30/12/09

Yo soy el que soy


Joseph Balsamo el conde de Cagliostro, mago, alquimista y caballero templario, fue un personaje fascinante. Vivió en el siglo XVIII entre Palermo, Malta, París, Londres y Egipto. Y a pesar de la ingente documentación existente sobre sus andanzas, seguimos sin saber quién era de verdad. Fundó una masonería, vivió en África, peregrinó a Santiago de Compostela y al final de su agitada vida fue perseguido por la justicia, acusado de innumerables delitos y encarcelado hasta su muerte en el castillo de San Leone, en Roma, condena de la que se libró de forma muy simple: desapareciendo de la celda.


Se ha probado que este hombre conocía el secreto de la piedra filosofal y podía convertir los metales en oro. Entre otras maravillas sabía como aumentar el tamaño de los diamantes con tal de que los diamantes fueran suyos; si eran de otro, el sistema no funcionaba (muchos banqueros actuales saben hacer algo parecido con el dinero). Además era adivino: predijo a María Antonieta que moriría en la guillotina. Aunque se ha intentado relacionar esta predicción con el hecho de que Balsamo hubiera participado como colaborador en el advenimiento de la Revolución Francesa, no ha podido establecerse ninguna relación causal entre estos dos hechos.


También era un excelente enólogo y químico. Elaboraba él mismo un vino con extraordinarias propiedades afrodisíacas; y una pomada que hacía a quién se la aplicaba diariamente eternamente joven, a menos que se acabara la pomada. Según se decía tanto el vino como la pomada eran realmente eficaces, por lo que todo el mundo se los quitaba de las manos a pesar de su altísimo precio.


A lo largo de su vida, Joseph Balsamo se hizo llamar por multitud de nombres distintos además de conde de Cagliostro: marqués Peregrino, Balsamo de Palermo, divo Cagliostro, conde Alessandro, coronel Cagliostro, rey de Prusia... Pero si le preguntaban quién era de verdad, aquel hombre siempre contestaba lo mismo: “Yo soy el que soy”.

1 comentario:

José Angel dijo...

Yo soy el que soy ..¿y mi circusntancia?
Bueno, Víctor, tienes la culpa de que vuelva a bloguear de nuevo.
Te deseo para ti y los tuyos un 2010 cargado de felicidad.
Un saludo.