31/1/10

El gallo de Santo Domingo

El gallo de Santo Domingo de la Calzada que estando ya en el horno rompió a cantar, fue un caso único en la historia de las peregrinaciones a Compostela. Dicho gallo, según algunos de raza siciliana, tras salir del asador testificó a favor de un niño peregrino que siendo inocente había sido condenado a la horca, salvándolo así de una muerte segura. Después de este incidente nadie volvió a intentar cocinar al gallo, que acompañó al chiquillo a Santiago, ganó el jubileo y vivió tranquilamente muchos años en compañía del muchacho.


Ya en su vejez, el gallo mantuvo una animada relación epistolar con otro gallo, el de Barcelos, al que conoció en persona en Coimbra y que parece ser era primo suyo por parte de madre. Dicha correspondencia es de gran interés y puede consultarse, previa solicitud por escrito, en el Museo Arqueológico de la ciudad de Barcelos.


Otro gallo famoso fue el que tuvo el rey Nicomedes II de Bitinia. Se llamaba Centauro y era tan aficionado a la bebida, que el propio rey tuvo que prohibir terminantemente mediante un edicto público que se le ofreciera vino.

29/1/10

Clases de amores


Según Don Juan Manuel, las formas del amor son exactamente quince: amor cumplido, amor de linaje, amor de deudo, amor verdadero, amor de igualdad, amor de provecho, amor de necesidad, amor de interés, amor de ventura, amor temporal, amor de palabra, amor de corte, amor de mentira, amor de daño y amor de engaño.


No voy a explicarlas todas aquí porque no tengo tiempo, pero el primero, el amor cumplido, es el más importante. Es muy difícil de encontrar. Y es el mejor de los amores.

Adormidera (botánica)


Todo el mundo conoce la adormidera (Papaver somniferum) o hierba del sueño, aunque algunos la confunden a menudo con la amapola (Papaver rhoeas). La adormidera es una planta típica de la península ibérica que florece en mayo. La hay en abundancia por los caminos, o sea que es gratis. Tiene las flores blancas o violetas. También se cultiva en Oriente para extraer de ella opio. Y morfina. La variedad oriental tiene las flores de color rojo. Las virtudes de la adormidera se conocen desde hace más de 2000 años. Ya en la Odisea, Polidamna se la dio a Helena para que esta pudiera así “olvidar toda pesadumbre”, cosa que de todos modos Helena no consiguió mediante dicho procedimiento y tuvo que emplear otros.


En la mitología antigua es la planta de Morfeo, hijo del Sueño y de la Noche. Parece ser que antes de ser una planta la adormidera era un hombre muy atractivo, un griego llamado Mecón. La diosa Deméter se enamoró perdidamente de él y decidió convertirlo en la papáveracea actual que todos conocemos. Y es que los dioses y diosas griegos siempre tuvieron una forma muy peculiar de demostrar su amor por los humanos.


La verdadera amapola (Papaver rhoeas), de flores rojas, tiene también potentes alcaloides pero de ella no puede obtenerse morfina. Tampoco se cultiva con fines ornamentales ya que su floración es muy breve. Sin embargo y a pesar de todos estos inconvenientes a esta planta se le ha dedicado una bella canción que todo el mundo conoce y puede tararear libremente en su casa: “Amapola, lindísima amapola...” Hágalo. Tararéela. Verá como resulta hipnótico.

26/1/10

Morir contra el mar


Según cuenta Nicolao de Damasco, embajador de Herodes el Grande en el siglo I, los celtas de la costa oeste de Europa, o sea bretones y gallegos, eran pueblos muy orgullosos y bravos. Tanto que si a uno de ellos lo sorprendía en la playa una ola o una repentina crecida del mar no huía, sino que se enfrentaba al océano con las armas él sólo, y no cejaba en la lucha hasta morir por cansancio, para que si alguien estaba observándolo no pensara que tenía miedo. Y a esto lo llamaba Nicolao, de ahí el título del cuento, "morir contra el mar".

22/1/10

Bautismo


Los antiguos cristianos rusos practicaban una forma de bautismo por inmersión que consistía en introducir al pequeño en un agujero hecho en el hielo. Si la corriente arrastraba al niño daban gracias a Dios, pues pensaban que se lo había llevado él en persona. Es lo bueno de los creyentes: que siempre encuentran una explicación razonable para todo.

