magos lo importunaran constantemente para preguntarle de todo, que montó una hot-line con gran éxito. Y después una página web.


La hot-line funcionaba así. Cuando un mago llamaba por teléfono para preguntar cualquier cosa, por ejemplo si iba a llover o si la próxima cosecha sería buena, la llamada se desviaba mediante centralita a una solícita y eficiente grajilla que lo atendía con amabilidad al otro lado de la línea, y tomaba buena nota de la pregunta y del teléfono del mago. Al final del día el cuervo estudiaba todas las solicitudes detenidamente y las contestaba una por una. Al día siguiente las grajillas llamaban a los magos y les daban a cada uno la respuesta correspondiente.


La página web funcionaba como todas las páginas web.


En ambos casos el servicio era gratuito, pues el cuervo no había montado aquello para ganar dinero. No era un negocio: tan sólo quería tener más tiempo libre.

14/7/10

El pavo submarino


El Pavo Submarino es un animal muy simple. Pone un único huevo en el fondo del mar y lo incuba durante doce días. Después el huevo sube flotando hasta la superficie y cuando eclosiona, el polluelo sale del huevo... y se va volando. Eso es todo.

13/7/10

Iniesta


Este chico es "lo más", así que el se sepa la música (es de Cole Porter), que la cante.


You’re the top!

You’re the Coliseum,

You’re the top!

You’re the Louvre Museum.

You’re a melody

from a simphony by Strauss.

You’re a Bendel bonnet,

A Shakespeare sonnet,

You’re Mickey Mouse!

You’re the top!

You’re Mahatma Gandhi.

You’re the top!

You’re Napoleon Brandy,

You’re the purple light

of a summer night in Spain.

You’re the National Gallery,

You’re Garbo’s salary,

You’re cellophane!

You’re the top!

You’re a dance in Bali.

You’re the top!

You’re a hot tamale.

You’re an angel, you,

Simply too, too, too divine,

You’re a Boticcelli,

You’re Keats,

You’re Shelley!

You’re the top!

Minucia


Menudencia. Pequeñez. Cosa, detalle, circunstancia o requisito de muy poca importancia, particularmente si resulta pesada o molesta. Esto dice doña María Moliner y está muy bien pero además Minucia, con mayúscula, fue una hermosa Vestal que vivió en Roma en el año 337 a.C. Es poco conocida aunque diera su nombre a una palabra tan común en nuestro idioma. Su historia es esta: un día un esclavo la denunció ante los pontífices, nadie sabe por qué, tal vez por despecho o algo así. El motivo oficial de la denuncia fue que Minucia “cuidaba su atuendo más de lo normal”. Textualmente. Así como lo oyen. Imagínense si se admitieran denuncias así hoy en día. Por semejante insignificancia Minucia fue juzgada, condenada, violada y enterrada viva en el Campo del Crimen. Aclaración: lo de violada se debe a que la ley romana prohibía matar a una virgen, así que cuando una era condenada a muerte.... había que violarla antes. Sería una minucia, pero los pontífices no se anduvieron con chiquitas.


NOTA: A veces pongo en este blog fotos de estos libros-collage troquelados que solía hacer a mano hace tiempo. Una ocupación como otra cualquiera que me mantuvo entretenido durante años. He puesto este aquí porque me pareció adecuado. Es diminuto. Apenas mide 9 cm de alto. O sea, una minucia.

12/7/10

Iker


“¡Oh Capitán! ¡Mi Capitán! Levántate y escucha las campanas; / Levántate, para ti flamea la bandera, para ti suena el clarín. / ¡Oh Capitán! ¡Mi Capitán!." (Walt Whitman)

9/7/10

La niña culturista


Una niña culturista era tan fuerte que nadie se atrevía a decirle nada. Iba diariamente al gimnasio y estaba como un toro. Esta niña era muy peligrosa y todos le tenían miedo; por menos de nada te soltaba un guantazo. En cierta ocasión una profesora se atrevió a insinuarle inocentemente que no había estudiado lo suficiente y la niña se enfadó mucho. Concretamente la profesora le dijo:


– Susanita, querida, comprendo que estás muy ocupada últimamente y no quisiera molestarte, pero no te sabes la lección. Si hay alguna razón por la que no hayas podido estudiar ayer, debes decírmela, cariño. No te preocupes, lo entenderé.


