El dios citado por Averroes que se propuso crear un toro y le salió un búfalo, se deprimió mucho. No soportaba el fracaso y llegó a tener la autoestima por los suelos. Estuvo a punto de suicidarse. Necesitó terapia y mucha ayuda para superar aquel trauma.
Por suerte el psicólogo que lo atendió consiguió hacerle entender al fin que el azar, el caos y la maravilla eran facultades propias y exclusivas de su naturaleza divina, y no de la de los hombres. Y que si un hombre se hubiera propuesto crear un toro habría fracasado, pues habría creado un toro, pero jamás un búfalo. Y aquello lo reconfortó.
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