Necios, necedades y La Orden de la Tenaza

Francisco de Quevedo en su “Origen y definiciones de la necedad” estableció ya en 1624 una serie de categorías de necios que siguen teniendo plena validez hoy en día. Comoquiera que desde entonces nadie ha vuelto a hacer un estudio pormenorizado del tema, reseño aquí una breve relación que incluye las más importantes clases de necios citadas por don Francisco, a veces someramente comentadas. Más que nada porque quede claro y por escrito que las hay aun hoy. Son estas.


Necio a perfil, el que ocupa un lugar que no le corresponde y del que le van a apartar. Necio azafranado, el que se suena las narices en medio de una plática. Necio aventajado, el que pregunta ¿qué hace usted? viendo con claridad lo que está haciendo el otro. Necio superfluo, el que dice ¿cómo está usted?, viendo que el otro está bien. Necio de la China, el que se mete en la conversación de otros sin que se lo pidan. Necio de pernil, el que entra por una puerta cerrada y la deja abierta. Y bien. Con estos ya vale para que se hagan una idea. Necios son tantos y de tantas clases que no se pueden decir todas. Hay necios de gallos, necios acantarados, de quintaesencia, argentados, colchados, de solemnidad, inaguantables, con verdugo, generales, regoldones, con felpas, de tres suelas, bruñidos... etc., etc. (esto también podría ser necedad). Una clase de necio sorprendente, por supuesto también citada por Quevedo que en esto fue exhaustivo, es “necio con verdugo en el celebro y campanario en la mollera”. Claro que esta clase requiere una explicación muy compleja, para que la no tenemos tiempo ni espacio aquí.


Lo cierto es que don Francisco nunca ha sido bien entendido por los españoles de a pie, que tienen una idea un tanto vaga de su humor cáustico y de su papel como personaje singular del XVII. La realidad es que Quevedo fue irrepetible: por su talento literario y también por su osadía. Si hubiera vivido hoy seguramente el público no lo conocería nunca, porque ninguna editorial se atrevería a publicarle nada. No era un autor de éxito como John Grisham, aunque muchas de sus obras fueron conocidas y populares en su tiempo. Era un tipo especial.


Como sé que difícilmente saldrán ustedes corriendo a comprarse unas obras completas de Quevedo, me atrevo a transcribir aquí un breve fragmento de las “Epístolas del Caballero de la Tenaza”, (algo así como la Virgen del Puño), obra en la que don Francisco satiriza la racanería y que, como todo lo suyo, es plenamente actual. Por poner un ejemplo, yo mismo tuve un casero en La Coruña que me confesó que él en los restaurantes siempre pedía primero la cuenta y, una vez que se la habían traído y había pagado, entonces pedía dos copas más... a ver si no se las cobraban. Este podría ser un buen candidato a la Orden de la Tenaza. Seguro que cualquiera de mis lectores conoce a alguien que se le parece. En fin, retomo el hilo. Veamos un fragmento de las “Epístolas del Caballero de la Tenaza”, en el que el susodicho caballero contesta por escrito a una señora que le reclama la paternidad de un hijo. Les dejo con don Francisco. Léanlo despacio y disfruten cada palabra. No tiene desperdicio.


“Díceme vuesa merced que está preñada, y lo creo, porque el ejercicio que vuesa merced tiene no es para menos. Quisiera ser comadre para ofrecerme al parto, que compadres sobrarán en el bautismo mil. Dame vuesa merced a entender que tiene prendas mías en la barriga, y podría ser, si no ha digerido los dulces que me ha merendado, que el hijo yo se lo dejo todo entero a quien lo quisiere, no pudiendo ser entero de nadie. Señora mía, si yo quisiera ser padre, en mi mano ha estado hacerme fraile o ermitaño, no soy yo ambicioso de crías. Y desengáñese vuesa merced que yo no he de tragar este hijo, porque no como hijos como Saturno, ni lo permita Dios, y antes muera que tal trague.”

17/1/10

Audición y lógica


Un grupo de mujeres intercambiaban experiencias sobre la dificultad que tenían todas para conciliar el sueño a causa de los ruidos nocturnos. Y comentaban al mismo tiempo lo bien que dormían en cambio sus respectivos novios o esposos. Algo sorprendente. Al cabo de un rato, tras varias y animadas deliberaciones acabaron concluyendo, con gran lógica, que los hombres debían de tener... algún defecto auditivo.

