21/4/11

Políticos y otras gentes de la Carda


Hago un inciso en “La Biblia” para contar una reflexión que se me ha ocurrido estos días. Una airada. Algo inusual en mi, pues como saben la mayoría de los que me siguen, no suelo indignarme tanto. Y la reflexión es ¿cómo no? a propósito de banqueros, superdirectivos, altos cargos políticos, etc.


Los sueldos de los diez primeros banqueros españoles suman 50 millones de euros anuales, y solo los 1.500 coches oficiales que hay en España cuestan en gastos de mantenimiento (atención, sólo mantenimiento) unos 60 millones de euros al año. ¿Y qué decir de los eurodiputados? que rechazan renunciar a los viajes en primera y se esfuerzan con tanto ahinco (excusatio non pedita) en declarar -al igual que los controladores- que ellos... no cobran tanto.


Pues si no cobran tanto y los recortes en sus sueldos como ellos mismos dicen serían algo inapreciable en el conjunto del estado, ¿por qué no se los recortan entonces? Pero bien recortados, ¿eh?


Probemos. Si el sueldo medio de los eurodiputados es de 20.000 euros/mes, ¿qué tal si se los dejan en 6.000 euros/mes? Ya está bien ¿no? Vaya lujo. Teniendo en cuenta además que se los embolsan limpios (comidas, viajes, gastos, etc., van aparte). Más: ¿cuántos altos y medios cargos hay en España?, ¿nos lo ha dicho alguien alguna vez? La lista de los que pasan de 100.000 euros al año es interminable. Por no hablar de los planes de pensiones, seguros privados y otros privilegios que les pagamos entre todos.


No olvidemos además que todos estos señores/as no son futbolistas ni tenistas de élite. Unos que tienen ganancias desorbitadas pero con una cierta justificación, la de su talento sumada al hecho de que cada vez que salen en la tele millones de personas se lanzan a comprar los productos que anuncian. No. Estos de los que hablamos no hacen nada. Nada, salvo cobrar.


Eco. Volvamos a los eurodiputados por seguir con el mismo ejemplo. Si cobran 20.000 al mes y se los dejamos en 6.000 nos ahorraríamos ¡14.000 euros mensuales por eurodiputado! Pregunta del millón, nunca mejor dicho: ¿a cuántos funcionarios de a pie hay que recortarles un 5% el sueldo para ahorrar 14.000 euros cada mes? ¿A cuántos pequeños y medianos empresarios hay que exprimir?


Respuesta de Raymond Burr/Ironside (desde la silla de ruedas, por supuesto):


“Vergüenza debe de darte

ser el patrón de estas tierras.

Que esté tan alta la hierba

y el pueblo muerto de hambre.

¡Vergüenza debe de darte!

O las labras, o las dejas.”


Coda. Como tantos ciudadanos españoles al borde del desastre económico, profesional y personal, sueño con que aparezca aun en algún momento un inteligente grupo terrorista que se dedique a asesinar de forma selectiva a altos cargos. Me sumaría a él de buena gana, pero ya soy mayor para andar con la recortada por ahí. Sin embargo lo aplaudiré. Sí, aplaudiré el asesinato si hace falta. El asesinato está muy mal, es verdad, pero ¿no nos están asesinando ellos por otras vías? ¿No deberíamos defendernos entonces? A fin de cuentas sus viudas y sus hijos se iban a quedar con una pensión estupenda... pagada por nosotros otra vez. ¿Qué más quieren?


Y para terminar, ya que hay elecciones en el horizonte, allá voy con el ramalazo literario: ¡Guerra! ¡Guerra contra estos que se dicen hermanos y no son sino enemigos, chinches, parásitos que se enriquecen a costa de nuestra sangre y la de los nuestros!


“Aux armes, citoyens,

Formez vos bataillons,

Marchons, marchons!

Qu'un sang impur

Abreuve nos sillons!”


O como dría la Reina Roja, que también me vale: ¡Qué les corten la cabeza!


En fin... literatura y nada más. Cuentos. Es lo que hay en este blog, ya lo he dicho muchas veces. Y claro está, no caerá esta breva en la realidad. Realidad que cada vez es más... aumentada. Que ustedes sigan bien.

17/4/11

El ratón que se transformó en un búfalo

El ratón al que un mago concedió el deseo de transformarse en un búfalo, lo pasó realmente mal. No le servía ninguna ropa. Además, después del encantamiento sus amigos ratones no quisieron saber nada más de él y le dieron la espalda. Se deprimió mucho. Cuando recurrió a los búfalos, también estos lo rechazaron pues a pesar de su aspecto no creían que fuera de los suyos. No lo aceptaron.


