29/3/09

Hombres (gastronomía)


          El hombre apareció en la tierra hace más o menos medio millón de años; y desde entonces se come.

          Aunque su carne no sea especialmente sabrosa, el hombre es un animal que se adapta a cualquier clima y ambiente, y puede criarse casi en todas las condiciones imaginables de nuestro planeta, incluso en las más duras, por lo que ha sido a menudo muy apreciado como animal doméstico y de engorde. Se alimenta con cualquier cosa y casi no requiere cuidados.

          Para acabar de redondear el tema, en los últimos veinte mil años el hombre apenas ha experimentado cambios y eso gastronómicamente es una ventaja: sabe exactamente igual que siempre, lo que no puede decirse de muchos productos que consumimos hoy.

          Hay muchas clases distintas de hombres: caucásicos, mongólicos, alpinos, negroides, etc. Aunque las diferencias entre unos y otros son insignificantes, por generalizar los asiáticos suelen ser mejores para guisar, y los caucásicos para el horno. Los alpinos y centroeuropeos que son más rechonchos, quedan ideales en brochetas. 

          En ensaladas ninguno va bien.

          Ciertos hombres como el hombre de Java, el de Pekín que se preparaba laqueado, o el de Piltdown, en realidad no existen. Nadie los ha probado nunca. Son mitos gastronómicos.

Absolut vodka (libro)


          Hice este libro-collage sobre el vodka Absolut en el año 95, después de ganar, junto con Manuela Soto, el premio Absolut Talent y tras una estancia en Estocolmo invitados por el vodka Absolut. Aquí se muestran tres páginas.

          Es un libro en gran formato, hecho a mano con cartulinas de colores manipuladas y troqueladas una a una. Tiene 32 páginas en total. Mide 30 x 37 cm cerrado, y más de 1 m de ancho con las páginas desplegables abiertas. 

          Un objeto curioso, cuya única utilidad demostrada en los últimos años parece ser ocupar espacio en la estantería y llamar la atención de las visitas. 

          De curiosidades trata este blog, ¿no?

28/3/09

Hierbas asesinas (botánica)

          La existencia de hierbas asesinas está bien documentada. Las hay en todas las familias, desde las gramíneas hasta las orquídeas. Las droseráceas o atrapamoscas lo son todas. 

          Las hierbas asesinas más conocidas son el cardo matagallegos o cardo lechero (silybum marianum), que es crudelísimo con sus víctimas; el aligustre o matahombres (ligustrum vulgare); la hierba matagallinas o torvisco (solanum dulcamara); y el acónito o matalobos. 

          El acónito y la hierba matagallinas son venenosas si se ingieren, pero el aligustre es mucho más peligroso, pues mata con un fuerte golpe de baya. Si se encuentra uno es conveniente evitarlo, dando un rodeo a una distancia prudencial.

          Se dice que Argantonio, rey de Turdatania, la antigua Andalucía, que vivió del 630 al 550 a.C. poseyó un aligustre amaestrado, que empleó a menudo a lo largo de su reinado para deshacerse de varios pretendientes al trono. 

          También puede resultar letal pese a su aspecto inofensivo la euphorbia exigua o hierbecilla traidora de la isla de Cerdeña, de la que Platón que la llamaba hierba sardónica, decía que si se mascaban sus hojas provocaba una risa repentina y la muerte. 

          Durante años se incluyó en este grupo de hierbas asesinas a succisa pratensis o mordisco del diablo, pero hoy se sabe que esta dipsacácea de flores esféricas, aunque puede llegar a provocar algún daño superficial con sus cuatro dientes triangulares, es incapaz de matar a una persona.

22/3/09

Cuestión de principios

          Los escritores suelen decir que las primeras líneas de una novela son fundamentales y que marcan, inevitablemente, el desarrollo de toda la historia. La famosa agente literaria Carmen Balcells asegura que sólo leyendo las diez primeras líneas de una novela (!), sabe si será un éxito. Desconocemos el destino de las que rechazó.

          Hay muchas novelas que arrancan con un párrafo arrebatador. Uno de los más conocidos es el de Cien Años de Soledad, cuando el coronel Aureliano Buendía rememora aquel día lejano en que siendo niño, su padre lo llevó a descubrir el hielo. 

          Leyendo, leyendo, he encontrado algo que se parece mucho a aquel principio de novela, lo que no hace sino confirmar el talento y la grandeza de García Márquez. Al menos a mi me parece igual de hermoso. 

          Se trata de un texto de Gonzalo Fernández de Oviedo (siglo XVI). En concreto, de la introducción al capítulo XX del libro XXVI de su Historia General y Natural de las Indias. 

