Esto no es un cuento como los que suelo publicar aquí. Es una foto de Carl Lewis pulverizando una vez más, con su habitual elegancia, el récord de los cien. Es una poesía. Una poesía de un tiempo aun próximo pero perdido, en el que para hacer una foto de la televisión había que montar la cámara en un trípode, detener la imagen del video en “pause”, y darle a la toma una exposición relativamente larga para que en la foto no saliera el corte de barrido de la imagen, pero no tanto como para que quedara demasiado movida. Vamos... que había que hilar fino para que saliera bien.
Hoy Usain Bolt sigue haciendo lo mismo con parecida elegancia y otro estilo, pero ahora ya no hay que hacer cálculos con la exposición. Ni siquiera hace falta trípode. Basta con capturar la imagen con una digital, mandarla directamente al portátil y listo. ¡Bien por Usain!
Lo que sí salía entonces con Carl era, dependiendo de la precisión del enfoque, las líneas. Seiscientas veinticinco líneas. Borrosas, eso sí. Pero ¡qué bonitas! ¿Por qué las fotos borrosas nos atraen tanto? Nadie ha conseguido explicarlo nunca. Ni siquiera Susan Sontag en unos cuantos ensayos. Yo he sido fotógrafo profesional durante años y esta foto, una de las peores que he hecho jamás, es una de mis favoritas. Y por supuesto no conservo el negativo; tan solo esta mala copia. Creo que a los humanos nos gustan las fotos borrosas porque nuestra propia vida es un poco borrosa. Quizás Julia Margaret Cameron, aquella señora que vivió en la isla de Wight y hacía fotos increíbles con un objetivo roto, tuviera la respuesta... pero ya no podemos preguntárselo. Mala suerte. En fin, que nuestra vida es borrosa, como dije.
Aparte de esto. Las manchas blancas que se ven sobre la foto y no he querido limpiar, son restos de cola ya que la copia estuvo durante mucho tiempo enterrada en una carpeta en contacto con un adhesivo.
¿No dije al principio que era poesía?
2 comentarios:
Pura poesia ... sobretodo autentica.
Me ha gustado mucho tus palabras sobre las fotos borrosas: la vida de los que escriben, indagan, se detienen a pensar, es más borrosa que los que deciden recorrer su existencia sin mirar más allá de sus narices: para éstos, simplemente las cosas transcurren a su alrededor envueltas en tinieblas.
Saludos.
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