3/11/09

El Alkonost


El Alkonost era un ave mágica que vivía en Rusia. Tenía una hermosa cabeza femenina y un plumaje muy bello. Esta ave ponía un único huevo en el fondo del mar y mientras lo incubaba, durante 20 días, el mar estaba en calma. El pez que nacía del huevo debía nadar hasta la superficie y solo allí se convertía en un ave: el Alkonost.


Durante sus primeros años de vida, el pollo de Alkonost tenía el aspecto de un ave normal y emitía unos feos graznidos. A partir de la quinta muda su cabeza tomaba la forma de una atractiva joven, y entonces su canto se volvía tan hermoso que hechizaba a cualquiera que pudiera oirlo.


El Alkonost sabía jugar a las cartas. Si seducía a un marinero con su canto, después se sentaba a jugar con él para siempre. Iván IV el Terrible fue propietario de uno muy hermoso al que alimentaba con vino de Malvasía que se hacía traer de las islas Canarias. También tuvieron Alkonosts otros grandes hombres de la antigüedad: Alejandro Magno tuvo uno; Federico I Barbarroja, emperador del Sacro Imperio Germánico, otro; y Antíoco IV, rey de Siria, tuvo dos, que en cierta ocasión le aconsejaron, sin éxito, que desistiera de emprender la toma de Jerusalén.


En la Edad Media los fabricantes de autómatas Jaquemat y Martinet, diseñaron y fabricaron un gigantesco autómata con forma de Alkonost que daba las horas con gran precisión, gracias a un mazo que llevaba en la cola. Éste fue el último Alkonost del que se tiene noticia, si bien y como es obvio no era un Alkonost de verdad, sino un simple artificio mecánico construido con gran habilidad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me estaba encantando, pero una vez leído lo del Malvasía ... he caído rendida.
Firmado: Su siempre fan.

molano dijo...

Bebía vino, jugaba a las cartas, seducía marineros... Yo he conocido por lo menos un Alkonost, ademas de los que mencionas. Claro que este no era ruso. Era de Monteporreiro y "ejercía" en Marin.