12/3/09

Pulpos (gastronomía)

          Los pulpos son cefalópodos. Esto quiere decir que tienen los pies en la cabeza, lo cual no es tan raro como pudiera parecer. Yo mismo conozco a más de una persona que tiene la cabeza en los pies y sus familiares no le llaman la atención por eso.
          Puestos a decir rarezas de los pulpos, por ejemplo, más raro es que pongan huevos. Y los ponen.
          El caso es que estos sigilosos octópodos han sido sometidos a numerosos estudios en laboratorio. Son muy inteligentes y aprenden cuanto se les quiera enseñar.
          Una buena forma de preparar el pulpo es “á feira”. Nunca se debe decir “a la feria” como hace alguna gente de Madrid mal informada, porque eso sería como decir “crema con nata batida hecha en una ciudad próxima a París” en lugar de decir “chantilly”.
          El mejor pulpo “á feira” se come en Orense. Se hace así.
          1 - Lave el pulpo a fondo.
          2 - Dele una buena somanta. No se corte. Si siempre deseó pegarle a alguien con toda su alma, este es el momento: hágalo ahora.
          3 - Una vez bien mazado el pulpo, sumérjalo repetidas veces en una cacerola de cobre con agua hirviendo. Esto se hace para asustar al pulpo. La razón por la que se asusta al pulpo una vez fallecido me resulta totalmente incomprensible, pero si no se hace el pulpo no sabrá igual.
          4 - Después deje que se cueza durante 30 ó 40 minutos, dependiendo del tamaño y el carácter del pulpo.
          5 - Pasado ese tiempo sáquelo de la cazuela, córtelo con unas tijeras sobre un plato de madera y sazónelo generosamente con sal gorda, aceite y pimentón.
          6 - Por último y para rematar la faena, llame a unos gaiteros.
          Hay otras recetas, pero con esta basta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dos aportaciones ante tan brillante receta:
- Lo que se asusta tras fallecer el cefalópodo, no es el animal fallecido si no el alma de todos los pulpos, una especie de subconsciente colectivo que siempre tiende a dejar la carne mortal un pelín tiesa, y aumentar desmesuradamente el precio de la ración
- La receta bien está y, críticamente, la música es la apropiada. He intentado alguna vez compaginar, con nefasto acierto, el pulpo a la gallega y la segunda de Mendelshon. Ni los bemoles suenan acertados ni el pimentón alegra la papila.