27/12/09

Tangram


Hice este libro-tangram hace años. Se titula “Cómo follar en colores con una silla”. Una especie de broma amistosa, dirigida a aquellos arquitectos (si es que la entienden, claro) que se empeñan en diseñar también muebles y otras cosas... Todas las cosas. El asunto del libro era ¿por qué demonios tienen que diseñarlo todo, absolutamente todo, incluso las manillas de las puertas? ¿Es que las que hay en el mercado no les sirven? ¿No les sirve lo que hace ningún artesano o ningún otro profesional, qué pasa? Yo mismo me he visto en una ocasión discutiendo con uno con docenas de catálogos de manillas de puertas sobre la mesa ¡y ninguna le servía! Por supuesto, él acabó haciendo unas peores... y mucho más caras.


El caso es que esta pasión de la arquitectura moderna (a mi juicio una desviación pedagógica fomentada por las universidades en las que estudian esos pobres chicos) los ha llevado durante todo el siglo pasado y este a crear multitud de piezas ya digo, manillas, tumbonas, exprimidores, urinarios, tablas de cortar, lámparas, alfombras y sobre todo, sillas. Sillas que al final y por lo general suelen servir para todo... menos para sentarse. ¿Quién no tiene una así en casa? Obviamente se trata de una cosa mía. Una manía, seguramente. Alimento una especie de amor-odio hacia esa clase de arquitectos a los que no acabo de entender del todo. ¿Por qué no hacen la casa y dejan los sofás, estanterías y el resto para otros? Si alguien lo sabe que me lo diga.


El caso es que el tangram, que es a lo que íbamos, consta de cuatro piezas geométricas negras (un recortable que va con el libro) que pueden combinarse entre sí para formar multitud de imágenes. Y el libro introduce al lector en el juego mostrándole cuarenta y ocho posibles combinaciones e invitándolo a desarrollar a continuación otras más... tantas cuántas quiera, pues este es un campo infinito. Perdón, ¿cómo dice usted? ¡por supuesto que se puede follar con una silla!

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