30/10/10

Ranas


Las ranas son anfibios que a veces se convierten en príncipes. Hay muchas clases de ranas, más de 4.000, y todas tienen nombres muy curiosos y descriptivos.


Las ranas de Cirene son mudas, pero cantan si se las cambia de lugar. La Ranita de Faber, un tipo de rana arborícola americana, construye con barro un estanque pequeñito en el que cría a sus renacuajos. Vamos, como un corralito para los niños. Igual. La Rana Buey no se parece a un buey, sólo se llama así porque muge. Y la Rana Cerdo gruñe como un cerdo. Todo esto es lógico.


Más casos. la Rana de Uñas tiene uñas; la Rana Cornuda, cuernos; y la Ranita de Ojos Rojos, los ojos rojos. La Rana Tomate de Madagascar tiene la forma de un tomate y de lejos parece un tomate, pero ¡atención! eviten echarlo en las ensaladas. La Rana Pliegahojas es un simpático y esbelto batracio, natural del sureste de África, con un don innato para plegar hojas de árbol en cuatro mitades. Y las numerosas clases de Ranas Punta de Flecha de sudamérica no es que tengan esa forma, es que los indígenas las utilizaron desde antiguo para extraer su veneno y emplearlo en sus flechas. La rana más grande del mundo es la Rana Goliat. Vive en el Camerún y mide 40 centímetros de longitud. Les recomiendo que tomen una cinta métrica y la extiendan sobre la mesa... para que nos entendamos.


Y por acabar con este tema, una rana famosa fue la de Mecenas, el privado de Octaviano. Se encargaba de cobrar los impuestos y su imagen estaba grabada en las monedas. Este batracio fue muy odiado por el pueblo pues era extraordinariamente avaricioso, y a lo largo de su vida acumuló una ingente fortuna.

Dos Vírgenes


Nosa Señora da Barca es una Virgen de Muxía (A Coruña) que de joven había hecho la carrera naval y tenía una barca en propiedad. Presumiblemente dicha barca era de piedra. La existencia de la Nosa Señora, puesta en duda por algunos ignorantes, está confirmada entre otros testimonios fiables por el del barón León Rosmithal de Bohemia, que en 1466 durante una visita a Galicia, estuvo en la citada barca invitado por la propia Madre de Dios. Parece ser además que la Virgen, en aquel momento recién llegada de las Indias, obsequió al barón con una taza de chocolate con azúcar, una bebida inventada por las monjas del convento de Guaxaca en el siglo XVI. Según dejó escrito el barón, dicha bebida era deliciosa. Y muy estimulante.


La otra es Nosa Señora das Chaves. Una virgen que vive en el convento de Santa Clara, en la calle San Roque, de Santiago de Compostela. Alter ego del personaje anterior, sin embargo esta no navegaba y simplemente se ocupó durante años de abrir y cerrar la puerta del convento pacientemente, hasta que las monjas se decidieron a instalar por fin un portero automático. El portero automático funciona a la perfección. Lo sé porque tengo unos amigos que viven al lado y he visitado el convento a menudo.

28/10/10

Brownies (gastronomía)


Diminutas galletas con forma humana. Son típicas de Cornualles donde las llaman Piskies; y también de la Isla de Man donde tienen otro nombre distinto que ahora no recuerdo. Si uno consigue hacerse con una caja de Brownies de verdad puede vivir sin trabajar el resto de su vida, a condición de no abrir la caja nunca, bajo ningún concepto.

La cuchara de plata

Un niño nació con una cuchara de plata en la boca y no hubo forma de quitársela. A pesar de que el ginecólogo que lo atendió en el parto lo intentó, resultó imposible. Se hizo mayor y seguía con la cuchara en la boca. Iba con la cuchara a todas partes. Este niño no comía chicle, pero por culpa de la cuchara no daba pie con bola en el cole.


– Jacinto Felipe Borja –le decía la profesora de matemáticas–, ¿cuánto son siete por seis?


Y el niño sin quitarse la cuchara de la boca contestaba correctamente:


– Ñuarrendaijó.