13/1/10

Manuel Mastache (retrato)


El tipo más elegante, refinado y cortés de la moda gallega de los 80: Manuel Mastache. Aquí está. No sé qué fue de él. Le perdí la pista hace mucho tiempo, cuando me fui a vivir a Madrid en los 90. Pero siempre me gustó mucho esta foto que hice entonces con película Polaroid 9x12 y con una cámara de placas Toyo, casi al mismo tiempo que aprendía a manejarla. Después me aficionaría mucho a ella (a los fotógrafos de entonces nos volvían locos las cámaras de gran formato). Hoy, si me la pusieran otra vez en las manos ya no sabría ni por donde empezar. Es lo malo de lo digital: que ha acabado con nosotros (conmigo por lo menos). Pero en fin, ya he dicho otras veces aquí que el retrato... es también un género literario. Hic est.

Pigmalión


A este señor que era rey de Chipre y además artista, le ocurrió algo muy común entre los artistas (parece ser): se enamoró de una escultura que había hecho él mismo. Era una escultura de Venus. Lo que ya no fue tan común fue lo que pasó después: la Venus de verdad vino, convirtió la estatua en una mujer real y Pigmalión se casó con ella y tuvo una hija. Admirable ¿verdad? Esta leyenda es tan increíble que no es extraño que todos los hombres del mundo la hayan tenido siempre por verídica...

10/1/10

El ayuno monacal


He vuelto a leer recientemente un suceso curioso y muy comentado de la escolástica medieval gallega: la famosa polémica del ayuno monacal. La resumiré aquí para aquellos que no la conozcan.


Parece ser que en la Edad Media los monjes del interior de Galicia se enfrentaron a los de la costa con motivo de la prohibición de comer carne en Navidad y Cuaresma, ya que los segundos la practicaban comiendo centolla, langosta, vieiras, bueyes de mar, percebes, camarones, etc., y los primeros tenían que contentarse malamente con castañas o berzas. El asunto llegó a cobrar tanta importancia que los monasterios de la montaña orensana y luguesa elevaron una protesta formal al obispado de Santiago, solicitando que se prohibiera a los de la costa el consumo de dichas viandas.


La curia compostelana de forma muy diplomática dictaminó que era lícito consumir en aquellas fechas “cuanto saliera de las aguas”, y los monjes del interior se dieron por satisfechos con la sentencia. A partir de entonces los obedientes religiosos de la Ribeira Sacra adquirieron la costumbre de arrojar a los ríos cerdos, terneras, ocas y gallinas, para pescarlos a continuación antes de proceder a cocinarlos.

9/1/10

La encrucijada

El caballero que en un cruce de caminos tuvo que elegir uno y se equivocó, no lo tuvo fácil. A cualquiera en su caso le hubiera pasado lo mismo. El camino de la derecha conducía a la muerte, el de la izquierda a la desesperación y el recto al olvido. Y no había vuelta atrás. No se le puede reprochar que fracasara. En aquellas condiciones era muy difícil salir airoso.

La serpiente bípeda

La serpiente bípeda era un animal tan ridículo que se extinguió por vergüenza.

7/1/10

Duendes


La Wikipedia define duende como ser mitológico de la naturaleza, guardián de los bosques y de los seres que los habitan. La definición está bastante bien pero es mejor y más precisa la del Covarrubias que explica en detalle cómo de entre los espíritus que cayeron con Lucifer, algunos fueron incapaces de bajar a las profundidades y quedaron atrapados en la superficie de la tierra: esos son los duendes. Y otra aun mejor si cabe es la del Corominas que los describe con elegante brevedad como “espíritus traviesos que aparecen fugazmente.” La fugacidad es un rasgo típico del comportamiento de estos seres mágicos que efectivamente pueden aparecer y desaparecer a voluntad.


Trasgos, brownies, elfos, hadas, goblins, xanas, mouras, boiets... hay cientos de duendes distintos y cada país tiene los suyos propios. Algunos viven en setas en medio del bosque y otros, la mayoría, en las casas, generalmente revolviéndolo todo y molestando. Si hay algo que adoran los duendes es molestar a los humanos.


