El Falso Fisiólogo que la mayoría de los especialistas atribuyen por comodidad a San Gregorio Nacianceno, en realidad es anónimo. Desaparecido durante siglos, el reciente y feliz hallazgo de una copia del siglo XV en la biblioteca Ambrosiana, nos permite hoy redescubrir esta obra literaria de excepcional valor. Es una lástima que el ejemplar hallado no reproduzca las bellísimas ilustraciones que tenía el original.
Obra rara y diminuta, en realidad apenas un opúsculo, describe tan sólo nueve animales. Aparece citada ya por Pierre de Beauvais en su Bestiario, y posteriormente Tomás de Cantimpré hace referencia a ella en varias ocasiones en la “Summa”. Parece ser que a pesar de su brevedad la influencia que tuvo en la cultura científica de la Europa Medieval fue enorme. Algunos autores sostienen que su origen pudo estar en un encargo del papa Gelasio el Africano a algún naturalista desconocido, con lo que dataría del siglo I, o bien no. Probablemente no, ya que esto del Papa Gelasio me lo acabo de inventar ahora mismo.
Al igual que otros manuales zoológicos de la antigüedad, el Falso Fisiólogo fue un libro muy popular durante los siglos XII y XIII. En aquella época en Europa todo el mundo llevaba uno en el bolsillo y lo consultaba a menudo. Se trata en esencia de un texto breve y manejable, con informaciones precisas acerca de ciertos animales y sus usos, al estilo de los Libros de Utilidades tan en boga entonces. Su originalidad estriba en los animales descritos, que exceptuando el suido, raras veces aparecen en otros bestiarios.
El último ejemplar griego del Falso Fisiólogo se perdió a finales del siglo XIII. La copia ambrosiana que hemos manejado para esta edición, la única existente, es una transcripción al latín y probablemente fue realizada por algún monje archivero a mediados del siglo XV. El copista añadió además algunos comentarios doctrinales moralizantes (en esta transcripción en cursiva) que la obra original no tenía, y que tan queridos eran a la mentalidad espiritual de la Edad Media. Esta es la primera vez que se ofrece al público de lengua española una mala traducción de esta joya única. En esta edición, salvo las cursivas entrecomilladas para las anotaciones del maldito fraile, no hemos seguido ningún criterio especial por pereza.
EL FALSO FISIÓLOGO
El Histricomorfo. El histricomorfo es un animal muy beneficioso para el hombre. Vive en el sur de Italia. Si se encuentra uno hay que quitarle las púas. Con su cola que tiene forma de pincel, se hacen brochas de afeitar de excelente calidad.
El Frinomérido. El frinomérido es natural de África pero viaja mucho. Tiene ventosas en los dedos. Si se le acusa de algo, lo niega con la cabeza. No hay en el reino animal un ser más inútil que éste. “El frinomérido nos enseña también que aquellos que lo niegan todo nunca verán a Dios.”
El Oficefálido. Este pez del tamaño aproximado de un muchacho puede vivir fuera del agua varias semanas, pero al fin muere. “Del mismo modo como afirma San Isidoro, mueren las almas abrasadas en el dolor si permanecen alejadas de la bondad del Padre mucho tiempo.”
El Suido o Cerdo Común. Este animal no sabe aritmética pero es útil. Si se cría en cautividad hay que poner mucho empeño en que no muera de muerte natural, ya que eso traería mala suerte al propietario y a toda su famillia.
El Poliplacóforo. Este animal marino tiene un solo pie pero anda igual. Cocinado es sabroso. Así habló Orígenes: “Tal como el poliplacóforo se adhiere con fuerza a las rocas, así el hombre honesto debe asirse a la fe.”
El Turbelario. El turbelario es hermafrodito, vive en la tierra húmeda y en el agua, y no tiene intestino.
El Megaluro. Cuando el megaluro construye su nido, le da forma de esfera por si en un momento de necesidad tuviera que llevárselo rodando. Por tanto es astuto. Tiene un canto hermoso y variado. “El megaluro es un ejemplo para el devoto pues es previsor y canta en alabanza a su Dios.”
El Gul. Este animal es pequeño pero peligroso. Habla en árabe y no es de fiar. Si se encuentra uno hay que matarlo con el primer golpe, pues el segundo aumenta su fiereza y su vigor. Sus dientes molidos no tienen ninguna utilidad.
El Apterilácteo. Esta ave no voladora es del tamaño exacto de una gallina, pero más grande. Tiene seis dedos. Vive en Asia. Duerme todo el día. Pone un único huevo idéntico a un coco. Si se abre dicho huevo cuando aun está fresco, en su interior hay leche de vaca. “El apterilácteo simboliza al buen cristiano. Al igual que esta ave protege lo mejor de sí dentro de una recia envoltura, así el hombre temeroso de Dios guardará en lo profundo de su corazón y a salvo su amor por el Padre. “
2 comentarios:
Quien pudiera hacerse con un ejemplar de esta obra tan útil para no hacer nada.
Saludos
Jua, jua... Parto a confesarme de inmediato. He visto la luz.
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