No se trata de una onomatopeya, sino de un pueblo antropófago que vivió en la región del Zaire.
Los Ñam-ñam, además de alimentarse de carne humana, padecían prosopagnosia, por lo que a veces eran incapaces de identificar los rostros de sus semejantes y también se los comían, creyendo que eran extranjeros.
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