31/1/10

El gallo de Santo Domingo

El gallo de Santo Domingo de la Calzada que estando ya en el horno rompió a cantar, fue un caso único en la historia de las peregrinaciones a Compostela. Dicho gallo, según algunos de raza siciliana, tras salir del asador testificó a favor de un niño peregrino que siendo inocente había sido condenado a la horca, salvándolo así de una muerte segura. Después de este incidente nadie volvió a intentar cocinar al gallo, que acompañó al chiquillo a Santiago, ganó el jubileo y vivió tranquilamente muchos años en compañía del muchacho.


Ya en su vejez, el gallo mantuvo una animada relación epistolar con otro gallo, el de Barcelos, al que conoció en persona en Coimbra y que parece ser era primo suyo por parte de madre. Dicha correspondencia es de gran interés y puede consultarse, previa solicitud por escrito, en el Museo Arqueológico de la ciudad de Barcelos.


Otro gallo famoso fue el que tuvo el rey Nicomedes II de Bitinia. Se llamaba Centauro y era tan aficionado a la bebida, que el propio rey tuvo que prohibir terminantemente mediante un edicto público que se le ofreciera vino.

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