Pero por culpa de la cuchara no se le entendía nada y claro está, la profesora le ponía un suspenso enorme. En la universidad le pasó otro tanto de lo mismo. Estudió la carrera de Derecho y se convirtió en un abogado malísimo. Los jueces nunca entendían nada de lo que decía y sus defendidos tampoco. Más adelante se casó. Por suerte sus hijos nacieron normales, sin cuchara, aunque él hubiera preferido que la tuvieran. Llegó a tener seis nietos y seguía con la cuchara en la boca. Su mujer le decía:


– Jacinto, deberías dejar ya esa cuchara. No sirve para nada.


Un día, ya viejo, por fin murió. Sus familiares pensaron que entonces podrían quitársela pero ni con esas. Tuvieron que enterrarlo con la cuchara puesta.

Un alma sola ni canta ni llora (el refranero comentado)


He aquí un refrán falso de arriba a abajo. Existen almas, y esto se ha probado a menudo, que cantan en soledad aun sabiendo que nadie ha de oirlas nunca. Y con respecto a las que no lloran el refrán también yerra. No hay más que recordar la famosa estrofa de La Llorona: “Dicen que no tengo duelo, Llorona, porque no me ven llorar / Hay muertos que no hacen ruido y es más grande su penar”.

26/10/10

El Libro Hueco de Phineas Gage


Para Carlos, a propósito de una conversación sobre la literatura “técnica”.


El Libro Hueco, descomunal obra literaria inacabada, fue escrito a mediados del siglo XIX por Phineas Gage, a la sazón un simple operario de una empresa de montajes eléctricos de Boston.


Phineas, hijo de un mecánico y una profesora de danza, había nacido en 1827 en Denver, donde cursó sus primeros estudios. Parece ser que el joven Phineas comenzó a escribir el Libro Hueco, un inmenso resumen del mundo, sin mucha convicción en 1848. Pero hasta 1856 las páginas que escribía por la noche aparecían borradas por la mañana, por lo que a los veintinueve años, decepcionado, abandonó el proyecto. Sin embargo la suerte estaba de su parte. Tres años después, en 1859, Phineas resultó agraciado con la loto y se hizo rico. La nueva situación le permitió dejar la fábrica en la que trabajaba y reanudar la escritura del libro, tarea a la que se entregó por completo. En los cinco años siguientes, aprovechando las fiestas para no salir de casa, escribió los dos primeros capítulos del libro y sorprendentemente, en esta ocasión las páginas no se borraron. Animado por este hecho fortuito, en los siete años siguientes pudo escribir aun cuatro capítulos más.


La inesperada muerte de Phineas en accidente de tráfico en 1871 proporcionó a su autor una oportunidad inmejorable de dar por terminada su obra, y retirarse del mundo literario de una forma elegante y discreta. Se ignora a donde hubiera sido capaz de llegar Phineas si hubiera vivido más tiempo. La empresa borgiana e inaudita de escribir de una sola vez un libro que lo contuviera todo nunca había sido abordada antes. Es preciso señalar además que Phineas no trataba de escribir una enciclopedia, aunque eso es lo que nos puedan parecer a primera vista muchos fragmentos de su libro. Él lo llamaba “la verdadera literatura”, pues consideraba que el conocimiento técnico y su discurso escrito eran equiparables a la poesía y a la magia. Y que la belleza de lo escrito no residía en el lenguaje y en su forma, sino en su capacidad para transmitir el conocimiento de forma eficiente.


Si bien la mayoría de los expertos consideran su libro carente por completo de mérito literario, a nuestro juicio el talento de Phineas no ha sido justamente reconocido. La minuciosidad de sus descripciones y la detalladísima y precisa, aunque caótica, exposición de temas, empañan a veces la visión de un aliento poético de altura que revela un talento creativo y artístico único. En el anexo que se incluye al final de esta reseña, en el que se transcribe un fragmento de la parte octava del capítulo sexto: “del desmontaje de los rodamientos montados sobre manguitos”, el lector podrá observar cómo un tema árido y estrictamente técnico se convierte en la voz de Phineas en una pequeña joya literaria repujada con la minuciosidad de un orfebre, y dotada de una insólita belleza. El que hasta ahora sólo unos pocos especialistas y aficionados hayan sido capaces de comprender el verdadero sentido de estos textos y apreciarlos en toda su profundidad y sentido, no debe conducirnos a error: con la poesía ocurre exactamente lo mismo.