Un duende gallego típico por molesto es el chinchaollo. Es un duende pequeño que se mete dentro de un erizo de castaña. Lo único que sabe hacer el chinchaollo es estar agazapado en la castaña y saltar y darle en el ojo al vareador, cuando este agita las ramas del castaño. Por lo demás el chinchaollo es inofensivo. Y claro está, también hay duendes buenos. Los meniñeiros por ejemplo son otros duendes gallegos, diminutos e invisibles. Viven en las cunas de los recién nacidos y los hacen sonreir cuando se acerca un adulto, una ocupación deliciosa qué duda cabe.


Ciertos duendes pueden ser corpóreos. Uno que vivió en tiempo de Teodosio el Grande (347-395) tenía aspecto humano y puesto en pie alcanzaba sobradamente la altura de una codorniz pequeña. Este duende tenía el poder de gobernar las mareas y hablaba varias lenguas a la vez. Murió a avanzada edad y su calavera, que era del tamaño de una avellana, fue propiedad del Papa Luna y posteriormente pasó a manos de la corona española. La rompió el infante Javier de Borbón en 1761 al caérsele al suelo distraídamente, mientras jugaba con ella.


No todos los duendes son pequeños; también los hay gigantescos. En 1989 John R. Winckler, profesor de la Universidad de Minessota, descubrió varios tipos de duendes de gran tamaño hasta entonces desconocidos. Los llamó duendes de luz aunque otros colegas suyos, meteorólogos, prefieren llamarlos por el nombre más técnico de “rayos nube-tierra positivos”. Los duendes de luz viven a más de 30.000 m de altitud, sobre la troposfera. Son parientes lejanos de los rayos normales. Aparecen y desaparecen fugazmente durante apenas una décima de segundo, y en ese breve tiempo toman la forma de una impresionante columna de luz de colores y pueden llegar a alcanzar hasta 70 kilómetros de altura. Haciendo gala de un criterio científico admirable y poco común, el profesor Winckler los clasificó atendiendo a su forma en cuatro clases: duendes medusa, duendes brócoli, chorros azules y duendes Carmen Miranda. Los duendes Carmen Miranda aun no siendo los más grandes de todos son sin embargo los más espectaculares. Si quieren saber más sobre ellos les recomiendo un libro maravilloso: “Guía del observador de nubes”, de Gavin Pretor-Pinney.


Otros duendes curiosos son los duendes del flamenco y los de Andalucía; los de Pastora Pavón; los de Falla, los del Lagartijo, Joselito o Belmonte; los de las cabezas heladas y blancas que pintó Zurbarán; los de la danza; los del páramo de Ocaña de Jorge Manrique; los duendes de las almas de Velázquez, Quevedo y Cervantes y en fin, los duendes todos de Castilla. Pero de esos otros ya habló en una canción y dijo cuanto se podía decir de ellos Federico... otro duende.


Como sé que el penúltimo párrafo de este cuento puede sonar un poco fantástico y para que vean que no me invento nada, aquí les dejo un enlace con unas cuantas fotos de duendes de luz: http://axxon.com.ar/zap/c-zaprygaleriad.htm

6/1/10

Los leones azules


El león azul pertenece a la familia de los grandes felinos, al igual que el leopardo verde y el tigre gris. Este bello animal es muy parecido al león común (Panthera Leo) pero en lugar de pardo o tostado es, como su propio nombre indica, azul. Mide un metro de alzada y puede llegar a alcanzar los tres metros de longitud contando la cola; y pesar más de 175 kilos. La abundante melena que le cubre la cabeza y los hombros puede variar desde un delicado azul celeste a un intenso color marino. El macho tiene además un pincel de pelos en la punta de la cola, obviamente azul.


Los leones azules son depredadores que cazan en manadas. Las hembras paren tres o cuatro cachorros que recién nacidos son de un bonito color lila con manchas más oscuras. Dos variedades de león azul, la del Atlas y la del Cabo, están extinguidas.


Todos los leones son reyes, pero los leones azules lo son más pues reinan sobre los otros leones. Si se cruza un león azul con un tigre de bengala, los cachorros que nacen de esta unión son los animales más hermosos del mundo.

