Los transportadores sirven, como su propio nombre indica, para transportar ángulos de aquí para allá.
Aunque todo el mundo sabe lo que son, no todos se dan cuenta de que son instrumentos maravillosos. Casi mágicos.
Ignoro si los niños de hoy siguen aprendiendo en el colegio cómo se usan, pero cuando yo era pequeño todos los chavales teníamos uno. Y lo empleábamos a menudo. Era muy útil. Si ibas por ahí y encontrabas un ángulo mal situado, bien porque estorbara o porque no estuviera donde debería, sacabas el transportador de la cartera y con un lápiz y un folio cambiabas el ángulo de sitio en un periquete. Limpiamente.
A los niños de entonces la idea de que se podía trasladar un ángulo con tanta facilidad no nos parecía sorprendente. A mí hoy me parece ciencia ficción.
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