Las cosas no le resultaron nada fáciles a aquel roedor... tuvo que buscarse la vida de otra forma.

15/4/11

El problema del velo


El problema del velo -musulmán o islamita- en las escuelas de España es un invento de la prensa. Y un invento genial, todo hay que decirlo. Hay que quitarse el sombrero (ja, ja). Ya se sabe como son los periodistas: nunca dejes que la realidad te estropee una buena noticia.


O sea que una niña se empeña en ir con velo al cole, no quitárselo en el aula, algo que no es más que una desobediencia al maestro o a las normas del centro, y todos los periódicos de España titulan en primera plana: “Un colegio prohibe a una niña con velo asistir a clase”. Sorprendente. La verdad es que no parece una noticia: “Un colegio prohibe a un niño con sombrero mejicano asistir a clase”. Menuda tontería.


Veámoslo de otra forma. “Un colegio prohibe a un niño en pelotas asistir a clase” no es lo mismo que “un colegio prohibe a un niño asistir a clase en pelotas”. En el primer caso se sugiere que el centro le niega al chaval -cuya familia ya se ve que tiene pocos recursos- un derecho fundamental, el de la educación. En el segundo está claro que el colegio se limita a ejercer su derecho a castigar una falta de disciplina del escolar.


Pero la prensa explota el filón. La madre de la niña -también con velo- declara muy seria y compungida: “No es lo mismo un sombrero mejicano que el velo. El velo es religión”. Y yo -que no me gustan mucho las rancheras-, me echo a temblar. Porque el sombrero mejicano sí que es una religión. Y de las auténticas.


Hace muchos años, en los ochenta, cuando estos temas eran para los españoles todavía ciencia ficción, en un viaje a París tomando una copa en La Casbah, un amigo parisino me contó la siguiente anécdota que le había sucedido a su madre ese mismo día. Su madre era directora de una sucursal bancaria en un barrio de musulmanes y, lógicamente, la mayoría de sus clientes lo eran. Pues bien, un empresario honrado, cabal, buen cliente, había ido a solicitar un crédito y al rellenar la casilla donde debía explicar para qué era (recuerden que estamos en los ochenta), inocentemente puso “para comprar una segunda mujer”. A la madre de mi amigo, una señora mayor pero como buena francesa, liberal y liberada, los ojos le hacían chiribitas, claro. E intentó explicarle a aquel hombre que los bancos, los de Francia al menos, no concedían créditos para eso. No sé en qué quedó la cosa, pero puedo imaginármelo y seguro que ustedes también. A fin de cuentas las casillas de los formularios de los bancos están ahí para poner en ellas lo que nos de la gana. ¡Bueno es Botín!


En fin. La enseñanza de todo esto creo yo es que si a una niña hay que quitarle el velo, se le quita y punto, al igual que hay que quitarles los foskitos a los niños españoles (están todos como focas), que también son una religión: ¡Santo dios de los foskitos, líbrame de todo mal! Y así andamos. Engordando.


PD: El problema del velo al final lo tiene mi ex, creo, que tiene alojada en casa a una estudiante de Erasmus marroquí, una chica muy simpática -y guapa- que se llama Nadia. Cada vez que entro en su casa tengo que gritar “¡Hola Nadia!” en voz bien alta para que la niña me oiga y se ponga el velo... no vaya a ser el demonio. O sea que pensándolo bien, puede que el problema del velo en realidad ¡lo tenga yo!

8/4/11

Piratas


Explicación: Abundando en el tema del post anterior y ya que a Maikix le ha gustado, pongo este. Un texto breve que pertenece a un “diccionario” que terminé hace un mes, más o menos, en el que salen muy a menudo señores como los del post anterior. Se trata de un diccionario satírico sobre la España actual. He aquí la entrada “piratas”.


Dado el cariz de este diccionario, seguro que a estas alturas esperaban ustedes que en esta definición hubiera alguna referencia a ciertos personajes públicos bien conocidos por todos. Pues bien, no. No la hay. Esos en los que están pensando no son piratas, sino otra cosa que descubrirán en la última línea de esta entrada. Algo peor. Los piratas suelen ser bastante más decentes. Y me explicaré.


Cuando yo era un adolescente solía reunirme con mis amigos en un bar mágico, decadente e indescriptible como una cueva de Alí Babá: el “Tucho, O’Voltér” en Orense, un local ya desaparecido. Entonces todavía lo regentaba el ya mayor pero aun singular “Tucho”, que yo creo que nos apreciaba tanto -éramos una pandilla de críos- como nosotros lo temíamos a él. El bar había sido en los sesenta lugar de reunión de intelectuales gallegos que habían llenado sus curvadas formas y sus irregulares techos, como en una Altamira moderna y vanguardista de poemas, pinturas, esculturas y maravillas. Los que lo conocieron lo recordarán así, como una especie de sueño loco, un maravilloso disparate libertario que tal vez por eso fue destruido sin contemplaciones.