El Libro Hueco, actualmente en la Huntington Library de San Marino (California), consta en total de diez y ocho mil páginas numeradas, repartidas en veinticuatro tomos. El capítulo primero ocupa seis tomos; los capítulos segundo y cuarto ocupan tres cada uno, y los capítulos tercero, quinto y sexto se reparten en los doce tomos restantes. Los títulos de los capítulos son los siguientes.


Capítulo Primero.

Que trata de la creación; del Gran ingeniero y de sus hijos, y de lo que hicieron antes del mundo y también de lo que hicieron después; de la corriente alterna; de la cría de peces en cautividad; del ensamblaje de las piezas diminutas; del rey Moctezuma; de los cuervos de Nueva Caledonia que construyen nidos con flores; de la congruencia de los triángulos; del clima en el norte y en el sur; de Amundsen; de las distintas formas de matar a un hombre; de los escarabajos enrolladores de la hoja del roble y los escarabajos enrolladores de la hoja del abedul; de los monos etíopes que se niegan a hablar para no ser obligados al trabajo; de los poetas y de por qué no se vuelven locos con un apéndice donde se demuestra que no es la imaginación la que conduce a la locura, sino la razón; de la Santa Madre de Dios, la virgen María; de la fabricación de cordeles de distintos grosores; y de la elaboración de miel de Cerdeña y cómo evitar su amargor.


Capítulo Segundo.

En el que se habla de los Spirobolus o gigantes de mil pies que vivían en África y se alimentaban de hígado crudo; de las tormentas eléctricas; de las tormentas secas; de las tormentas de cieno; de las tormentas del mar; de la alineación y desalineación de ejes en las maquinarias móviles; de los viajes en el tiempo; del Karakurt o lobo negro de Oriente; de los hombres que deliberadamente no sueñan; de los perezosos, paresseux o bradypus (lamentables e inútiles seres cuya aparición anuncia la desgracia); del hinojo; de los manuales de instrucciones de los electrodomésticos comunes; de la navegación por Castilla; de los idiomas imposibles; de las aguas estancadas; de las aguas en movimiento; de las aguas que caen; de las aguas peligrosas (las que reflejan el rostro de un hombre); de la gasolina y del asesinato.


Capítulo Tercero.

Que trata de la elaboración de los panes árabes hechos de castañas, garbanzos y arroz; de la operación de contar; de los piojos masticadores o malófagos (Ardeicora maculatus) que atacan a la cigüeña negra y la devoran; de las nubes altas; de las nubes bajas; de las nubes de agua; de las nubes de inversión y de las nubes anejas; de las cucarachas alemanas o francesas a las que llaman en Rusia cucarachas prusianas; de la vid Labrusca; de la composición de versos; de los nombres del diablo; de la imaginación; de las cavidades resonantes; de los apotemas de las figuras planas; del calzado romano: caligae, corrigae, coturnos, campagus, crepidae, perus y otros; del concepto de infinito; y de la meteorología oceánica.


Capítulo Cuarto.

Donde se trata de la reproducción por partenogénesis; de las suertes de la lidia; del sistema inglés de medidas; del estómago; de la letra equis; de la determinación de la circunferencia; de los insectos; de la virginidad; de la fermentación alcohólica; de la nada; de la lectura de derecha a izquierda; del Pescadito de Plata del Azúcar (Lepisma sacharina); de la navegación por tierra, incluyendo esta parte una breve biografía de Fray Saturio el Navegante; de la utilidad del credo, las avemarías y otras oraciones usuales como fórmula para medir los tiempos de cocción según lo explicó Bartolomeo Scappi, cocinero de Pío V; de los escarabajos grabadores; de cómo hacer que no pase nada muy lentamente; de la delgadez; del oxímoron; de la mariposa de la col; y de la redacción apropiada de epopeyas.


Capítulo Quinto.

