Un niño tenía un hada que era suya. Era un hada pequeña. Apenas medía cinco centímetros de altura, así que el niño la podía llevar en el bolsillo y el hada iba muy cómoda allí. Y calentita. Esta hada no sabía hacer magia, ni concedía deseos, ni nada por el estilo. Ni siquiera volaba. Pero era muy guapa y sobre todo: era un hada de verdad.
Cómo había llegado el hada a manos del niño, no lo sabemos.
1 comentario:
Víctor, tomo nota de la fecha de publicación, el lunes 18.
¿Qué importa que ya hayamos leído algunos cuentos? ¿No releemos lo que nos gusta?
Un abrazo.
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