          Dice así:

          “De cómo el general fue en persona por tierra a descubrir el origen de la sal.” 

          Extraordinario, ¿verdad? Poesía pura.

18/3/09

El pingüino-huevo frito


          El pingüino-huevo frito es un invento de Pablo Amargo. Hay que decirlo bien alto. 

          El hecho de que en su momento este joven no lo registrara en la Oficina de Patentes y Modelos de Utilidad, no debe llevarnos a error. Es suyo y sólo suyo; aunque hoy tantos falsarios pretendan atribuirse su autoría.

          Para aquellos que no lo sepan, diremos que el pingüino-huevo frito consiste en un pingüino normal y corriente al que se le añade una yema de huevo, bien visible, sobre la clara. 

          Como todas las grandes ideas es sencilla, inteligente y fácil de entender a la primera.


          Nota: Si quiere ver más inventos de Pablo Amargo (es un gran inventor y tiene muchos maravillosos) no tiene más que visitar su web: www.pabloamargo.com

12/3/09

Pulpos (gastronomía)

          Los pulpos son cefalópodos. Esto quiere decir que tienen los pies en la cabeza, lo cual no es tan raro como pudiera parecer. Yo mismo conozco a más de una persona que tiene la cabeza en los pies y sus familiares no le llaman la atención por eso.
          Puestos a decir rarezas de los pulpos, por ejemplo, más raro es que pongan huevos. Y los ponen.
          El caso es que estos sigilosos octópodos han sido sometidos a numerosos estudios en laboratorio. Son muy inteligentes y aprenden cuanto se les quiera enseñar.
          Una buena forma de preparar el pulpo es “á feira”. Nunca se debe decir “a la feria” como hace alguna gente de Madrid mal informada, porque eso sería como decir “crema con nata batida hecha en una ciudad próxima a París” en lugar de decir “chantilly”.
          El mejor pulpo “á feira” se come en Orense. Se hace así.
          1 - Lave el pulpo a fondo.
          2 - Dele una buena somanta. No se corte. Si siempre deseó pegarle a alguien con toda su alma, este es el momento: hágalo ahora.
          3 - Una vez bien mazado el pulpo, sumérjalo repetidas veces en una cacerola de cobre con agua hirviendo. Esto se hace para asustar al pulpo. La razón por la que se asusta al pulpo una vez fallecido me resulta totalmente incomprensible, pero si no se hace el pulpo no sabrá igual.
          4 - Después deje que se cueza durante 30 ó 40 minutos, dependiendo del tamaño y el carácter del pulpo.
          5 - Pasado ese tiempo sáquelo de la cazuela, córtelo con unas tijeras sobre un plato de madera y sazónelo generosamente con sal gorda, aceite y pimentón.
          6 - Por último y para rematar la faena, llame a unos gaiteros.
          Hay otras recetas, pero con esta basta.

8/3/09

Poetas y puentes

          Ponte 25 de Abril (Lisboa). Hice esta foto hace unos años. Entre “pontes” y “poetas” apenas hay diferencia ¿no? ...tan sólo un par de letras.

          Pero fíjense en la foto. 

          Aparte del grupo de chavales que caminan junto a la base del puente, en el centro de la imagen (seguramente se dirigen a hacer algo importante), en la primera columna se ve una mancha. Es una pintada. Aunque la reproducción en la pantalla no les permitirá leerla, les diré lo que pone: 

          “Já no largo Oceano navegavam / As inquietas ondas apartando / Os ventos brandamente respiravam / Das naus as velas còncavas inchando.”

          No me di cuenta en el momento de hacer la foto, sino que lo descubrí más tarde, al revelarla. Se trata de un fragmento de “Os Lusíadas” y está correctamente firmado: Luís Vaz de Camões.

          En la pelìcula Doctor Zhivago un personaje afirma que ningún pueblo ama tanto a sus poetas como el ruso. Yo creo que el portugués sí. 

          O por lo menos es que no puedo imaginar a un español pintarrajeando en una pared “Su cuerpo dejará, no su cuidado; / Serán cenizas, más tendrá sentido; / Polvo serán, más polvo enamorado.” 

          Benditos gamberros. ¿Quién no amará a Portugal?

Distinguir los zapatos

          Distinguir el zapato izquierdo del derecho es algo tan difícil al principio, que a los niños pequeños se les enseña a hacerlo mediante un procedimiento enormemente complejo, que requiere muchos ensayos y, más o menos resumido, es así. 

