4/5/10

Jabalí (gastronomía)


La pasión de Obélix por este sabroso artiodáctilo es bien conocida. Asado y acompañado de castañas resulta un manjar exquisito. El simpático guerrero galo los consumía habitualmente de dos en dos, aunque yo no recomendaría dicha dieta a nadie.


Los jabalíes son salvajes. De hecho y más concretamente se trata de “cerdos salvajes”. Sin más. Uno muy fiero mató a Adonis. En cautividad resultan difíciles de controlar, aunque hoy en día se crían con relativo éxito y en los supermercados suele haber carne de jabalí a menudo. Y también en los restaurantes. La semana pasada yo mismo estuve en uno en el que me la ofrecieron, pero me acordé de Obélix y rehusé amablemente.


El rey David tuvo un jabalí muy famoso, el legendario “Asolador de la Viña del Señor” del que tanto se ha hablado. Pero no conseguía tenerlo nunca bien sujeto y le destrozaba las cepas. Al final tuvo que deshacerse de él, ya que puestos a elegir y haciendo un inteligente uso de su proverbial buen juicio, prefirió el vino.

4 comentarios:

maikix dijo...

Pues no te lo creerás, pero por Barcelona se dejan ver: están en la sierra de Collserola, en la parte alta de la ciudad, y bajan hasta las casas buscando comida. Son bastante fieros, como dices.

Blanca Gefaell dijo...

Jabalí, como bien sabes, en galego se dice "porco bravo" y para resumir, sencillamente "porco". Las malas traducciones hechas por sargentuchos iletrados y revisadas por generaletes más iletrados todavía han producido animaladas como que al romántico "Ponte do Porco" le llamen en castellano "Puente del cerdo"
Copio: Cuenta la leyenda que en tiempos de los Andrade Don Nuno Freire de Andrade, tercer Señor de los Andrade, tenía una hermosa hija llamada Teresa. Tenía también a su servicio a un criado llamado Roxin Ronxal.

En tanta estima lo tenía su señor, que en cierta ocasión le regaló una daga de plata en premio por su labor inquiriéndole - "Utilízala para defender a tus Señores" - "Así lo haré" - contestó Roxín Ronxal.

Mas quiso el destino que entre Teresa y Roxín Ronxal surgiese la llama del amor. Del amor imposible entre Señora y doncel. Al conocerlo, Don Nuno se volvió loco y obligó a su hija a desposarse con Don Henrique Osorio, noble como ella, bajo la amenaza de quitar la vida del doncel.

Desde la noche de bodas Roxín Ronxal pasaba los días y las noches pensando tristemente en Teresa. Una noche, Don Nuno lo sorprendió mirando con tristeza hacia la ventana de la cámara nupcial y lo echó de sus tierras.

Pasaban los meses y Don Henrique no sabía cómo atraer la atención de su esposa, sumida en una profunda melancolía por la falta de su amado, así que la invitó a la cacería de un jabalí que merodeaba destrozando las cosechas de los lugareños.

La batida llegó hasta las orillas del Río Lambre. Allí apareció un enorme jabalí que amenaza a los campesinos. Don Henrique toma su arco y dispara. Hiere al jabalí pero éste queda con vida, se abalanza hacia ellos, y Don Henrique echa a correr dejando a su esposa a merced de la fiera que la embiste y se ensaña hasta quitarle la vida mientras él se pone a salvo.

La tragedia fue corriendo de boca en boca por toda la comarca. No había nadie en la zona que no supiese de la dureza de corazón de Don Nuno, de la cobardía de Don Henrique y del gran amor que Roxín Ronxal profesaba hacia Doña Teresa.

Días después un bulto negro apareció en el medio del puente. Los campesinos se asomaban a verlo: era el jabalí muerto y en su garganta la daga de plata que Don Nuno regalara a su criado clavada hasta la empuñadura.

Desde aquel día el lugar es conocido por el nombre de "Ponte do Porco"
¡Anda que hay que tener valor para traducir esto por Puete del Cerdo!

Vivian dijo...

Es curiosa la mente humana a veces, me explico, soy de natural carnívora, del cerdo me gustan hasta los andares, añade a mi dieta, pollo, vaca, y algún animal más que seguro se me olvida, pero con según que animales me da penita pensar en ellos cocinados, en especial animales salvajes, no podría comer jabalí, como tampoco ciervo, ni alguna que otra ave, y especialmente recuerdo, allá por mi infancia, la cara de espanto que se me puso al escuchar a la madre de una amiga hablando de carne de caballo…

Muy buenas las historias que nos traes, me cae bien el jabalí, y su rebeldía a ser encerrado ;)

Un abrazo

José Angel dijo...

Bueno, sobre comerse eso de comerse un jabalí como manjar habría mucho que decir. Es cierto que es sabroso, pero siempre sabe demasiado fuerte sea hembra o jabato. El macho es incomestible directamente: sabe a encina, orina hormosas, barro. De todas formas el manjar ciertamente es el propio cuento.
Saludos.