(Estas dos conversaciones telefónicas -auténticas aunque parezca increíble, juro que no he añadido casi nada– se produjeron en España en el año ¡2008! Por supuesto, con dos operadores distintos.)
– ...
– Fenosa, buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?
– Hola, buenos días. Quisiera cambiar el titular y la cuenta de pago de un servicio.
– ¿Es usted el titular?
– No.
– Muy bien. ¿Me dice la dirección?
– X
– ¿Y el titular actual?
– XY
– ¿Por qué quiere cambiar el titular?
– ¿Cómo que por qué? ¿Qué importa eso? Sólo quiero cambiarlo.
– Lo siento, pero para hacer el cambio necesito un motivo.
– Verá... es un poco largo de explicar. Mi mujer y yo nos hemos separado. La titular del servicio era ella, pero ahora el piso es mío y quiero cambiarlo a mi nombre. Y también hay que cambiar, lógicamente, la cuenta de pago. Sobre todo para que no lo siga pagando ella.
– Bien. Tiene que enviarme usted la sentencia de divorcio.
– ¿Cómo?
– Como lo oye.
– Eh... bueno, vamos a ver, creo que no lo ha entendido bien. No hay ningún divorcio. Yo no he dicho eso. Sólo que nos hemos separado.
– Pues entonces tiene que enviarme el acta de separación.
– ¿Quiere decirme que para cambiar el titular de la luz tengo que enviarle un acta de separación? No hay ningún acta de separación. Esto es delirante. Pero ¿qué importa eso? Y si fuera mi hermana, ¿qué?, ¿me pediría el libro de familia? ¿Qué quiere decir?
– Oiga, no se ponga usted así. Yo solo le digo lo que hay. Las cosas son como son.
– ¿Las cosas son como son? Mire, se lo voy a contar de otra manera. Yo vivía con una persona en mi casa que tenía la luz a su nombre. Ahora esa persona ya no vive conmigo, así que quiero poner la luz a mi nombre. Además, ¿a ustedes qué más les da si estoy casado, separado o aun no he hecho la primera comunión, si van a seguir cobrando la luz igual?
– En ese caso tiene que llamarnos ella para darse de baja.
– Pero... Esto es absurdo. ¿Cómo van a saber que es “ella”? Podría ser cualquiera haciéndose pasar por “ella”.
– Para eso se graban las conversaciones.
– (!) Sí, desde luego. Alucino, señorita. Se graban para que si algún día alguien tiene la santa paciencia de oirlas se desternille oyendo las idioteces que son capaces de decir ustedes. Buenos días.
(cuelga)
.......................................................
(segunda llamada, esta vez hecha por XY. O sea “ella”.)
– ...
– Fenosa, buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?
– Hola, buenos días. Quisiera cambiar el titular de un servicio y la cuenta de pago.
– ¿Es usted la titular?
– Sí.
– Muy bien. ¿Me dice su nombre?
– XY
– ¿Y la dirección?
– X
– ¿Cuál es el nuevo titular?
– Un momento que se lo paso.
– Hola.
– Hola. ¿Es usted el nuevo titular?
– Sí.
– ¿Me dice su nombre?
– XXY
– De acuerdo ¿Y la nueva cuenta de pago?
– 0011 5493 2540 5512
– De acuerdo, señor XXY. Ya está todo. ¿Desea algo más?
– No. Muchas gracias. Adiós.
– Adiós. Que tenga un buen día.
1 comentario:
Jajajajajajaja... delirante... pero es cierto: tal cual son las cosas. Estamos locos.
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