20/5/10

Los niños sobredimensionados de América

Los niños sobredimensionados fueron un problema enorme a principios del siglo veintiuno en los Estados Unidos. Este tipo de niños que al nacer eran como los demás, pronto empezaban a aumentar de peso y a desarrollarse de forma anormal hasta alcanzar proporciones inauditas. Muchos padres no podían mover a sus propios hijos sin ayuda.


Un ejemplo: Robert Wincklet Jr. Nació en 1993 en New Jersey, hijo de una pareja normal (sus padres eran propietarios de un MacDonald). Al nacer pesó 3,5 kilos, o sea que bien, pero enseguida empezó a aumentar de tamaño. A los tres años pesaba 78 kilos. A los seis ocupaba él sólo la mitad del salón familiar, razón por la que su familia se cambió a un loft. Y a los ocho el muchacho tenía el tamaño aproximado de una ballena mediana, y para desplazarlo era necesaria una pequeña grúa. Cuando hizo la primera comunión sus padres tuvieron que alquilar San Patricio para él solo.


Al igual que Robert miles de niños a lo largo, y sobre todo a lo ancho de la geografía americana se convirtieron de pronto en niños sobredimensionados. Nadie sabía exactamente por qué. Algunos especialistas lo atribuían a la alimentación o a la vida sedentaria, pero otros no. El caso es que cada vez había más y más niños así. La cosa empezaba a ser preocupante. Llegó un momento en que ya no había niños normales en América, pues todos eran sobredimensionados. Entonces aquello se convirtió en un asunto de interés nacional y los políticos le dieron máxima prioridad. El Senado y el Congreso tuvieron que promulgar nuevas leyes ad hoc y habilitar una partida presupuestaria extra para hacer frente al problema. Hubo que reforzar carritos, tronas y cunas por todo el país; y hubo que anchear las puertas y cambiar el mobiliario de los colegios.


Lo peor fue en Tejas. En Tejas los niños sobredimensionados fueron tantos y tan grandes que acabaron por ocupar ellos solos la superficie total del estado, y la gente normal apenas podía moverse por allí. Muchos tuvieron que emigrar.


Por alguna razón que nadie ha podido explicar a estos niños nunca, nunca los llamaron gordos.

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