Que trata en profundidad de la fabricación de distintos reclamos para aves hechos con madera, cuero y otros materiales; de los glaciares; de la rima; de los motores de combustión; del silencio; del virus de la fiebre aftosa; del color; de las aguas subterráneas; del nacimiento de las estrellas; del Corán; de las partes del oído humano y del Órgano de Corti; de los Cinocéfalos de Aldrovandi; de los ciervos voladores; de las fórmulas adivinatorias; de las longitudes terrestres y de las distancias cósmicas; del diagnóstico de problemas y la detección de vibraciones anómalas en la maquinaria mediante la observación; de las lentes aplanáticas; de las distintas clases de palomas, domésticas y silvestres, y más propiamente de la Paloma Magnífica de las Frutas (Megaloprepia magnífica); del dátil.


Capítulo Sexto.

En el que se trata del sistema nervioso parasimpático; de las vaquitas de San Antón y su importancia como reguladores agrícolas; del estudio del firmamento; de los gobios de arena; del Drago (Arbor Draconis), y muy especialmente de un ejemplar que hubo en el jardín de los P.P. Capuchinos de Cádiz, en España, y que vio Pehr Löfling en 1753, y también de cómo por orden de éste, don Pedro Virgilio, Cirujano Mayor de la Armada, envió ese mismo año una flor y un fruto de dicho árbol a Carl von Linné, a Upsala, que así pudo clasificarlo correctamente; del cultivo del lino; de la focha común; de la Edad de los Metales; del desmontaje de los rodamientos montados sobre manguitos; de los colimbos y somormujos; y del miedo.


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Anexo (extracto del capítulo sexto)

Fragmento de la parte octava, relativa al desmontaje de los rodamientos montados sobre manguitos.

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La mejor forma de desmontar los rodamientos montados sobre manguitos de fijación es mediante golpes de martillo. Los golpes deberán aplicarse cuidadosamente y con precisión a un casquillo en contacto con la tuerca de fijación o, si eso no es posible, en contacto con el aro interior. Nunca debe emplearse un botador para llevar a cabo esta operación, pues con toda probabilidad se dañaría irremediablemente la pieza o el manguito. Para proceder correctamente siga los siguientes pasos.


Primero señale bien la posición del manguito en el eje. Esto es importante para poder montarlo después tal como estaba. Acto seguido libere la pestaña de la arandela de retención, antes de proceder a golpear el casquillo. Por lo general los casquillos suelen tener una tapa para amortiguar los golpes.


A continuación afloje la tuerca de fijación, coloque el casquillo en contacto con la tuerca, rece y golpee con un martillo rígido unas cuantas veces en el centro, con golpes secos, hasta que el rodamiento se suelte. En el caso de que el manguito estuviera montado hacia adentro, deberá situarse el manguito contra el aro interior del rodamiento.


Con respecto a los rodamientos montados sobre manguitos de desmontaje, se pueden desmontar fácilmente sin plegarias, con una tuerca de fijación y una llave de gancho; o con una llave de impacto.


Si el manguito sobresale del extremo del eje, inserte un disco de apoyo con el mismo diámetro nominal que el agujero del manguito para evitar su deformación. Después lubrique la rosca y la tuerca con bisulfuro de molibdeno, y aplique la llave hasta que el rodamiento se suelte.


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23/10/10

Virxilio Viéitez

Vale, esto no es un cuento. Pongo esta entrada aquí sobre todo para mis lectores (que son unos cuantos) de Madrid, Barcelona, etc. Esta exposición será itinerante, así que atentos: no os la perdáis. Virxilio Viéitez.


Ayer, 23 de octubre de 2010, fui a la inauguración de la antológica de Virxilio Viéitez en el Marco (Museo de Arte Contemporánea de Vigo). Virxilio Viéitez es un fotógrafo gallego que nació en 1930 y murió hace unos pocos años. Era un “fotógrafo de pueblo”. Vivió en Soutelo de Montes y desarrolló toda su carrera en Soutelo y alrededores, haciendo retratos, fotografiando familias, bodas, entierros, fiestas y demás. Pero Virxilio no era un fotógrafo corriente. Era un artista. Uno de los grandes.


Supe de él y de su obra por primera vez en el año 1988, pues a Virxilio lo descubrieron dos amigos míos, también grandes fotógrafos, Manuel Sendón y Xosé Luis Suárez Canal. Por entonces yo salía a menudo con Suárez Canal (uno de los tipos que más saben de fotografía en España... pregúntenle por él si no a Javier Valhonrat o a Joan Fontcuberta, por ejemplo). A mi, Canal me enseñó gran parte de lo que sé de fotografía. O sea que gracias Xosé Luis. El caso es que en aquellos años, Sendón y Canal se dedicaban, entre otras cosas, a recuperar la memoria fotográfica de Galicia, hallando, rescatando y poniendo en limpio perdidos y olvidados fotógrafos... que resultaban ser, contados por ellos, maravillosos.


