23/9/11

Sushi (gastronomía)


Está muy de moda, pero la mayor parte del que se toma en occidente no es verdadero sushi. Ni siquiera el que hace usted en su casa. Y el envasado mucho menos. ¿Por qué? Porque un auténtico cocinero de sushi debe pasar al menos tres años sólo observando en silencio como prepara el pescado un maestro, antes de empuñar él mismo el cuchillo por primera vez. Esta tradición, que parece casi de artes marciales, garantiza que el joven aprendiz no destrozará el cuchillo ni el pescado el día de su estreno (esto es importante porque como bien dijo Sorolla en un cuadro famoso, el pescado es caro). Y aun después de eso el muchacho tendrá que pasar unos cuantos años más de aprendizaje práctico...


Por tanto cuando le inviten a usted a un restaurante japonés sepa que lo más probable es que no le sirvan verdadero sushi, sino un mal remedo del mismo hecho por alguien con pocos escrúpulos. O sea, como tomar una paella en Kiev o que le atienda un médico que sólo ha hecho hasta segundo de carrera. Y recuerde también que tratándose de pescado y aun más siendo crudo, el cocinero ha de ser muy escrupuloso.


Yo he comido sushi bastantes veces y estoy convencido de no haberlo probado nunca.

El hijo de la sirena

Aunque no se habla de ello a menudo pues no es lo habitual, las sirenas pueden tener hijos si se dan las condiciones adecuadas. Es bien conocido un caso, el del hijo de Roldán el franco, que siendo apenas un muchacho tuvo amores con una sirena en Bretaña y que aquella, cumplidos los meses de gestación vínose a la playa de Foz en Lugo, donde dio a luz un hermoso niño al que puso por nombre Padín.


Padín, de brillantes y ondulados cabellos rubios, vivio hasta su mayoría de edad en la Mariña Lucense, si bien después emigró a Asturias donde se dedicó al oficio de madreñeiro. Según parece, en sus años mozos este muchacho poseía innumerables poderes mágicos y dones singulares, entre ellos el de la espondilomancia, o sea que podía adivinar el futuro por el movimiento de una vértebra.