          Primero hay que poner un zapato al lado del otro en el suelo, muy juntos, ambos con las puntas orientadas en la misma dirección. En esta parte del proceso no importa cual está a la derecha y cual a la izquierda. 

          Una vez alineados de este modo, hay que prestar mucha atención y estudiar ambos zapatos detenidamente, comparando uno con otro para poder descubrir las diferencias que hay entre ellos. Lo mejor es verlos desde arriba.

          En cuanto se ha descubierto, por ejemplo, cual es el derecho, hay que cogerlo rápidamente antes de que uno se olvide y colocarlo en el lado correcto. O sea, a la derecha del otro. 

          Si el que se distingue antes es el izquierdo, igualmente y sin perder un segundo hay que situarlo en su lugar, en este caso a la izquierda del otro.

          El resto es fácil si uno sabe cual es su pie derecho.

          Todo esto requiere bastante práctica, pero los niños que aprenden a hacerlo así, o sea bien, de mayores lo hacen automáticamente, casi sin pensar, y no les supone ningún esfuerzo.

Borges


          Jean Claude Carrière, el que fuera guionista de Buñuel, recoge en su libro “El círculo de los mentirosos” uno de los cuentos más bellos que conozco. Un cuento persa. 

          Dice así.

          “Un hombre, de pie sobre un peñasco al borde del mar, cuenta una historia tras otra al océano. El océano lo escucha agitado, fascinado y entretenido por el relato. El hombre no puede parar. Ha de enlazar el final de cada historia con el principio de la siguiente para que todas sean una, pues si se detuviera no sabemos lo que sería capaz de hacer el mar.”

          Cuando leo este cuento, no sé por qué, siempre imagino que el hombre es ciego.

Trufas (gastronomía)

          La trufa (Tuber brumale) es un hongo subterráneo de buena familia que suele vivir en encinares y robledales. Para encontrar una trufa hace falta un cerdo o un perro muy listo. En Italia existen escuelas especializadas en adiestrar perros específicamente para esta función. Es decir, que se enseña a los perros para que alcancen la destreza de los gorrinos. La escuela Vittorio Enmanuelle es la mejor de todas (me enorgullece que una institución así lleve mi nombre).

          Una trufa normal pesa cerca de 200 gramos, aunque se han llegado a encontrar algunas de más de un kilo. 

          La trufa de mejor calidad según afirman los franceses es la de Périgord, aunque los italianos tienen una idea diferente acerca de lo mismo. Para ellos la mejor de todas es la blanca del Piamonte.

          Según Pio Font Quer hay dos clases de trufas: unas que son enemigas de los dientes y otras que son puras y sinceras. Esto quiere decir de las primeras que son arenosas, y de las segundas que siempre dicen la verdad. Pío Font era así... siempre hablaba en clave.

          La trufa es afrodisíaca, lo que explica por qué se llega a pagar tanto por una. También es muy aromática. 

          No compre trufa en ningún sitio: no es trufa. 

          La trufa tiene que recolectarla usted mismo o tambien puede obtenerse si se la ofrece alguien de confianza. La trufa de verdad solo puede ser hallada o recibida como regalo. Si no se encuentra en uno de estos casos, niéguese en redondo a consumirla.

Centauros

          Los centauros eran mitad hombre y mitad caballo. Sus hembras eran las centauras... ¿mitad qué? 

          Los centauros vivían en los bosques. Eran unos tipos bastante brutales. Solían alimentarse de carne cruda y violaban a cuanta muchacha se cruzaba en su camino. Este era su comportamiento habitual y las numerosas órdenes de alejamiento dictadas por Zeus en casos concretos no solían servir de nada. Sobre todo porque Zeus en este asunto carecía de ninguna autoridad moral: él también se tiraba a todo el mundo.

          Sin embargo, con la educación adecuada los centauros podían cambiar y ser buenos. 

          Algunos fueron famosos y tuvieron fama de sabios, como Quirón y Folo que eran excelentes personas, juiciosas, tenían un gran corazón y ayudaron a mucha gente. 

          El rey Salomón, por poner otro caso, tuvo un centauro muy especial que era mitad perro en lugar de mitad caballo, pero sólo durante la noche; pues de día aquel ser majestuoso era un hombre entero que siempre mantenía sus promesas. 

          Dicho centauro, al que Salomón quería como a un hermano, se llamaba Kitovrás e inventó el vino entre otras maravillas.

Los Devoradores de Libros

          Los Devoradores de Libros, fanáticos gastrónomos seguidores de las teorías de Jorge de Burgos, sostenían que el libro más sabroso tendría que ser uno que contuviera exactamente todas las palabras de su autor, y que estuviera encuadernado... ¡con su propia piel!