Sin mediar palabra la niña le dio tal bofetón a la profesora que la envió de golpe a Australia. Pero para la profesora eso fue una suerte. Era una mujer muy tímida y aunque siempre había deseado casarse, no había podido encontrar el novio adecuado. Australia estaba llena de hombres solteros y guapos, así que había mucho donde elegir. Con el tiempo se convirtió en una mujer coqueta y divertida, que salía todas las noches y ligaba mucho... y aquello era mil veces mejor que dar clase a la niña culturista.

Árboles y secretos


Es bien sabido desde la antigüedad que los árboles conocen todos los secretos del rey, y pueden difundirlos a los cuatro vientos cuando agitan sus ramas.


Esta amenaza ha constituido a lo largo de la historia una grave preocupación para las casas reales reinantes en todo el mundo que han buscado, sin éxito, una solución. La tradicional afición de la realeza por los parques y jardines no hace sino agravar el problema. Además, muchos monarcas han comprobado ya sobradamente que si se cortan dichos árboles, los retoños que nacen en su lugar son también conocedores de los mismos secretos.

6/7/10

Diálogos de besugos

Dos besugos amigos se llamaban por el teléfono móvil constantemente para quedar, pero nunca quedaban.


– Paco –decía uno–, soy Heriberto. Te llamo para ver si quedamos. Yo voy hacia el Coral. Podemos vernos allí.


– Oh no. No puedo –contestaba el otro–. Precisamente iba a llamarte yo. Para quedar. Pero no puede ser hoy. Hoy he quedado con Jaime en el Pescador. Tengo que llamarlo ahora.


– Ah. En ese caso podemos quedar mañana. Te llamo.


– Sí, llámame y quedamos. O te llamo yo.


– Vale. Llámame tú y quedamos. Yo quedo. Nos llamamos. Por cierto, ayer me llamó Alberto. Para quedar. Podíamos quedar todos.


– Genial. Buena idea. Yo lo llamo y quedo. Tú queda con Jaime. Quedamos así ¿vale?


– Vale, vale. Oye tengo que dejarte. Ya quedamos, Heri. Te llamo.


– Sí, llámame. Adiós.


– Hasta luego, Heri. Quedamos mañana.


– Okey tú. Quedamos así. Hablamos.


Después colgaban. Al día siguiente volvían a llamarse y la conversación se desarrollaba de forma más o menos parecida, y al final nunca quedaban ni nada. Era absurdo.

3/7/10

Diseño de alfombras






Esta mañana me he levantado animado y con ganas de trabajar. Así que me he puesto a diseñar alfombras. ¡Tiembla Nani Marquina! Antes del desayuno ya tenía más de cien. Como muestra aquí van cinco. Son todas de pura lana, anudadas a mano y por supuesto, ninguna existe. Ya sé que son un poco “años 80”, pero bueno ¿qué le voy a hacer? De arriba a abajo: modelos “Hockney World”, “Couture”, “The Plot”, “Esto es un lío” y “Play it again, Sam”. ¿Recuerdan? ...esto era un blog de cuentos.

Cerdo (gastronomía)


El cerdo es uno de los pilares de nuestra gastronomía. De él solemos decir en España que nos gustan hasta sus andares. Y no es una afirmación gratuita, pues en verdad andan con gracia estos orondos artiodáctilos. Los cerdos son paquidermos, lo que quiere decir que son parientes de los elefantes y no nuestros. Hay muchas clases de cerdos: Chester, Tamworth, Cochino Negro Canario, Cerdo Rústico Alemán, etc. Lamentablemente aquí no disponemos de espacio suficiente como para dedicarles atención a todos. Los cerdos son un mundo. Los países con más cerdos del planeta son Estados Unidos y China. Esto es verídico y no tiene ningún doble sentido.


Chesterton, que sentía verdadero amor y entusiasmo por este animal de gozosa arquitectura física, tuvo en propiedad una simpática puerca de Hampshire cuyo nombre de pila era Inglaterra y a la llamada venía. Claro que el famoso escritor nunca pudo comentarlo con nadie en su propio país, pues hubiera sido acusado erróneamente de antipatriota. Parece ser que Inglaterra era una cerdita delicada y sumamente cortés. George Clooney también tuvo un cerdo recientemente fallecido al que amaba con locura, lo que no pareció constituir ningún obstáculo para sus muchas admiradoras.


Contrariamente a la creencia común, los cerdos tienen el estómago delicado y ha de ofrecérseles una comida de muy buena calidad para evitar que enfermen. Tener un cerdo enfermo en casa es un signo inequívoco de mala suerte desde tiempos muy antiguos, y algo que debe evitarse a toda costa. Al cerdo hay que matarlo... sano.


