Todo el mundo conoce la adormidera (Papaver somniferum) o hierba del sueño, aunque algunos la confunden a menudo con la amapola (Papaver rhoeas). La adormidera es una planta típica de la península ibérica que florece en mayo. La hay en abundancia por los caminos, o sea que es gratis. Tiene las flores blancas o violetas. También se cultiva en Oriente para extraer de ella opio. Y morfina. La variedad oriental tiene las flores de color rojo. Las virtudes de la adormidera se conocen desde hace más de 2000 años. Ya en la Odisea, Polidamna se la dio a Helena para que esta pudiera así “olvidar toda pesadumbre”, cosa que de todos modos Helena no consiguió mediante dicho procedimiento y tuvo que emplear otros.
En la mitología antigua es la planta de Morfeo, hijo del Sueño y de la Noche. Parece ser que antes de ser una planta la adormidera era un hombre muy atractivo, un griego llamado Mecón. La diosa Deméter se enamoró perdidamente de él y decidió convertirlo en la papáveracea actual que todos conocemos. Y es que los dioses y diosas griegos siempre tuvieron una forma muy peculiar de demostrar su amor por los humanos.
La verdadera amapola (Papaver rhoeas), de flores rojas, tiene también potentes alcaloides pero de ella no puede obtenerse morfina. Tampoco se cultiva con fines ornamentales ya que su floración es muy breve. Sin embargo y a pesar de todos estos inconvenientes a esta planta se le ha dedicado una bella canción que todo el mundo conoce y puede tararear libremente en su casa: “Amapola, lindísima amapola...” Hágalo. Tararéela. Verá como resulta hipnótico.
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