La luz es una forma de energía, y también una radiación electromagnética visible por el ojo –no necesariamente humano–. Empecemos por decir esto, tan elemental y que todos sabemos desde niños, aunque Platón sostenía que la luz era una sustancia producida por los propios ojos, y tal vez tuviera razón. Si tuviéramos ojos ¿acaso lo primero que haríamos no sería producir luz?
La luz es esencial para la vida en la Tierra. Si no fuera por ella la mayor parte de los seres vivos, animales, plantas y nosotros mismos, no existiríamos. “Yo soy la Luz, la Verdad y la Vida”, dijo Jesús. Y lo primero que dijo fue “la Luz”. La verdad y la vida vendrían después. Hay más: muchos creen firmemente todavía hoy que la Verdad... aun no ha llegado.
El caso es que hay muchas clases de luz. Por lo general la gente conoce solo unas pocas: la luz del día, la del sol, la luz de tu risa, la del cielo –a la que Calderón llamaba “mentira azul de las gentes”–, la de la luna, o la luz inagotable de las estrellas. Incluso me han dicho que algunas personas poco afortunadas tan solo conocen tres luces: las de los semáforos, lo que resulta aun más sorprendente que todo lo anterior.
Pero hay muchas luces más. Una es la luz zodiacal, por ejemplo, que aparece en el cielo nocturno hacia el oeste, al anochecer y cuyo verdadero origen y naturaleza se ignora; otra la luz terrestre que puede verse claramente desde el espacio, pues la Tierra también emite su propia luz, una bellísima y claro está, de un intenso color azul; y otra por cambiar de tercio, la luz de Velázquez de la que tanto hablan los guías turísticos en el Prado ante Las Meninas, pero que pocos pueden llegar a percibir claramente. Por cierto y a propósito de esta luz singular, si no la han visto nunca ustedes les recomiendo que vayan allí, al Prado, se arrimen discretamente a uno de esos guías y presten atención a sus palabras: la luz de Velázquez es de las que iluminan a fondo –a este sevillano del XVII la Verdad sí que le llegó a tiempo– el alma y el corazón.
Pero ¿cómo nació la luz? Pues bien, no es ningún misterio. Se puede rastrear su origen en multitud de textos antiguos, desde La Biblia o el Gilgamesh hasta el Bronwynn de Juan Eduardo Cirlot, el famoso poeta medieval que vivió en la Barcelona del siglo XX. O por citar otra fuente más conocida y más a mano, en el “Gylfaginning”, la Edda de Snorri Sturlusson. En esta obra perfecta se cuenta en detalle como los hijos de Borr crearon la luz al principio de los tiempos, mucho antes de que la Tierra existiera. Lo hicieron de una forma muy simple. Tomaron las chispas y pavesas que brotaban del Muspell, la región llameante del sur que tenía vida propia, una vida de fuego, y las pusieron fijas en el cielo del norte para que iluminaran el mundo y le dieran calor:
“No sabía el sol donde estaban sus salas,
no sabía la luna cuál era su poder,
no sabían las estrellas cuál era su lugar.”
Así pues, antes de la luz ni siquiera los planetas sabían quiénes eran de verdad. Pero la luz, aquel animal hermoso e impredecible, era al principio salvaje como una niña rebelde y maleducada. No prestaba obediencia a nadie. No tenía amo ni señor. Y los dioses tuvieron que crear a los poetas y a los fotógrafos, para que enseñaran a la recién llegada a comportarse. Los poetas llegaron primero y la ataron con la palabra. Y después hicieron su aparición los fotógrafos... armados con las sombras.
NOTA: Como mucha gente me ha pedido más fotos, para ilustrar este texto he elegido unas pocas fotos de una serie titulada Swim-Swim, que hice hace un par de años (puede que ya haya publicado alguna otra vez, sorry). Es una serie de imágenes inspiradas en la playa y en la estética de las ilustraciones de pin-ups de los años 50. Son en realidad pequeños fragmentos de otras fotos, tratados con filtros para unificarlas y darles un aspecto pictórico, como de póster. Las fotos originales son todas -creo recordar- de un amigo, él sí gran fotógrafo: Mario Sierra. Gracias a eso el resultado es tan bonito (las fotos originales eran mucho mejores).
2 comentarios:
Nada como la luz. He dicho.
P.D.: Bonitas fotos, muy en tu estilo. Yo juraría que sí que has puesto alguna de éstas en alguna entrada anterior.
P.D.2: Menos quejas, por favor. ¿Qué te parece mi captcha?: "ywara iamere". Parece que estoy hablando con Chewbacca.
Apertas.
Chewbacca es mi favorito de La Guerra de las Galaxias. Es como el Rick de Casablanca, un tipo que lucha por algo que ni va ni viene con él.
Un abrazo,
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