20/7/10

Un rey tenía una hija

Un rey tenía una hija. Vale, es posible que un principio así, tan conocido, induzca al lector a abandonar la lectura de este cuento, pero no debe hacerlo: muchos cuentos empiezan de la misma forma y después cambian. El caso es que este rey amaba a su hija con locura y cuando la muchacha se hizo mayor le preguntó:


– Hija mía, dime con quién quieres casarte pues ya estás en edad de hacerlo.


Como era una niña mimada y papá siempre le conseguía todo, contestó:


– Quiero casarme con el más fuerte del mundo.


Así que el pobre rey se las vio y se las deseó para encontrar al futuro marido de su hija. Primero llamó a sus ministros y les pidió consejo. De entrada descartaron a Arnold Swarzenegger, a Van Damme y a todo ese tipo de gente, porque no eran fuertes ni nada. Enseguida concluyeron que lo de aquellos tipos no era fuerza de verdad, sino bobadas. Después se pusieron a pensar hasta que llegaron a la conclusión de que el más fuerte del mundo era el sol. Como el rey creyó que a su hija le gustaría, fue a ver al sol y le dijo:


– ¡Oh sol! Tengo una hija que desea casarse con el más fuerte del mundo. ¿Quieres ser su esposo?


– Lo siento –contestó el sol con una sinceridad digna de elogio–, pero no soy el más fuerte del mundo. Para qué engañarte. La nube es más fuerte que yo, pues me tapa e impide que pasen mis rayos a través de ella.


El rey fue a buscar a la nube y le dijo:


– ¡Oh poderosa nube! Tengo una hija que desea casarse con el más fuerte del mundo. ¿Quieres ser su esposo?


– En realidad hay alguien más fuerte que yo –dijo la nube–. El viento, que me trae y me lleva de un lado a otro sin que yo pueda hacer nada para evitarlo.


El rey fue a hablar con el viento.


– ¡Oh viento! Mi hija quiere casarse con el más fuerte del mundo. ¿Quieres ser su esposo?


– Me gustaría mucho –dijo el viento–, tu hija es muy guapa. Pero he de confesarte que no soy el más fuerte. La montaña es más fuerte que yo, ya que por mucho que me esfuerce no puedo atravesarla ni moverla.


Todo esto, si uno es un poco listo ya se veía venir. Es bastante predecible, pero atención: lo bueno es el final. El rey fue a la montaña y dijo lo de siempre. La verdad es que era un rey bastante paciente, pero ya estaba empezando a cansarse de la misma matraca. La montaña le contestó:


– Lamento decepcionarte, rey, pero no soy el más fuerte. El topo es más fuerte que yo. Excava sus túneles dentro de mí y yo nada puedo hacer. Aunque me veas con tan buen aspecto por fuera, estoy hecha un queso gruyére por dentro. Podría derrumbarme ahora mismo.


Entonces el rey fue a buscar al topo y le dijo:


– ¡Oh insectívoro diminuto! Mi hija quiere por esposo al más fuerte del mundo. ¿Te casarías con ella?


– Sí –dijo el topo–, pero mi casa es muy pequeña. ¿Cómo voy a hacer para que viva aquí?


– Eso no es problema –contestó el rey, feliz por fin.


Y así acaba el cuento.



NOTA ACLARATORIA

Aunque este cuento está bien, contado de esta forma puede sonar un poco absurdo. ¿Por qué al rey no le importó que la madriguera del topo fuera tan pequeña? La clave está en un suceso acaecido mucho tiempo atrás que el cuento no aclara. En realidad el rey no podía tener hijas, y de hecho no las tenía. Un buen día entró una topilla en palacio. Al rey le cayó simpática y la adoptó. Después, un mago benevolente convirtió a la topilla en una hermosa niña y esta pasó a ser la hija del rey. Cuando el rey encontró al topo, que era el esposo perfecto para su hija, no tuvo más que pedirle al mago que la devolviera a la forma anterior, cosa que el mago hizo enseguida porque el mago estaba allí para lo que mandara el rey. Y punto. Por eso esta nota. A veces las cosas si no se explican del todo no se entienden bien. Hala. Fin.

1 comentario:

maikix dijo...

Jajaja...¡Cómo nos engañas!
Yo recuerdo un cuento corto que leí de niña, donde el sol y el viento se disputaban la fuerza, intentando arrancar a un pobre hombre su chaqueta. Al final, ganaba la maña del sol por encima de la fuerza del viento, así que quizá no es tan importante ser el más fuerte, ¿no?

(Como he leído los cuentos al revés, se me ocurre que igual el rey podía haber ido a buscar a Bibendum).