Un rey tenía un gallo que vigilaba el reino muy bien. El gallo estaba siempre en la torre más alta del castillo y desde allí lo veía todo. Constantemente oteaba el horizonte de un lado a otro. No se le escapaba nada de nada, y al más mínimo problema enseguida daba la voz de alarma. Era un guardián estupendo y el rey estaba encantado con él porque así sus súbditos se sentían seguros. Un día el gallo dijo:
– Majestad, se acerca un gran ejército por el este.
Entonces el rey tomó todas sus pertenencias y sin decírselo a nadie, huyó hacia el oeste como una bala.
3 comentarios:
Cómo me recuerda ese gallo a una de mis vecinas ...
Y probablemente el gallo acabó haciendo un buen caldo en una marmita de los invasores.
Qué vida esta.
Estupendo el cuento. Enhorabuena.
Me parece muy interesante la transformación del rey en bala, si fuera posible me gustaría tener más información al respecto.
Muchas gracias.
Publicar un comentario