Un día Canal me habló por primera vez de él. De Virxilio. Estaba emocionado y entusiasmado como no lo había visto nunca antes. “Hemos encontrado un fotógrafo extraordinario”, me dijo. “No es uno más, sino uno especial. Uno de los grandes a la altura de los grandes. Ya verás cuando veas sus fotos, es un Robert Frank, un August Sander. No sé. Un tipo que vivió y trabajó modestamente oculto en los montes de Soutelo y su obra es una locura. Tiene una calidad fuera de lo común. ¿Cómo ha podido estar oculta tanto tiempo esta maravilla?” .


Suárez Canal no solo es un gran fotógrafo, sino también un estudioso de la fotografía y un crítico muy fino, así que aquella pasión desatada y encendida que mostraba por la obra de Viéitez me intrigaba mucho. Cuando por fin pude ver fotos de Virxilio lo entendí todo. Y me quedé anonadado. Allí había un fotógrafo que había pasado toda su vida silenciosamente en Soutelo haciendo fotos de carné de identidad, retratos familiares, registrando la vida de las gentes de su pueblo. Un pueblo diminuto. Y nada más. Pero sus fotos eran efectivamente especiales. Resplandecían y brillaban como unas nubes de Ansel Adams sobre las montañas. Y es que Virxilio es... una increíble emoción. Hay que verlo. Y también es un genio. Su sentido de la composición y del encuadre, la dignidad velazqueña de sus retratados, y su calidad y delicadeza en el tratamiento del blanco y negro son una lección de oro que no es fácil de encontrar.


Entonces, creo que era el 88, Sendón y Canal pusieron la obra de Virxilio en la Fotobienal de Vigo a la vista de todos, y después lo llevaron a París. Quiero decir que llevaron a París no solo la obra, sino también al propio Virxilio, emocionado por supuesto. Cartier-Bresson todavía vivía y fue a la inauguración y allí, en la ciudad de la luz, el propio Cartier-Bresson, el dios de los fotógrafos, se abrazó al maestro de Soutelo de Montes y reconoció públicamente su magisterio. Hay fotos. Y Virxilio lloraba.


Virxilio Viéitez en fin, un fotógrafo de pueblo. Pónganlo ustedes en la estantería junto a Nadar, Irving Penn, Julia Margaret Cameron... y todos los demás.

21/10/10

Tortugas (gastronomía)


Las tortugas son reptiles de forma ovalada y caparazón duro. Las hay acuáticas y terrestres. Las acuáticas se llaman galápagos y pueden ser de mar o de río. Todo el mundo ha oído hablar de la sopa de tortuga, un plato que se puede degustar fácilmente en cualquier restaurante chino, pero que pocos han probado por suspicacia. Sin embargo las tortugas dan mucho más de sí, pues estos quelonios fueron un alimento usual en los siglos pasados, sobre todo para los navegantes. Eran una forma muy cómoda de llevar carne fresca en los barcos y ni siquiera era necesario alimentarlas. En algunas zonas de sudamérica ciertas clases de tortugas gigantes se crían en granjas, ya que su explotación intensiva resulta más rentable que la de la vaca. De la tortuga se aprovecha todo.


En España no hay tortugas gigantes. Tan sólo algunas especies pequeñas de galápagos y algunas variedades de tortuga terrestre como la tortuga griega, la romana y la moruna. La tortuga griega a pesar de su nombre no habla ni una palabra de dicho idioma; lo sé porque tuve una.


A título de curiosidad y hablando de tortugas españolas, podemos recordar aquí el famoso caso de Ignacio Espeleta, un extraordinario cantaor natural de Cádiz que fue amigo íntimo de Pastora Pavón, “La Niña de los Peines”. Este hombre se parecía tanto a una tortuga romana que en ocasiones era confundido por los profanos con dicho animal.

El peor sueño del mundo


Un niño tenía todas las noches un sueño horrible: soñaba que no dormía.

