El conocido refrán “Quién hace un cesto hará un ciento” es un aserto que no puede discutirse. Se sabe que Martín Villarino, por ejemplo, un famoso cesteiro natural de O Paraño (Pontevedra) que vivió a fines del siglo pasado, hizo un total de ochenta y tres mil doscientos doce cestos de buena factura a lo largo de su vida, y empezó haciendo uno.
María de la Soledad, una buena mujer de Cangas de Onís, gran jugadora de mus y también cesteira de profesión, fabricó más de cien mil cestos de distintas formas y tamaños a lo largo de sesenta años de trabajo llenos de salud y alegría. Y en su caso también hubo un primer cesto que precedió a todos los demás.
Y Xurxo Leiría “O Lobo”, un cesteiro bien conocido en Portomarín, hizo su primer cesto a los doce años de edad y aunque aquel era pequeño, apenas un cestillo, O Lobo a continuación fabricó treinta y seis mil cestos más de todos los tamaños y formas imaginables, incluyendo uno en el año 1999 que medía dos metros y medio de diámetro y uno de profundidad.
Podríamos citar más ejemplos, pero con estos es suficiente: quién hace un cesto hará un ciento. No lo duden.
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