17/5/10

Volando bajo


Un niño siempre soñaba que volaba bajo. No tenía alas, ni propulsores, ni nada de eso. Simplemente volaba de un lado a otro tal cual, vestido con su ropa de calle como un niño corriente. Pero volaba bajo. A un metro de altura. Eso era lo malo. Aunque agitara los brazos no conseguía elevarse más.


Un sueño típico del niño era este: El niño salía de su casa por la puerta, volando. Bajaba las escaleras de casa volando y se iba por ahí volando. Se encontraba con sus amigos y conocidos, pero nadie parecía prestar atención al hecho de que volara, porque volaba tan bajo que era como si anduviera. Entonces les decía:


– ¡Eh, estoy volando! ¿Es que no lo véis?


Y los demás le contestaban:


– Sí, claro que lo vemos, pero vuelas tan bajo que no tiene gracia.


El niño lo intentó todo para volar más alto. Se compró unas alas, consultó a un periquito y hasta se hizo piloto de aviación pero todo fue inútil. Incluso llegó a lanzarse desde un séptimo piso, pero tampoco funcionó, cayó normalmente como cualquier otra persona hasta llegar a un metro del suelo y a partir de ahí siguió volando como siempre: bajo. Era desesperante.


Un día conoció a una chica a la que le pasaba lo mismo, también volaba bajo. Se enamoraron inmediatamente. Se hicieron novios, se casaron, tuvieron pollitos y dejaron de preocuparse.

1 comentario:

maikix dijo...

Tuve una época en la que muchas noches soñaba que volaba, de cualquier manera imaginable. No sabes la de deportes de riesgo que practiqué, en sueños, pero siempre con una sensación de realidad, que hasta notaba el peso de mi propio cuerpo. La primera vez volé en un dos caballos amarillo que tenía entonces, pero en el sueño, el coche tenía el suelo transparente, y yo, a pesar de que sobrevolaba Terrassa (?), podía ver a su través el mar y los animales del fondo marino.