12/4/10

Ocas (gastronomía)


Mucha gente las conoce por el paté, pero pocos saben que estas anátidas poseen el don de la adivinación y la capacidad de hablar, razones por las que los habitantes de la región del Languedoc (apréciese la bonita etimología) antiguamente las veneraban como si fueran diosas. Lógico. Si usted o yo tuviéramos en casa, ya no digo una hermosa oca sino una simple gallina capaz de predecir el futuro, también la veneraríamos como si fuese el propio Apolo.


Cuando los romanos conquistaron la Galia se llevaron unas cuantas ocas al Capitolio que resultaron ser de suma utilidad tal como explica muy bien Plinio, pues aquellas despiertas anátidas alertaban a Júpiter con sus graznidos si se acercaban extraños. Sin embargo y como al fin no podía dormir, el dios ordenó que las sacrificaran a todas para tener un poco de paz. Y es que Jupiter era muy expeditivo.

3 comentarios:

Vivian dijo...

Interesantísimo este cuento imposible, quien iba a pensar que el mundo de la oca fuera tan fascinante, yo que siempre las vi como esas aves con andares un poco tontos, eso sí, me encanta el blanco de su plumaje…

Y a todo esto, al hilo de la gallina que introdujiste en el texto, me dio por pensar, que entre oca adivinadora y gallina de los huevos de oro, me quedo con la segunda, me salió la vena materialista, y que, al fin y al cabo, si al final lo del oro fuera milonga siempre podría hacer un buen caldo jeje ;)

Abrazos

PATSY SCOTT dijo...

Víctor, ¿es posible que haya leído ya este cuento? Si no es así, no me hagas ni caso, será que tengo algo de oca.

José Angel dijo...

El paté de oca es para mí algo no diría yo que imprescindible, pero sí que me suele acompañar. Bueno, lo de que Júpiter era muy expeditivo es que no hay ejemplo mejor: un humor de perros y un inmenso poder.