Estimado Isidoro:
Desde hace más de veinte años recibo sin falta, a principios de junio, su amable carta de felicitación por mi cumpleaños, sin que hasta hoy haya tenido yo la cortesía de agradecérselo adecuadamente. Lo hago aquí y ahora. Gracias. Y me disculpo por este retraso tan grande, en la confianza de que no lo tome usted por una falta de consideración sino solo como un defecto mío, que no he sabido estar a la altura de su espíritu metódico y de su inquebrantable nobleza. La constancia y el tesón que ha demostrado a lo largo de todos estos años aun a pesar de mi silencio, solo puedo interpretarla como un sentimiento de verdadero afecto que me llena de emoción.
No soy un caso único. Como sabe, muchos españoles han desarrollado un cariño por la empresa que usted preside que entra casi en el territorio de lo familiar. Para algunos, entre los que me cuento, entrar en una de sus tiendas es casi como entrar en casa. Pero además, particularmente en mi caso, el hecho de que sea usted de origen asturiano, tierra por la que siento una gran devoción, junto con la curiosa coincidencia de nuestros apellidos: Álvarez Álvarez los suyos, y González González los míos, hacen que desde hace tiempo sienta por usted una simpatía especial que espero, sepan transmitir estas modestas y agradecidas líneas.
Sabiendo de la dedicación que presta a tantas y tan variadas actividades, no deseo robarle con esta carta más tiempo del necesario, que usted sabrá ocuparlo bien en otros menesteres más provechosos para su persona. Sin embargo la campechana cercanía con la que me ha tratado siempre, una consideración que no merezco y por la que no he hecho ningún mérito especial, salvo que se pudiera entender como tal mi gasto en El Corte Inglés en estos años (aproximadamente unos 150.000 euros), me da pie a hacerle esta amistosa observación que, estoy seguro, su fino humor asturiano sabrá aceptar con elegancia y bonhomía. ¿Se ha fijado que en este mes pasado, por primera vez en la historia el gasto de mi tarjeta asciende a 0 euros? Pues fíjese. Y el próximo 8 de junio, aparte de la felicitación... a ver si hay un regalito, por una vez. Estírese un poco, hombre.
Afectuosamente suyo, Víctor González.
3 comentarios:
Jajaja, ¡me encanta! Envíasela a Don Isidoro, que seguro que le hará gracia. Yo dejé de recibir su felicitación cuando decidí devolver la tarjeta del Corte Inglés después de un incidente que tuve con ellos por un viaje que cancelé. Pero la echo de menos - también la tarjeta de navidad.
espectacular vetusto e administrativo lingoaxe ! Noraboa Victor !
lembrame aqueles tempos ...
Xoan Piñón
Aunque con retraso ... ¡feliz cumpleaños!
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