Rûmi, el poeta, fundador y maestro de los derviches giróvagos, que vivió en Damasco en el siglo XIII, decía poseer un secreto único: el de la danza. Y solía añadir que si lo revelara al mundo, éste se acabaría.
En los últimos años de su vida Rûmi no hizo otra cosa más que danzar y danzar día y noche. Estaba convencido de que si dejaba de hacerlo, Dios podía enfermar y morir. Y seguramente era cierto.
Se dice que su hijo, Sultan Walad, tuvo siempre a su padre no por un hombre, sino por un noble ángel huido del Paraíso.
2 comentarios:
Sigue! Sigue! Sigue! Están fenomenal!
Abrazos,
CHECHU
Tendría el secreto de la danza pero como coreógrafo era muy limitado.
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