5/1/10

El fracaso


El fracaso es relativo. No hay que tomárselo muy en serio; si no, uno lo pasa muy mal. Conozco a muchas personas que sufren lo indecible a causa de una creencia errónea sobre el fracaso. Eso les perjudica. Se ven como “perdedores”, algo que sólo se da en las películas americanas pero no en la realidad. Al menos no en la realidad europea, creo yo. El caso es que sea como sea les afecta mucho. Como si el hecho de que las cosas salgan mal sea culpa de ellos. Y no. No es así.


Cuidado, que no hablo de inteligencia emocional u otras bobadas parecidas. No es eso. No hay que comprarse ningún libro para entenderlo. Es mucho más sencillo. Es solo cuestión de perspectiva. Por ejemplo: yo he fracasado como deportista de élite y eso no me produce ningún transtorno. Un amigo mío, poeta, fracasó como trapecista y tampoco le importa. Mi dentista fracasó como abogado y le va estupendamente (de hecho vive como un señor). Y Pau Gassol fracasó -bueno, está en ello-, en su intento de convertirse en el jockey mejor pagado del mundo. No les cuento el caso de mi primo Marcial que es presidente de la confederación de empresarios y en realidad quería ser músico, porque lo de Marcial sí que les haría llorar. De vez en cuando todavía se arranca con el clarinete... el pobre. ¡Es que da pena!


O sea que todo el mundo fracasa excepto la Preysler. ¡Hasta Tolstoi fracasó como autor cómico!


NOTA: El de la foto soy yo, fracasando como rico en un súper hotel de Costa Adeje, ya que en realidad no tenía un duro y solo fui allí... a tomar un café.

4/1/10

Las piedras que hablaban

Las piedras que hablaban, Lacónica Gimnita y Lacónica Argentea apenas decían nada, a lo sumo una frase o dos al día. Sin embargo y a pesar de su parquedad verbal siempre se tuvo a estas piedras por sabias y en la Edad Media* fueron muy apreciadas por estudiosos, filósofos y alquimistas. Se llegaban a pagar grandes sumas de dinero por ellas y los que tenían la suerte de hacerse con una, eran considerados por los de su tiempo grandes maestros en todas las ciencias del conocimiento. Tal fue el caso de Marbod de Rennes que fue propietario de varias, e incluso llegó a escribir las biografías de las más notables en su tratado “De Lapidibus”.


Ya en la antigua Roma fue famosa en todo el imperio la Piedra del Escándalo, Petra Scandali, que estaba en el Capitolio y a la que tenían que tener amordazada permanentemente, porque no hacía más que decir barbaridades. Según se sabe Teobaldo de Villiers también tuvo una, de color verde claro, veteada de gris y muy pulida. Por lo que sabemos pudo tratarse de algún tipo poco conocido de silicato de magnesio. Era del tamaño de un huevo de gallina mediano y daba los buenos días educadamente todas las mañanas, en varios idiomas y en bretón.


Pero la piedra parlante más conocida de todas fue la que poseyó San Crisóstomo de Paula (1210 Colonia - †1263 Menorca). Parece ser que el joven y apuesto Crisóstomo obtuvo esta piedra en la universidad de París en el año 1246, de manos de Alberto Magno como pago a ciertos servicios no del todo aclarados, quién a su vez la había recibido de Tomás de Aquino que dudaba de su autenticidad y solía usarla como pisapapeles. La piedra era totalmente blanca y lisa, casi translúcida, y hablaba en voz muy baja con exasperante lentitud: pronunciar una sola sílaba le llevaba varias horas.


Se cree que fue precisamente esta piedra la que dictó al santo letra por letra, el grandioso e inacabado poema titulado “De la glorificación de los cien mil nombres del Altísimo uno por uno, y de los setecientos doce nombres de la Santa Madre de Dios, la Virgen María; seguido este canto del que enumera los otros nombres: los de los Ángeles Custodios y los de los Ángeles de la Luz. Y también los (nombres) del resto de las cosas del mundo dignas de mención, como son los (nombres) de los animales hermosos y los (nombres) de las gentes diversas que pueblan el cielo y los (nombres) de la tierra verde bendecida por Dios Nuestro Señor”. Por desgracia tan sólo se conserva un pequeño fragmento del primer verso de este poema, y no en muy buen estado.**


En el año 1263, estando de visita en las islas Baleares invitado por el rey Jaime II, San Crisóstomo murió de forma inesperada y trágica al resultar aplastado por la losa de una taula menorquina que cayó sobre él súbitamente, mientras el santo descansaba a su sombra. Según la leyenda local, la taula y la piedra aprovechando el profundo sueño del santo platicaban en voz baja sobre lo divino y lo humano cuando en algún momento de la conversación la primera montó en cólera al oir que la segunda ponía en duda el dogma de la encarnación del Verbo. Cegada por la ira, la taula dejó caer deliberadamente su losa superior sobre la piedra, y pulverizó así a la hereje.


