La mayoría de las ostras son pequeñas, lo que contribuye a estimular la pasión de los gastrónomos aficionados a ellas. Sin embargo, algunas especies como la de Virginia (Crassostrea virginica) pueden llegar a medir hasta 30 centímetros de longitud, lo que significa que con una sola ostra puede uno darse un homenaje e incluso invitar a unos amigos...
En Arcade, en Pontevedra, localidad gallega famosa por sus ostras, existen algunos restaurantes que ofrecen previa reserva, ostras gigantes al gusto, crudas o guisadas de diversas maneras. Téngase en cuenta que la ostra es un animal longevo, vive setenta u ochenta años, y las que comemos habitualmente no suelen tener más de cinco o seis años de edad. O sea que son niñas. Yo he comido estas ostras maduras y les aseguro que resultan sorprendentes. Una sola es como un filete; y con tres de ellas pueden cenar dos personas cómodamente hasta quedar ahitas. Y son tan sabrosas y delicadas de sabor como las pequeñas. Eso sí, preparen la cartera. Lógicamente no son baratas.
Y recuerden que aunque las ostras no tienen cabeza, son bastante listas. Ándense con cuidado con ellas.
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