Solemos pensar que las abreviaturas y las siglas son un invento moderno como ONU, MSF, UNICEF, OTAN, etc., pero no es así, ni mucho menos. No somos tan originales. Los SMS también han hecho que se pongan muy de moda últimamente, pero las abreviaturas y los acrónimos son más viejos que la pana. Es verdad que hoy en día a veces resulta imposible entender ciertos artículos de prensa y mensajes de móviles debido a la gran cantidad de siglas que contienen, pero en realidad esto ocurrió siempre. O por lo menos desde los romanos, que se sepa.
Véase. Todo el mundo conoce las famosas siglas SPQR, Senatus Populusque Romanus, “El Senado y el pueblo de Roma” que presidían las banderas del ejército romano, ya que salen en muchas películas. Estas son siglas familiares y fáciles de entender, pero en la antigua Roma había muchas más y gran parte de ellas eran muy crípticas. Sólo si estabas al tanto podías descifrarlas. Era tal la abundancia de siglas y acrónimos en aquel tiempo, que un romano medio debía dedicar una gran parte del día a desentrañar el significado de cuantas se encontraba a cada paso. Resultaba agotador.
Un ejemplo es III VIR AAAFF. Una inscripción que llevaban todas las monedas de curso legal, o sea que te la encontrabas constantemente si tenías dinero. Son unas siglas complicadísimas como cualquiera puede ver. Literalmente significan Triunviri auro, argento, aere flando feriundo, que más o menos traducido viene a ser algo así como “Triunviro para fundir y acuñar en oro, plata y bronce”; una especie de autorización oficial. Lógicamente no todo el mundo conocía el significado de esta expresión, lo que de todas formas no impedía que las monedas corrieran de mano en mano (al igual que hoy se trataba siempre de las mismas manos); en este caso la inscripción era lo de menos. A veces también le añadían FPR (Fortuna populi romani) “La fortuna del pueblo de Roma”. Pero a fin de cuentas, daba lo mismo lo que se pusiera en las monedas: lo importante era la cantidad de ellas que pudieras tener.
NVNDNPO solía grabarse en las tumbas (Neque vendetur, neque donabitur, neque pignore obligabitur). Es todo un trabalenguas pero su significado está claro: “No podrá venderse, donarse, ni hipotecarse”. Al igual que HMHNS (Hoc monumentum heredes non sequitur), “Este sepulcro no pasa a los herederos”. Los romanos eran muy pejigueros con las tumbas, hasta el punto de que tenían una inscripción específica para aclarar que el sepulcro se lo había hecho uno mismo sin ayuda: DSFC (De suo faciendum curavit), “Edificado a sus expensas”; y otra para aclarar que lo había hecho otro: CFC (Coniux faciendum curavit) “Su cónyuge se encargó de hacerlo”.
También eran meticulosos en grado sumo, algo que se reflejaba mediante distintas combinaciones de letras. Si un esclavo huía, en cuanto lo capturaban lo marcaban en la frente con el acrónimo FHE (Fugitivus hic est), “Éste es fugitivo”. Otro ejemplo de abreviatura curiosa era SVBEEV (Si vales, bene est, ego valeo), que se ponía usualmente al final de las cartas. Algo así como “si estás bien, me alegro, yo estoy bien”. Un saludo bonito para despedirse de alguien, aunque algo complicado de entender si no estás habituado a verlo.
Las siglas también pueden resultar muy confusas. Incluso hoy. Por citar un caso obvio, PP, un acrónimo sobradamente conocido en España ya que se lo ha apropiado un conocido partido político, lo usaban los cristianos en las catacumbas para referirse a San José (Pater putativus). Y es que los primeros cristianos al igual que los romanos, también eran muy aficionados a esconder toda clase de mensajes detrás de un grupo de letras. No hay más que recordar IHS (Iesus hominum salvator); INRI (Iesus nazarenus rex judaerum); o IPD (In pace domini). O sea que lo de las siglas no es nuestro ni de hoy. Es de todos y de siempre.
Por último, LS (Lectori salutem) se ponía al principio de los libros. Significa “salud al lector”. Con el permiso de ustedes yo lo pondré aquí, al final.
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