* Si bien fue entre los siglos X y XIII cuando estas piedras alcanzaron mayor fama, eran bien conocidas desde la antigüedad y aparecen citadas ya por Teofrasto en el siglo IV a. C., y por otros cronistas. El propio Heleno, hijo de Príamo, tuvo una siderita de color negro que siempre decía la verdad, y se sabe que esta piedra participó activamente con sus opiniones y consejos en la planificación estratégica y militar de la guerra de Troya: es probable que la idea del caballo de madera fuese suya. En el siglo I, Gerberto, que fue papa con el nombre de Silvestre II, también tuvo una piedra parlante, pero era falsa pues se la había hecho fabricar él mismo. Numerosos autores atribuyen la facultad del habla a la simple obsidiana, pero puedo asegurar sin temor a equivocarme que dicha creencia es errónea. Yo mismo he comprado varias y tras someterlas a variados e intensivos interrogatorios durante días, no he conseguido obtener de ellas ni una palabra.

** Actualmente Rudof A. Heine y Alberto Castrillo-Jiménez, reputados profesores de literatura medieval de la universidad de Stanford, preparan la primera edición facsimilar, crítica y comentario de esta obra magna, cuya publicación ha generado una enorme expectación entre los especialistas de todo el mundo, ya que en palabras de los propios compiladores “aclarará de una vez por todas muchos de los misterios que existen aun hoy en día alrededor de la polémica y poco conocida figura de San Crisóstomo de Paula”.

3/1/10

Ovejas


Desde la legendaria que parió un león hasta la que escribió sus memorias, a lo largo de la historia han sido multitud las ovejas famosas. Si las pusiéramos todas juntas parecerían un ejército. Bueno, tal vez no, pero serían incontables, sobre todo con el rebaño en movimiento.


Esto me recuerda una anécdota que leí en una ocasión sobre dos profesores de lógica que visitaban una granja de ovejas. Al llegar en coche, desde la carretera se veía el inmenso rebaño pastando en un prado, y uno de los profesores apuntó “Se ve que han esquilado a las ovejas”; a lo que el otro contestó lacónicamente “De este lado sí”.


En fin, dejando aparte la lógica que es algo que no nos interesa aquí, una oveja famosa fue la de Cratis, el pastor, por la que este sentía una pasión arrebatadora. Aunque no se sabe su nombre de pila parece ser que era una oveja muy hermosa, oriunda de Arabia, probablemente del Turkestán. El macho cabrío que poseído por los celos asesinó brutalmente a Cratis, se negó incluso con un pie en la horca (a pesar de todo era un caballero), a desvelar el nombre de la dama en cuestión. Y ni siquiera los intensos interrogatorios a los que se sometió a todo el rebaño, ni los análisis de ADN de las numerosas hebras de lana halladas en el cuerpo de la víctima dieron ningún resultado positivo. El caso se cerró así. Sin resolver. Fue como un CSI Miami pero sin Horatio. Sí, Horatio, Horatio, ya saben... carpe diem.

2/1/10

Cartas


Las cartas manuscritas, sobre todo las de los amantes, tienen el don de la elocuencia y están dotadas de alma inmortal, por lo que destruirlas es pecado gravísimo que se castiga con el infierno. No se preocupe, con los correos electrónicos no pasa eso; puede usted eliminarlos e igualmente irá al cielo si ese era su destino.


En la foto Cris López (extraordinaria fotógrafa -y amiga-) y su ayudante Sergio estudian en un descanso durante una sesión de fotos no una carta, sino unos simples bocetos.

1/1/10

La gallina que fue a París

Una gallina que vivía en el bosque decidió ir a París a pasar unos días. Hizo la maleta con las cosas más necesarias, se despidió de su familia, salió del gallinero muy temprano y echó a andar. En la primera vuelta del camino se encontró con el oso.