15/10/10

El Vendedor de Vientos

El Vendedor de Vientos vive en una roca en medio del Mar. Todos los pescadores y hombres bien nacidos, cuando necesitan un viento para cualquier cosa van allí. El Vendedor tiene un amplio catálogo de vientos y los compradores pueden elegir el que más convenga a sus necesidades.


Los vientos que ofrece el Vendedor son de muchas clases: ageostróficos, ciclostróficos, de gradiente, de cara, de cola, eulerianos, ionosféricos, alisios... etc. Uno muy bonito es el anabático, un viento que asciende por la ladera de una montaña en busca de la felicidad. Suelen comprarlo las princesas y los sastrecillos valientes. Otro viento curioso es el dominante, que manda sobre los demás vientos. Además los vientos pueden ser, atendiendo a su velocidad, flojitos, flojos, frescos, fresquitos, fuertes, duros y muy duros (estos son los nombres técnicos). El más gracioso y entrañable es sin duda el fresquito, un viento educado y agradable cuya velocidad oscila entre los 17 y 21 nudos.


Los precios de los vientos son muy variables. Un monzón o un viento polar pueden costar mucho dinero; en cambio un viento local que sopla solo en una zona o a unas horas determinadas resulta más asequible. De todas formas el Vendedor ofrece fórmulas de financiación a la medida, y si se compran varios vientos a la vez hace un precio conjunto.


Según don Álvaro Cunqueiro el viento más caro es el oeste-suroeste, que sirve para llevar las naves a Islandia. Por cierto que el famoso escritor gallego conoció en persona a un hombre que era Pastor de Vientos, un oficio emparentado con el de Vendedor aunque más noble, eso sí.

Sam


Sam Rihet es guardaespaldas. No es un guardaespaldas cualquiera, sino uno de los mejores. Sam es negro. Es muy grande. Es un experto en armas cortas y técnicas de defensa personal. Va al gimnasio diariamente y practica judo y tiro dos veces por semana. Lee, estudia y se entrena cuanto puede para estar al día en lo suyo. Antes fue policía, en Nueva York. Ahora vive en París. Trabaja para la embajada americana y tiene un buen sueldo. Es orgulloso.


Sam vive en un minúsculo apartamento bien decorado cerca del Palais Royal. Es un apartamento tan pequeño que su enorme cuerpo negro apenas cabe en él. Las paredes, pintadas de amarillo, están llenas de miniaturas y azulejos. Sobre todo azulejos. Hay cientos. Sam los colecciona.


La mayoría son azulejos europeos del siglo XVII con grabados de animales. Los de caballos y perros son los que más le gustan. Es una pasión refinada e insólita en un hombre como él. Sus favoritos son cinco azulejos de estilo oriental que formaron parte de la decoración de alguna sala en el Palacio de Aranjuez, de Felipe IV de España. O al menos eso es lo que aseguraba el catálogo de Sotheby’s. Habrá que creérselo, suele decir él con ironía. Cada tarde, al volver de la embajada Sam se sienta allí, en su salón, y los mira.


Un día sus superiores descubren su curiosa afición. Llenos de suspicacia abren una investigación, pero meses después la cierran sin obtener ninguna conclusión. Sam es un profesional con una trayectoria impecable. Y un buen hombre. Sin embargo y a pesar de su brillante hoja de servicios, lo despiden. Ese día Sam vuelve a casa abatido. Se deja caer en el único sillón del minúsculo salón. Se sirve una copa, enciende un cigarrillo y mira sus azulejos. Y mientras contempla ensimismado la rara perfección de las miniaturas y admira la belleza de los limpios trazos del dibujo, piensa con veneración en el virtuosismo y en el talento de la mano que los hizo. Y fuma.


Y también piensa: ¡qué cabrones!

El Kahir


El kahir es un diminuto fringílido que apenas mide cinco centímetros contando la cola. Este pájaro es propiedad de Woody Allen y vive en Nueva York, aunque en ocasiones visita Oviedo. El kahir solo tiene un tema de conversación: el kahir. Y siempre habla de sí mismo en tercera persona. El famoso director de cine, que lo alimenta con habitas tiernas y cañamones, lo ha descrito con gran exactitud de este modo: “Es un gran pájaro pequeño ¿verdad?”.

