19/2/10

Francisco Asensio

Francisco Asensio vivió en el siglo XVI. Escritor poco conocido fue uno de esos que alegremente, cogía un texto que no era suyo y lo reescribía de otra manera. Más o menos como lo que estoy haciendo yo ahora. Vamos, un tipo sin escrúpulos. En cualquier caso esta práctica no estaba tan mal vista en el siglo XVI como hoy, ya que aun no había derechos de autor, ni SGAE, ni nada de eso (también es cierto que para hacerse una idea más exacta habría que saber qué opinaba al respecto el correspondiente autor de la obra original). En mi caso y como Francisco Asensio lógicamente ya ha fallecido, me siento bastante a salvo. Además, quién roba a un ladrón...


El caso es que este señor, con gran astucia se hizo con un ejemplar de la “Floresta Española de apotegmas y sentencias, sabiamente dichas de algunos españoles” de Melchor de Santa Cruz; y medio lo copió quitándole algunas cosas y añadiéndole otras. Después, para despistar y por si acaso, lo tituló “Floresta Española y hermoso ramillete de agudezas, motes, sentencias y graziosos dichos de la discreción cortesana”. O sea, lo mismo de otra manera. Ya se ve que el tío era un hacha. Claro que en su descargo hay que señalar también que el propio Melchor de Santa Cruz tampoco estuvo muy fino, ya que en la dedicatoria de su libro incluyó los siguientes versos:


“De aquesta Floresta, discreto lector, / donde hay tanta copia de rosas y flores / de mucha virtud, olor y colores, / escoja el que es sabio de aquí lo mejor.”


En fin, a lo que íbamos. En el capítulo XXIII de su libro, Asensio cuenta una historia tan bonita, elegante y sencilla, que la reproduzco aquí porque a) me queda bien. b) no la he visto reproducida en ningún otro sitio. c) no debe perderse por buena. d) me arregla un post (el síndrome del blogero me angustia mucho). f) es muy actual. Su enseñanza podemos aplicarla todos a multitud de situaciones cotidianas de la vida moderna. g) es madrileña y eso me gusta. Creo que todas estas son razones más que suficientes para que mis lectores me perdonen. Gracias. La historia es la siguiente.


“En la bocacalle del Arenal de esta Corte, que es un lugar muy estrecho, encontráronse dos coches. Ninguno de los cocheros cejaba, en dejar pasar, defendiendo su autoridad. La porfía dellos se extendió a la de sus amos, con tal obstinación que, saliendo ambos de los coches, los dexaron así, para ir a dar parte al Rey y que él lo decidiese; quién deshizo el nublado de su etiqueta diciendo: Que el más prudente dexe pasar al más necio.”


NOTA: Obsérvese qué hallazgo literario delicioso: “quién deshizo el nublado de su etiqueta”. Si yo hubiera escrito una frase como esta, creo que ya no escribiría nada más.

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