Los cerdos son paquidermos. Esto quiere decir que son parientes de los elefantes, y no nuestros.
Según se cree el hombre domesticó al cerdo hace casi cuatro mil años, si bien la opinión de estos despiertos animales acerca de este punto difiere bastante de la que tenemos los humanos (ellos creen que los domesticados somos nosotros, y tal vez tengan razón).
El caso es que del cerdo nos gustan hasta los andares, solemos decir en España. Y es muy cierto. No hay más que fijarse en un cerdo trotando despreocupadamente; sobre todo si se lo observa por detrás. Yo mismo, cuando quería o creía ser pintor, dibujaba constantemente cerdos con la misma o parecida pasión con la que Cezánne debió pintar manzanas... aunque obviamente con peores resultados.
A algunos no les gustan mucho los cerdos por razones religiosas o culturales. Por ejemplo a los judíos, que abominan de su carne. Pero son casos aislados. La mayoría de la gente los adora. Los celtas tenían a un cerdo como dios de la guerra; y en Vietnam antiguamente la posesión de un gorrino se consideraba un signo inequívoco de prosperidad y riqueza.
En general la mayoría de los humanos amamos a los cerdos. Y con locura. No sólo por cuanto nos dan, que es mucho. También por su hermosa estampa y por su nobleza.
Y es que los cerdos son clara y rotundamente humanos. Tal vez más que ningún otro animal doméstico. A fin de cuentas... ¿quién no se ha sentido un cerdo alguna vez? Respondan a esto honradamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario