Un niño salió a pasear montado en su gorrino amaestrado. Fueron al parque. El cerdo era limpio pero muy revoltoso y corría de un lado a otro olfateando y hozando todo lo que encontraba, aunque sin mala intención. Un grupo de paseantes a los que el cerdo lamió y mordisqueó repetidamente los zapatos increpó al niño:
- ¡Eh, chico, sujeta bien a tu cerdo o llamaremos a la policía!
Al oirlo el cerdo perdió la cabeza. Era un cerdo muy fuerte. Echó a correr y se desbocó. El niño, aunque seguía montado en él ya no podía controlarlo. Entonces llegó un policía muy gordo en una bicicleta de carreras.
- Ese cerdo es un peligro público, muchacho, tendré que detenerlo, -dijo muy seriamente mientras bajaba de la bici y sacaba unas relucientes esposas de un bolsillo del pantalón.
Al oir esto el cerdo se encabritó, dio varios saltos increíbles y en uno de ellos el niño salió despedido por los aires y cayó al suelo, junto a una mata de hortensias. El niño se puso a llorar, así que el policía se acercó a él para preguntarle si estaba bien y comprobar que no había sufrido ningún daño. Entretanto el cerdo aprovechó la ocasión para montarse en la bicicleta y largarse de allí a toda mecha. Fue todo muy rápido y ninguno de los presentes pudo detenerlo. Uno de ellos declaró después: “No pudimos hacer nada. Era un ciclista consumado”.
Esta historia es cierta.
2 comentarios:
Como el rapaz cayó en un matorral de hortensias, deduzco que la historia transcurrió en Vigo (presumiblemente, en el castro), donde hay muchísimas, como de todos es sabido.
Jajaja, seguro que era mejor ciclista que yo!
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