Lengua de buey (Anchusa azurea). O lengua de vaca, o raíz de fuego, o hierba del hígado, o lengua de perro, o chupamieles, o hierba de sangre. En fin, he aquí una de tantas plantas que se llaman lengua de algo. Vean otras dos a continuación.
Lengua de ciervo (Phyllitis scolopendrium). La “Lengua Cervina” o “Herba dos escaldados” como la llaman en Portugal, es un helecho común de comportamiento discreto y costumbres poco conocidas. Suele hallarse a menudo en cuevas y pozos haciendo no se sabe qué. Y también en cualquier lugar oscuro y húmedo alejado de la vista de los hombres. Esta planta es misántropa. Se compone la lengua de ciervo por lo general, de un conjunto de largas hojas verdes, fáciles de distinguir por los esporangios perfectamente alineados que decoran su envés. Antiguamente se utilizaba como remedio para curar la estupidez, pero no daba buen resultado, por lo que se ensayaron con ella otras aplicaciones. Consumida en tisana por los deshauciados no sanaba a los enfermos de sus males, pero aquellos adquirían el don de entender el lenguaje de los animales, lo que los consolaba bastante en los últimos meses de su vida.
Lengua de serpiente (Ophioglossum vulgatum). Este diminuto helecho natural de Las Landas habla un perfecto francés. La única hoja lanceolada que posee envuelve una pequeña espiga con forma de cola de serpiente. La espiga y la hoja juntas recuerdan vagamente a la lengua que le da nombre. Un ejemplar de Ophioglossum vulgatum que había estudiado teatro en Cardiff, tras una serie de trabajos menores en su juventud llegó a hacerse famoso cuando conoció a Tolkien y el afable escritor le ofreció el papel de Gríma en “El Señor de los Anillos”. El personaje, que la ofioglosácea bordó en una interpretación inolvidable, la lanzó por fin a la fama.
1 comentario:
Si fuera una planta, sería una lengua de ciervo.
;)
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