La madera de Balsa (Ochroma lagopus) es tan liviana que los antiguos habitantes de América Central sostenían que si se cortaba uno de estos árboles de noche, antes debía atarse bien el tronco al suelo para que no se fuera volando, atraído por la luna. He ahí la razón verdadera, una razón mágica, por la que los aficionados al aeromodelismo construyen sus aviones con esta madera.
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