Un cuervo con dones proféticos estaba tan harto de que los magos lo importunaran constantemente para preguntarle de todo, que montó una hot-line con gran éxito. Y después una página web.
La hot-line funcionaba así. Cuando un mago llamaba por teléfono para preguntar cualquier cosa, por ejemplo si iba a llover o si la próxima cosecha sería buena, la llamada se desviaba mediante centralita a una solícita y eficiente grajilla que lo atendía con amabilidad al otro lado de la línea, y tomaba buena nota de la pregunta y del teléfono del mago. Al final del día el cuervo estudiaba todas las solicitudes detenidamente y las contestaba una por una. Al día siguiente las grajillas llamaban a los magos y les daban a cada uno la respuesta correspondiente.
La página web funcionaba como todas las páginas web.
En ambos casos el servicio era gratuito, pues el cuervo no había montado aquello para ganar dinero. No era un negocio: tan sólo quería tener más tiempo libre.
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