Un comerciante de tabaco se excusa ante un oficial del ejército. Este mismo oficial, más tarde, interroga a una mujer. Ella llora. Después, el oficial firma un documento y lo entrega a un subalterno. Cuando la mujer vuelve a casa su esposo le dice: “Has decidido perdonarme”. Pero ella contesta: “No. Nunca lo haré”.
(De “Los hombres-bomba no van al Paraíso”)
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