- Buenos días, señora gallina ¿a donde va usted tan decidida?


- Buenos días, señor oso. Voy a París.


- Oh, la, la!, París, París, c’est magnifique!, -dijo el oso emocionado y con un afectado acento francés.


- No me diga que ha estado usted allí -le dijo la gallina.


- Oh, oui, oui. La ciudad más hermosa del mundo, sí señora. Pues claro que he estado. Hace muchos años pero aun me acuerdo como si fuera ayer. Ah, ¡qué maravilla! La Ciudad de la Luz, los Campos Elíseos, les Champs Élysées, l’Ópera, le Bois de Boulogne... ¿Y la noche? ¿Qué me dice usted de la noche, señora gallina? Oh, la nuit de París, inolvidable, amiga mía, ¡qué noche! La envidio señora gallina, lo va a pasar usted estupendamente. ¿Cuánto tiempo estará?


- No mucho, -respondió la gallina-, quince días


- Oh, quince días. Está muy bien, señora gallina. Quince días están muy bien. Tendrá tiempo de visitar muchos sitios. Hágase a la ciudad, disfrute como una parisina más. Usted puede hacerlo. París es una experiencia única. Pruebe la cocina. Oh, ¡la cocina francesa! Mmmh, señora gallina, la cocina de Francia. No sabrá cómo es hasta que la pruebe allí mismo: exquisita, deliciosa, se lo garantizo. Un auténtico deleite para los sentidos. Los cocineros franceses son artistas; artistas como Picasso, señora mía. Se me hace la boca agua sólo con recordarlo, los escargots, el queso, las conservas de Fauchon... ¿Y el vino? ¡ah, el vino es un mundo aparte, señora! No se olvide usted de probar el vino. Un buen borgoña, por ejemplo. ¿O quiere algo especial? Vaya usted a Poilâne entonces, en la rue du Cherche-Midi y compre un bollo de pan. Un único bollo pequeño. ¡Oh el pan de Poilâne es tan rico! Después siéntese en una bodega. Le Petit Bacchus le queda allí mismo, justo enfrente, y pida un vino de borgoña y foie. ¡Ah, el foie con pan de Poilâne, es in-su-pe-ra-ble!... Pero perdóneme, excuse moi, se lo ruego, me estoy emocionando. La he entretenido y tiene que irse, por supuesto, París la espera, señora gallina. Adieu amiga mía, adieu, mon coeur. Mi corazón va con usted, adieu, adieu... -siguió repitiendo el oso mientras se alejaba.


La gallina, un poco aturdida dijo adiós al oso y siguió andando. Un poco más adelante tropezó con el lobo.


- Buenos días, señora gallina. Qué lejos de su casa anda usted.


- Buenos días, señor lobo. Es que voy a París.


- ¡Vaya!, París. La ciudad más bella del mundo. ¿No ha estado nunca allí? Le fascinará, es una ciudad maravillosa. Yo la adoro.


- Es la primera vez que voy, -dijo la gallina que no salía de su asombro al descubrir que también el lobo había estado en París.


- Ejem, la primera vez ¿eh? Le encantará, señora gallina. Es una ciudad hecha para usted. La ciudad del lujo y del amor. Es tan romántica... ¡Qué ciudad!, ya lo verá señora. ¿Y los franceses? No me extrañaría que volviera usted enamorada, señora gallina, los franceses son muy, ejem, seductores, eso es. ¿Y las francesas? ah, pero usted no sabe. No ha estado allí y no puede saber. Las francesas son tan ¿cómo decirlo?... chic. Ah, aun recuerdo a Lulú, Lulú la Belle...


- ¿Lulú la Belle?, -lo interrumpió la gallina asombrada.


- Sí, ejem, Lulú, una bailarina del Moulin Rouge que conocí. La bella Lulú, la llamaban -dijo el lobo con nostalgia entornando los párpados-, ¿cómo podría olvidarla?, si la hubiera oido usted cantar “Ne me quite pas...” Ah, Lulú era maravillosa, yo..., en fin, los alemanes vestían de gris, ella de azul... Pero discúlpeme, señora gallina, -dijo el lobo sacudiendo la cabeza como para alejar aquellas ensoñaciones-, le estoy haciendo perder el tiempo y usted querrá seguir su viaje. A París, por supuesto. La dejo. Adiós,. Adiós querida amiga. Que lo pase usted bien, ejem. Bon voyage!