Topillos


He encontrado este texto en un artículo de Javier Sampedro sobre el amor publicado el domingo 18 de enero de 2009 en El País. Ignoro si el señor Sampedro es consciente de la diminuta joya literaria que aparece delicadamente engarzada en el interior de su artículo... por otra parte muy interesante en su totalidad. Supongo que sí, que es consciente. Después de leer repetidas veces el texto he llegado a la conclusión de que no lo había escrito yo, y que aun poniéndome a ello con todas mis fuerzas, dificilmente podría superarlo: me ocurre con muchas obras maestras. Otra posibilidad que estuve barajando sin ningún rubor fue el plagio, pero la verdad es que la abandoné poque me daba pereza. Por tanto, helo aquí tal cual. Que lo disfruten.


“ El topillo de la pradera (Microtus ochrogaster) tiene un comportamiento familiar intachable. Las parejas son fieles hasta que la muerte las separa, e incluso el 80% de los topillos no vuelven a contraer matrimonio tras enviudar. Los dos cónyuges colaboran sin rechistar en el cuidado de la prole, y suelen vivir con los suegros en paz. Todo lo contrario que su especie hermana, el topillo de la montaña (Microtus montanus): hoscos, enclaustrados en sus madrigueras individuales, traidores con sus parejas, los machos no cuidan de la prole en absoluto y las hembras abandonan a las crías a las dos semanas de parirlas.”

12/10/10

El niño y el hada


Un niño tenía un hada que era suya. Era un hada pequeña. Apenas medía cinco centímetros de altura, así que el niño la podía llevar en el bolsillo y el hada iba muy cómoda allí. Y calentita. Esta hada no sabía hacer magia, ni concedía deseos, ni nada por el estilo. Ni siquiera volaba. Pero era muy guapa y sobre todo: era un hada de verdad.


Cómo había llegado el hada a manos del niño, no lo sabemos.

Un granjero


Un granjero le ponía nombre a todas sus sus gallinas y cuando las llamaba, atendían. Cada gallina tenía su propio nombre pues cada una tenía su personalidad, sus preferencias y sus manías; y el granjero las cuidaba a todas como si fueran sus propias hijas.


Heriberta era introvertida; Francisca, coqueta; Anita, juguetona... y así todas, cada una a su manera. Al gallo no le ponía nombre porque de todas formas no hacía caso. El granjero tenía mil gallinas y las conocía todas a la perfección. Las quería tanto que incluso se acostaba con ellas.


Si las gallinas por bromear se intercambiaban los huevos, el granjero se daba cuenta en seguida, les reñía cariñosamente y con una sonrisa de condescendencia, restituía a cada una los suyos.

8/10/10

Un niño problemático


El niño al que había que sacarle las palabras con sacacorchos dio muchos disgustos a sus padres y maestros. Para las cosas más elementales como tomarle la lección o simplemente averiguar qué quería de desayuno, sus educadores las pasaban realmente canutas. Y resultaba muy violento presenciarlo.


Muchas personas que no estaban al tanto denunciaron a menudo a los padres del niño por malos tratos, y estos tenían que estar dando constantemente mil y una explicaciones al juez. Además era muy molesto: cada palabra que le sacaban hacía “pop”, igual que un corcho. Fue un niño muy problemático.

3/10/10

Kosovo


En Kosovo, la ciudad de los mirlos, siete niños murieron ayer en plena calle, bajo un obús. Estaban jugando a la pelota. Un niño es un niño, es un niño, es un niño...


Mine Zjadic, una muchacha de apenas quince años calzada con unas nike blancas y rojas, contesta a las preguntas de un periodista británico en la tele. Se sacude el pelo y sonríe a la cámara: “En mi calle todo el mundo corre para esquivar a los francotiradores. Es lo normal. Los más ocupados son los cascos azules, que tienen que interrumpir cada poco su trabajo para ir a vomitar. Cuando acabe esta guerra estudiaré diseño. Mi novio, Boristan, tiene veintidós años. Es muy guapo ¿sabes? Mató a treinta y dos personas y violó a cientos de mujeres bosnias. A algunas las sepultó vivas.”


(De “Los hombres-bomba no van al Paraíso”)