Un día por fin, los eurodiputados entendieron y aceptaron que debían viajar por toda Europa en burro. Pues eso era lo suyo: lo que les correspondía. Había que dar ejemplo. ¿O acaso no estamos aquí para servir al pueblo?, dijeron.
Y todo el mundo les creyó. Y los burros, lógicamente, aceptaron aquella carga sin quejarse... como habían hecho siempre desde el principio de los tiempos.
4 comentarios:
No te conocía en esta faceta de comentar la actualidad con un cuento... Me gusta!
Un abrazo.
¡Pobres burros! Al verlos llegar con semejante carga habrá quien dude quién es cada cual.
Muy interesante la reflexión, mas creo muchos políticos a lo último que renunciaría sería a sus privilegios. Un abrazo, A. Labrador
Muy apropiado en época de ya angustiosa pre-campaña
Un saludo
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