La gallina, completamente desconcertada por este segundo encuentro se despidió del lobo y siguió andando. Un poco más allá se topó con la liebre.


- Buenos días, señora liebre.


- Buenos días, señora gallina, he sabido que va usted a París.


La gallina se quedó de una pieza.


- Pues... sí, sí. Es verdad que voy a París, pero ¿cómo se ha enterado usted?


- Ah, querida señora, las noticias vuelan aquí en el bosque. Me lo ha dicho el grajo, pero ¿qué importa eso?, lo importante es que va usted. Disfrute de la ciudad, hay tanto que ver... La Grande Arche, la Villette, el Musée d’Orsay. Ah, y no se olvide de visitar el Institut du Monde Arab, es un edificio magnífico. Le sorprenderá, ya lo verá. Lo pasará usted en grande, señora gallina, la vida cultural de París es espléndida. París es la ciudad de la cultura, volverá usted como nueva. Hecha otra gallina. París tiene algo especial. Se lo digo yo, que pasé una buena temporada allí.


La gallina no daba crédito. Primero el oso, después el lobo y ahora la liebre. Hacía muchos años que conocía a la liebre y era la primera noticia que tenía de que hubiera vivido en París. Todo el mundo parecía haber estado en París alguna vez excepto ella.


- Y dígame, señora liebre, -dijo la gallina-, si no es una indiscreción ¿a qué se dedicaba usted en París?


- Ah, bien, yo... era agregada cultural en la embajada. Un trabajo interesante, sí, aunque algo tedioso. Pero eso es otra historia, señora gallina, lo importante ahora es que usted tenga un buen viaje. Y por favor, cuando esté allí, acuérdese alguna vez de esta vieja liebre y salude al Sena de mi parte. Adiós, señora. Buen viaje. Bon voyage. Me voy. Adiós.


La liebre se dio la vuelta y de dos saltos desapareció detrás de unos matorrales. La gallina siguió andando y se encontró con el topo.


- Buenos días, señor topo.


- Buenos días, ¿quién es usted?, acérquese por favor -dijo el topo, que no veía muy bien.


- Soy la gallina -dijo la gallina temiendo que el topo también comenzara a contarle las excelencias de París.


- Oh, señora gallina, ya sé que va usted a París. Me lo han dicho. ¡Qué suerte! Con lo que nos gustaría volver a la señora topo y a mi. Allí pasamos nuestra luna de miel ¿sabe usted? En mayo del 68, sí señora. París es una ciudad increíble. Lo que le podríamos contar... la Rive Gauche, St. Germain, Montparnasse... Aunque, claro está, usted irá preparada y tendrá un plan, estos viajes de ahora son así. No como antes. Pero aun y todo, salga de las rutas turísticas señora gallina, aventúrese usted por el Barrio Latino, pasee por Montmartre, por aquellas callejuelas entrañables y llenas de sabor. Descubra las terrazas, los cafés de París... siéntese en uno de ellos, tome un aperitivo antes de comer. París es una fiesta, señora gallina. No la deje pasar. Pero ¡oh!, no la entrengo más, siga su camino, por favor. Le daré recuerdos de su parte a la señora topo. Cómo se va a alegrar al saber que va usted a París. Adiós amiga mía. Que lo pase bien. À bientôt. Hasta la vista.


Por fin la gallina salió del bosque, enfiló la nacional 6 y llegó a París en un periquete. Una vez en París lo pasó en grande: se hizo la foto en la Torre Eiffel, subió al arco de la Défense, comió en Robuchon, tomó un aperitivo en La Coupole y echó unos bailes en Les Bains, donde una noche loca conoció a un atractivo gallo francés que se llamaba Jacques y se convirtió en su cicerone particular por unos días. Pero al fin las vacaciones se terminaron y la gallina tuvo que volver al bosque. Después, siempre que encontraba al lobo este la señalaba cariñosamente con el dedo y le decía:


- Usted se enamoró en París, señora gallina. A mi no puede engañarme. Se lo noto en la mirada. Se lo noto. Se lo noto...