Una niña culturista era tan fuerte que nadie se atrevía a decirle nada. Iba diariamente al gimnasio y estaba como un toro. Esta niña era muy peligrosa y todos le tenían miedo; por menos de nada te soltaba un guantazo. En cierta ocasión una profesora se atrevió a insinuarle inocentemente que no había estudiado lo suficiente y la niña se enfadó mucho. Concretamente la profesora le dijo:
– Susanita, querida, comprendo que estás muy ocupada últimamente y no quisiera molestarte, pero no te sabes la lección. Si hay alguna razón por la que no hayas podido estudiar ayer, debes decírmela, cariño. No te preocupes, lo entenderé.
Sin mediar palabra la niña le dio tal bofetón a la profesora que la envió de golpe a Australia. Pero para la profesora eso fue una suerte. Era una mujer muy tímida y aunque siempre había deseado casarse, no había podido encontrar el novio adecuado. Australia estaba llena de hombres solteros y guapos, así que había mucho donde elegir. Con el tiempo se convirtió en una mujer coqueta y divertida, que salía todas las noches y ligaba mucho... y aquello era mil veces mejor que dar clase a la niña culturista.
2 comentarios:
Nunca sabes dónde va a estar tu suerte, a veces, un bofetón a tiempo...
Hoy en día hay mucho niño/a culturista en los institutos, pero los profesores no terminan con historias de amor.
Publicar un comentario