El cerdo daría para mucho, pero por no alargar excesivamente esta entrada y para terminar, diremos sólo tres últimas curiosidades más acerca de ellos. Una, que en algunas zonas si tiene menos de un año se lo llama “garrapo”. Dos, que los indios cairí apreciaban la carne de este mamífero hasta tal punto que pidieron a Dios que lo creara para ellos, a lo que el Supremo Hacedor accedió encantado (Dios disfrutaba con este tipo de retos). Tres, que todos los cerdos son muy supersticiosos y si ven un peligro, enseguida hacen la señal de la cruz y se encomiendan a todos los santos.


NOTA: El de la foto soy yo. No es que me considere un cerdo ni crea que tengo algo que ver, aunque la verdad es que opino que todos somos un poco "cerditos" a veces. Pero sí que aprecio bastante a dicho animal. A fin de cuentas, como gallego me he criado con ellos (ya saben, cocido, chulas de sangre, chorizos, orella, cachucha, en fin) y la foto, no sé por qué me pareció adecuada. Por si acaso... al fondo hay unos flamencos.

El hombre que podía volar


El hombre que podía volar agitando arriba y abajo los brazos exactamente igual que hacen las aves con sus alas, nunca fue tomado en serio.

2/7/10

El iceberg


Un rey tenía un reino en el desierto. Era un reino muy extenso pero nunca llovía en él y esto constituía un problema grave. El ministro de agricultura había ensayado ya toda clase de sistemas para intentar paliar la sequía, pero ninguno daba resultado. Por todo el reino los súbditos protestaban y el rey estaba muy preocupado. Lo último había sido una huelga general de camellos que había tenido paralizado el reino durante todo un mes.


Una mañana temprano llegó a palacio una mofeta muy emprendedora. Llamó a la puerta y le abrió el propio rey envuelto en una bata de baño y chorreando, ya que en aquel preciso momento estaba en la ducha y ningún criado quiso ir a abrir, pues todos estaban en la piscina. La mofeta, que se llamaba Claudia, le dijo al rey:


- Rey, tengo la solución para la sequía. Traeremos un iceberg de la Antártida.


El rey vio que la idea de la mofeta era buena y puso a su disposición todo lo necesario. Claudia contrató un barco, reclutó a los mejores canteros del reino y todos se embarcaron en él y partieron hacia la Antártida. Cuando llegaron a la Antártida escogieron un iceberg bien bonito. La mofeta se subió encima y dijo al resto de la tripulación:


- Muchachos, cogeremos este. Es el más grande.


Entonces vino la Antártida y dijo:


- No podéis llevaros este iceberg. Es mío.


La mofeta le contestó:


- Oh, no queremos llevárnoslo, querida Antártida. Sólo queremos hacerte un regalo. Lo tallaremos y haremos con él una escultura para tu casa.


- Pensándolo bien -se dijo la Antártida-, tengo la casa vacía y eso puede resultar decorativo. Además, si no me gusta, siempre puedo fundirlo. De acuerdo, adelante.


Y les dio permiso. Los canteros y la mofeta se pusieron manos a la obra. La Antártida estaba intrigada pensando qué esculpirían y venía cada mañana a ver como iba el trabajo. El tercer día ya se adivinaba qué era lo que estaban haciendo los escultores: un hermoso barco de 4 palos. La Antártida dijo:


- Vaya, es un barco; me encantan los barcos. Lo pondré encima del aparador y será la admiración de mis invitados.


La mofeta no dijo nada. Una semana después la escultura estaba terminada. Era un enorme barco idéntico en todo al barco en el que habían venido la mofeta y los canteros. De hecho eran tan iguales que resultaba imposible distinguirlos. Claudia le dio a la Antártida el barco de madera y le dijo:


- Querida Antártida, aquí tienes tu regalo.


- Cielos, es un barco precioso, -dijo la Antártida-, estoy muy emocionada. No sé cómo agradecéroslo.


La mofeta y los canteros se despidieron de la Antártida, embarcaron en el nuevo barco de hielo y se hicieron a la mar. Durante el regreso el calor derritió un poco el hielo, sobre todo los palos y el velamen, pero consiguieron llegar a puerto con el iceberg casi entero. Una vez allí el rey del desierto mandó romper el barco en cubitos pequeños y los envasaron todos en tetra-packs. Así tuvieron agua para muchos años.


Aparte también picaron un poco para los gin-tonics de la Reina Madre.