El caballero que en un cruce de caminos tuvo que elegir uno y se equivocó, no lo tuvo fácil. A cualquiera en su caso le hubiera pasado lo mismo. El camino de la derecha conducía a la muerte, el de la izquierda a la desesperación y el recto al olvido. Y no había vuelta atrás. No se le puede reprochar que fracasara. En aquellas condiciones era muy difícil salir airoso.
1 comentario:
¡Cuántas veces nos encontramos en esa encrucijada...!
Saluditos, Víctor.
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