Aunque siempre se intentó mantener en secreto el asunto de los libros de Dios, al final se supo. La verdad es que se sospechaba desde hacía tiempo. No podía ser de otra manera. Antes de crear el mundo Dios tuvo que leer mucho; si no, no hubiera podido. El caso es que de no ser por el incendio del cielo del pasado año, la existencia de la biblioteca seguiría siendo un misterio. Aunque los avezados periodistas que consiguieron hacerse con la lista de libros se han negado a revelar sus fuentes al juez, todo parece indicar que hubo una filtración deliberada por parte de la compañía de seguros, Prometeo S.A., tal vez con la intención de rebajar en lo posible la cuantía de la multimillonaria indemnización exigida por el Supremo Hacedor.
Como nota curiosa diremos que ha causado sorpresa entre los expertos descubrir que, contrariamente a lo que se esperaba, en la lista no aparece ningún Ciprianillo. Pero lo que sí está claro a la vista de los documentos de la aseguradora es que entre los infinitos libros de la biblioteca siniestrada, Dios poseía algunos volúmenes muy valiosos, cuya lectura tenía terminantemente prohibida a hombres y ángeles. Seis de esos libros tienen un valor realmente incalculable. Son los siguientes.
1-El Libro de las Palabras Perfectas, escrito por el mismo Dios. Si se abría este libro por cualquier página al azar, siempre se encontraba en dicha página exactamente lo que se deseaba leer y no otra cosa. El Libro de las Palabras Perfectas fue utilizado por Dios en numerosas ocasiones. La más famosa cuando se lo prestó a Isaías, que leyó aquella bobada del mundo paradisíaco, en el que el lobo viviría felizmente junto al cordero.
2-Memorias de África o el Libro Imposible. Un rarísimo ejemplar de la conocida obra de Isak Dinesen. Aparentemente era igual al que podemos tener usted o yo en casa, excepto por una curiosa peculiaridad: nadie podía ir más allá de la primera frase, “Yo tenía una granja en África al pie de las colinas Ngong”. La lectura sentida de estas palabras arrebataba el corazón al lector y lo transportaba a otro mundo, tan hermoso que era incapaz de seguir leyendo, y cerraba el libro dejando vagar la mente en ensoñaciones maravillosas. Después, cada vez que lo volvía a abrir y volvía a empezar, le ocurría lo mismo.
3-El Libro Infinito. Un libro anónimo cuyo contenido era fascinante. Nunca se acababa de leer y nadie sabía de qué trataba, pues hasta el día del incendio había resultado imposible lograr que quien había empezado su lectura, un ángel muy díscolo, lo soltara.
4-El Libro de los Fiulsos de Alberto Manguel. Este libro bellamente ilustrado por su autor era verdaderamente extraordinario: no existía.
5-La Enciclopedia de los Manjares. La Enciclopedia tenía mil tomos que sólo se podían leer acompañándolos de buen vino.
6-Y por supuesto, El Principito.
1 comentario:
Quién pillara cualquiera de ellos. Bonito relato, y preciosa la imagen del encabezamiento.
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