El mago egipcio que podía reconstruir animales a los que se le había cortado la cabeza tuvo un negocio boyante durante años y fue muy respetado en todo el Bajo Nilo. El propio Keops lo mandó llamar una vez y el mago hizo revivir en su presencia varios animales, a los que previamente se le había cortado la cabeza.
Este mago se llamaba Teta. Estaba siempre muy solicitado y mucha gente recurría a él. Por poner un caso habitual, un granjero le daba una gallina a su esposa y le decía:
– Nut, esposa mía, prepara esta gallina. La comeremos mañana.
Pero una vez que la mujer le había cortado el cuello a la gallina, el granjero y ella descubrían consternados que se habían equivocado de gallina, (las gallinas egipcias se parecen mucho unas a otras y es fácil confundirlas, sobre todo de perfil). Aquella gallina era la mejor ponedora que tenían; habían metido la pata. Entonces el granjero decía:
– Iremos a Teta. Él lo arreglará.
Efectivamente. Al día siguiente llevaban la gallina al mago y éste le volvía a poner la cabeza en su sitio. No resultaba muy caro. Por un servicio como éste el mago venía cobrando, más o menos, una gallina.
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