Existe un pueblo en Asia, los No, en el que cada hombre tiene su propio dios: su dios No. Todos los dioses No son distintos y todos son poderosos. Los No son nómadas, así que estos dioses personales les vienen al pelo, porque cada No puede llevar su propio dios No consigo allá a donde vaya, sin mayores preocupaciones. Todo No nace con su propio dios No y cuando muere, el dios No muere con él.
Los dioses No son intercambiables como los cromos: yo te doy uno y tú me das otro. Es posible cambiar un dios No severo por un dios No generoso, a condición de que ambas partes se pongan de acuerdo. Pero no es posible de ninguna manera tener dos dioses No al mismo tiempo, porque los dioses No no pueden comprarse ni venderse.
El número de dioses No es finito, y es exactamente el mismo que el número de hombres No.
1 comentario:
Buenísima esta entrada, me encantó el juego de palabras "Dioses No, No Dioses", porque al fin y al cabo, esos Dioses particulares, que sólo lo son para uno mismo, y sin ningún valor para el resto de sus semejantes, podrían considerarse el paradigma del antidios, y por ello, carecen de todas las características capaces de convertir a un Dios en arma arrojadiza y santo y seña de barbaries varias.
Un abrazo
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