El apodo “O Voltér” fue una humorada galleguizante que le puso Vicente Risco -uno de los clientes habituales-, en honor al “Cabaret Voltaire” de Zúrich donde se había fundado el Dadaismo. Y efectivamente resultaba apropiado, pues hasta el mismo Tucho tenía bastante de surreal.


Pero aun en aquellos años, cuando el Tucho (el bar) se derrumbaba como un antiguo palacio que hacía mucho había sido abandonado por sus príncipes, a mi y a mis amigos nos parecía que eran la literatura, la osadía y el talento que llenaban sus paredes los que heroicamente todavía lo mantenían en pie, como una reliquia viva, extraña y secreta. Y en él uno se sentía un poco como en una catedral. Una que estaba a punto de perderse para siempre.


Yo solía sentarme en el mismo sitio y enfrente de mi, en la pared y en el techo, escrito y profusamente decorado había un poema -no sé de quién, lo siento; de un poeta gallego en cualquier caso-, del que nunca he podido olvidar estos magníficos versos ya que a lo largo de los años me los repetí mentalmente en incontables ocasiones:


“Ya no quedan piratas.

¡Rebeliones!

Ya todos somos bueyes, bueyes, bueyes

para aguantar el yugo de las leyes

que en su provecho dan los piratones.”

Euroburroputados

Un día por fin, los eurodiputados entendieron y aceptaron que debían viajar por toda Europa en burro. Pues eso era lo suyo: lo que les correspondía. Había que dar ejemplo. ¿O acaso no estamos aquí para servir al pueblo?, dijeron.


Y todo el mundo les creyó. Y los burros, lógicamente, aceptaron aquella carga sin quejarse... como habían hecho siempre desde el principio de los tiempos.

2/4/11

Los mirlos de Wallace Stevens

Wallace Stevens, abogado, experto ornitólogo y poeta que vivió en Stanford (Conneticut, USA) a principios del siglo XX, dejó escrito un breve texto en el que describe con exactitud las trece formas posibles de ver un mirlo. Una de ellas, de las más difíciles, es entre veinte montañas nevadas. En este caso hay que estar muy atento para descubrir el mirlo y la cosa requiere cierta práctica, pues lo único que se mueve en ese paisaje maravilloso y detenido, propio de una fotografía de Ansel Adams, es el ojo del mirlo.


Los mirlos (Turdus merula) son comunes en nuestros campos y jardines durante todo el año. Son inconfundibles, al menos para los europeos, ya que son las únicas aves totalmente negras y con el pico amarillo (los machos adultos, las hembras no) de Europa. Claro que Wallace escribió su texto en América, así que tal vez se refería al mirlo acuático, una especie propia de allí, muy activa, que se sumerge en los rápidos y cascadas de las corrientes en busca de comida. O tal vez al mirlo americano de cabeza amarilla o al mirlo americano alirrojo... ¿Quién sabe de qué habla un poeta cuando habla de sí mismo? Siempre es un misterio.


En cualquier caso los mirlos tienen un canto muy bonito a base de una curiosa mezcla de tiits estridentes, trinos, gorjeos y estrofas musicales melodiosas que en ocasiones parecen una conversación. Y aunque huidizos, son pájaros bastante habituados a la presencia humana por lo que es fácil acercarse y mantener una charla más o menos coherente con ellos. Pruebe con silbidos y chasquidos cuando tenga uno cerca en cualquier parque y verá.


Plinio los tenía por originarios de Alemania, y los suecos los consideran ave nacional. En Galicia los llaman melro y merlo; y en muchas partes de España mirla, en femenino. Esto también lo hacía un personaje de Delibes que llamaba milana a una ave que tenía; si bien no se trataba de un milano sino de una grajilla como las de Konrad Lorenz. Y según Petronio los antiguos romanos fabricaban hermosas jaulas para decorar los jardines de sus casas, en las que guardaban ruiseñores, currucas y mirlos entre otras aves, para que los alegraran con su canto y con su hermosa estampa. Los mirlos además son buenos imitadores de sonidos y pueden reproducir la voz humana, el maullido de un gato y otros sonidos curiosos, si se tiene la paciencia de enseñárselos.


Volviendo al señor Wallace, de las trece formas de ver a un mirlo si bien todas son admirables la más perfecta a mi juicio es esta:


“Yo tenía tres almas

Como un árbol

En el que hay tres mirlos”.